La calle de Toledo, la podemos
considerar como una de las calles más castizas de Madrid, que desde el tiempo de los
Austrias, ha visto salir y entrar en Madrid infinidad de personajes a través de
su famosa Puerta. Entre la Plaza Mayor y la glorieta de Pirámides, se extiende
la calle de Toledo. Ha tenido diversos nombres
a lo largo de su historia: Calle de la Mancebía, por una famosa casa de
prostitución que existió en la zona halla por el Siglo XIV, posteriormente, se
la denominó paseo de los Ocho Hilos, por los árboles plantados en ocho
hileras que tenía la calle. En nombre
que ha perdurado y por el que se la conocía de inició, siempre ha sido calle de
Toledo por ser el antiguo camino que conducía a la ciudad Imperial.
La calle de Toledo es una de esas
calles que todo paseante debe conocer, en ella todavía en pleno Siglo XXI,
podemos contemplar las típicas tiendas del Madrid antiguo con sus portadas de
madera en colores verde y granate. En nuestro paseo, nos detendremos no solo en
sus tiendas, observaremos la arquitectura actual y recordaremos los edificios
más famosos que sucumbieron a la temida piqueta y como no, nos detendremos en
alguna de sus múltiples tabernas para refrescarnos y paladear sus exquisitos
productos.
El primer tramo de nuestra calle,
comienza en el denominado Portal de Cofreros que da acceso a la Plaza Mayor,
nos encontramos a ambos lados con soportales donde antiguamente se ubicaba el
gremio de los Cofreros, sustituidos hoy en día por numerosas tiendas de
numismática y locales de restauración.
Aunque ya Juan Gómez de Mora realizó
la ordenación de dicha zona, los edificios actuales corresponden al proyecto
que Juan de Villanueva hizo para la reconstrucción de la Plaza Mayor tras el
incendio de 1790.
Arco de Cofreros |
El resultado fue la construcción de
dos edificios de viviendas de tres plantas con fachadas uniformes a la calle
Toledo y que en su parte baja presentan soportales con pilares adintelados.
El primer gran edificio digno de
admiración con el que nos vamos a encontrar en nuestro paseo por la calle de
Toledo, se encuentra situado en el número 37 y se trata de la Real Colegiata de
San Isidro.
El templo, ocupa el solar de la Casa
de Los Vera, donde vivieron San Isidro y Santa María de la Cabeza y donde el
santo excavó una cueva y un pozo, cuya agua era muy saludable y curaba
enfermedades de personas y animales.
Recordaremos que Isidro, cuyo nombre
era Isidro de Merlo y Quintana, nace y muere en Madrid (1082-1172). Estas
fechas parecen ser las más fiables, según el historiador José Antonio Álvarez
Baena.
El primer testimonio escrito del pozo
se debe a Fray Domingo de Mendoza, introductor de la Causa de San Isidro, quien
el 17 de abril de 1597 fue a las casas de los herederos de Francisco de Vera y
en ellas comprobó la existencia del pozo que abrió el Santo, este, se encontraba en el zaguán de
dicha casa.
D. Francisco Robello y Vasconi escribe
la vida de Isidro en poesía dedicada a D. Alfonso de Borbón y Borbón, príncipe
de Asturias, futuro Alfonso XII. Sobre la calle de Toledo escribe: “La calle que ahora se nombra de Toledo, era
entre tanto un páramo improductivo, un erial despoblado; mas Isidro portentoso,
aguas potables llevando, fecundó aquel terreno, que pronto se vio poblado, no
faltando aguas tan puras, y aun de sequía en los años”.
Comienzo de la Calle de Toledo |
La Real Colegiata de san Isidro, fue
la catedral de Madrid hasta 1993, año de la consagración de la catedral de la
Almudena.
La colegiata fue construida en el
siglo XVII como iglesia del antiguo Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, en
ella se custodian los restos mortales de san Isidro, y de su esposa, santa
María de la Cabeza.
Calle de Toledo con la Colegiata al fondo |
La Real Colegiata de San Isidro tiene
su origen en la iglesia dedicada a los Santos Pedro y Pablo por la Compañía de
Jesús que existía en el Siglo XVI realizada con planos del jesuita Bartolomé
Bustamante. Junto a la iglesia se construyó el Colegio de la Compañía, fundado
en 1603 por la Emperatriz María de Austria, hermana de Felipe II, y que dio el
apelativo de imperial al colegio.
María de Austria fallece en 1603, dejando toda
su fortuna a la Compañía de Jesús con el propósito de que se construyeran
nuevos edificios tanto para el colegio como para la iglesia.
El templo actual, parte de a un diseño
de 1620 de Pedro Sánchez. Las obras, comenzaron dos años después, y fueron
dirigidas por su diseñador hasta su muerte en 1633. Las obras continuaron bajo
las órdenes de Francisco Bautista y Melchor de Bueras, quienes finalizaron la
construcción en 1664.
El templo fue consagrado por el Nuncio
Julio Raspelisi bajo la advocación de San Francisco Javier el 23 de septiembre
de 1651, trece años antes de su conclusión, quedando adscrito a la compañía de
Jesús.
Colegiata de San Isidro, por desgracia un edificio construido en primer término nos impide contemplar su hermosura |
La mayor dimensión de la nueva iglesia
hace que el pozo y cueva de la Casa de los Vera queden dentro de la iglesia,
exactamente bajo el altar de la planta
ovalada que fue construida 1671, y denominada “Capilla de San Isidro de
Naturales de Madrid”. Al parecer, existe la idea de restaurar el pozo como
recuerdo de San Isidro, en esta capilla están las imágenes procesionales y la
sede social de la cofradía.
En el año 1767, Carlos III expulsó a
los jesuitas y la iglesia se transformó
en colegiata. Dos años después, quedó bajo la advocación de san Isidro,
coincidiendo con el traslado del cuerpo del santo desde la Iglesia de san
Andrés, donde se custodiaba desde el siglo XVI en la Capilla del Obispo.
También fueron trasladadas las reliquias de santa María de la Cabeza desde el
Oratorio del Ayuntamiento.
En 1816, con la llegada de Fernando
VII, la colegiata paso nuevamente a depender de los jesuitas. Con la creación
de la Diócesis de Madrid Alcalá en marzo de 1885, la colegiata se convirtió en
Catedral de Madrid, hasta que en 1993 se
acabaron las obras de Nuestra Señora de la Almudena, volviendo a recuperar el
título de colegiata.
La Colegiata de san Isidro es uno de
los edificios más representativos de la arquitectura religiosa madrileña del
siglo XVII. Fue proyectado en estilo barroco en planta de cruz latina de una
sola nave, con capillas laterales, crucero y cúpula, tomando como modelo la
iglesia del Gesú de Roma.
Imágenes de san Isidro y santa María de la Cabeza |
La fachada principal, que podemos
admirar desde la calle de Toledo,
destaca por su monumentalidad. Está realizada en piedra de granito, formando un
cuerpo central con cuatro columnas corintias. En ambos lados del cuerpo
central, destacan dos pares de pilastras corintias, que configuran la vertical
de las torres. Las torres son de planta cuadrada y disponen de balaustrada
intermedia. Están rematadas por chapiteles octogonales, que terminan en aguja,
añadidos durante la reforma del siglo XX y que sustituían a los primitivos
tejados a dos aguas.
El pórtico que da acceso al templo se
asienta sobre una escalinata y está dividido en tres grandes puertas, la
central más alta que las laterales. Las rejas son del Siglo XVII, con el escudo
imperial de María de Austria.
Iglesia de san Isidro año 1885 |
En el segundo cuerpo, en una hornacina
se encuentran las esculturas de San Isidro y Santa María de la Cabeza, de Juan
Pascual de Mena, aunque reconstruidas después de 1936.
El templo resultó seriamente dañado
por un incendio declarado durante la guerra civil, destruyendo buena parte de
sus capillas interiores, así como innumerables obras de arte de incalculable
valor. El fuego también afectó a una parte de la cubierta. Finalizada la guerra
civil, se procedió a la reconstrucción del
templo bajo las órdenes del arquitecto Javier Barroso, quien realizó algunas
alteraciones respecto al edificio original, entre ellas, la culminación de las
torres que habían quedado inacabadas.
El interior del templo es de una gran
belleza y recomendamos visitarlo sin prisas, en este apartado de nuestro
recorrido por la calle de Toledo, nos limitaremos a reseñar algunos elementos
destacables del interior de la colegiata.
Grabado de la Iglesia de san Isidro |
Nada más penetrar en el templo
elevaremos nuestra vista para contemplar el crucero, las pechinas y la cúpula,
continuaremos por el retablo mayor reformado en su día por Ventura Rodríguez
para poder alojar los restos de san Isidro y su esposa. El incendio de 1936
acabo con el retablo, siendo restaurado por José Lapayesse Bruna, las nuevas
esculturas son de Luis Vicent Llorente, la mesa del altar es obra de Félix
Granda.
Por suerte, se salvaron del incendio las
urnas y los restos mortales de san isidro y santa María de la cabeza que se
encontraban ocultos, no así la estatua de san Isidro obra de Juan Pascual de
Mena.
En el interior del templo destacan las
numerosas capillas distribuidas en el perímetro del templo como las de Jesús de
Gran Poder y Esperanza Macarena. La capilla de la Esperanza Macarena está
presidida por una reproducción de la Esperanza de Sevilla, que junto al retablo
son obra de Antonio Eslava Rubio.
La capilla de Jesús del Gran Poder,
esta considerada como una de las capillas más hermosas de Madrid. La capilla pertenecía
al Cristo de la Buena Muerte, obra de Juan de Mesa del Siglo XVII y que en la
actualidad, se encuentra en la Almudena. Las pinturas de la cúpula son de
Claudio Coello, la talla de Jesús del Gran Poder es copia realizada por José
Antonio Rodríguez Fernández Andés de la talla de Juan de Mesa que se encuentra
en la catedral de Sevilla. En la capilla podemos contemplar magnificas pinturas
de Francisco de Ricci del Siglo XVII.
Interior del templo |
En la capilla de san José, destacan el
retablo del Siglo XVII y la estatua de san José de Luis Salvador Carmona del
Siglo XVIII. También se pueden observar pinturas de Francisco Herrera el Mozo y
los pintores madrileños Pablo Pernicharo y Juan Peña.
Continuaremos nuestro recorrido por la
capilla de las dos Trinidades, destacando la decoración del Siglo XVII
atribuida a Dionisio Mantuano. El retablo es obra de Sebastián Herrera Barnuevo
que se dice que fue discípulo de Alonso Cano.
En la capilla de San Cosme y San
Damián, podemos contemplar el retablo barroco y verja del Siglo XVIII y una
talla del Santo Cristo de las Siete Palabras obra de Ramos Corona. En esta
capilla, tiene su sede la Cofradía de la Hermandad del Gremio de Medicina.
En la capilla de Nuestra Señora del
Buen Consejo, se realizan los oficios religiosos, podemos admirar la planta de
cruz latina y la cúpula diseño de Sebastián Herrera Barnuevo. En el altar la
imagen de la virgen obra de Félix Granda realizada después de la guerra civil y
las imágenes de San Joaquín y Santa Ana obra de Pablo González Velázquez del
Siglo XVIII.
Interior del templo |
En la capilla de San Isidro de
Naturales de Madrid, podemos contemplar la imagen de la Inmaculada Concepción,
talla posiblemente del Siglo XVI. En ambos lados se encuentran las tallas de
San Isidro y Santa María de la Cabeza. Estas imágenes salen en procesión en Semana
Santa, las imágenes originales se encuentran en la Catedral.
Para finalizar nuestro recorrido por
el interior del templo, podemos contemplar las capillas de la Dormición, San
Francisco de Borja y Nuestra Señora del Carmen con imágenes y cuadros dignos de
admiración.
Antes de abandonar el templo, queremos
recordar unos hechos lamentables ocurridos en el propio templo a lo largo se su
historia.
Calle de Toledo año 1890, al fondo el arco de Cofreros |
El 17 de julio de 1834 las turbas
deseosas de venganza matan a ochenta religiosos, sospechosos de haber
envenenado las aguas del pozo de Isidro. Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales
“Un faccioso mas y algunos frailes menos”,
se adentra en la Primera Guerra Carlista describiendo hechos de aquellos años.
En 1835 se decretó la supresión de la Compañía de Jesús.
En 1886, sobre las gradas de acceso al
templo, ocurrió un trágico suceso
durante el Domingo de Ramos, el cura Galeote, trastornado porque le habían
quitado algunas misas, mató a tiros por la espalda al obispo de Madrid, Narciso
Martínez-Vallejo Izquierdo. El cura falleció en 1922 internado en el manicomio
de Leganés.
Por último recordar que el templo, fue
asaltado e incendiado en el año 1936 destruyendo parte de su riqueza artística
de las capillas, a excepción de las colindantes con el vecino Instituto de San
Isidro.
En 1995, por Decreto del Consejo de
Gobierno de la Comunidad de Madrid, la colegiata de San Isidro es declarada
Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento.
A continuación de la Colegiata de San
Isidro en el Nº-39 de la calle Toledo y con fachada a la calle Estudios, se
encuentra el Instituto de Enseñanza Secundaria San Isidro.
En 1561, Felipe II traslada la
Corte a Madrid ciudad donde solo existía
un colegio llamado Estudio de la Villa fundado en 1346. Debido a las carencias
en materia de enseñanza, la Compañía de Jesús, decide fundar un nuevo colegio.
Para este proyecto, los jesuitas son apoyados por el I duque de Feria, Lorenzo
Suárez de Figueroa y en el año 1558 se inician los trámites.
En un principio, el colegio iba a
estar situado en un terreno que se compró a don Bernardino de Mendoza junto a
la puerta de Balnadú, en las proximidades de la actual Plaza de Isabel II, pero
al estar estos terrenos insertos en el proyecto de la prolongación del Alcázar,
Felipe II decidió paralizar su construcción.
Vieja estampa del Colegio San Isidro |
A pesar de este contratiempo, se busca
un nuevo solar y doña Leonor Mascareñas,
dama de la emperatriz Isabel y de doña María de Portugal, cede un espacio en la
calle de Toledo. En 1564 se comenzaron las obras del colegio que empezó a
funcionar en 1572 bajo el nombre de Colegio de San Pedro y San Pablo de la
Compañía de Jesús, impartiendo estudios de gramática, retórica y teología.
Rápidamente el colegio alcanzo gran
notoriedad en los círculos próximos a la Corte gracias a la Emperatriz doña
María de Austria, hija de Carlos V y esposa del emperador Maximiliano y por lo
tanto hermana de Felipe II, quien tras enviudar en 1581 regresó a Madrid para
ingresar en el monasterio de las Descalzas Reales.
Claustro del Instituto de San Isidro |
En el capitulo dedicado a la Colegiata
ya indicamos la gran predilección que la
Emperatriz tenía por la Compañía de Jesús, a la que dejo casi toda su fortuna
tras fallecer en el año 1603, con la condición de construir un nuevo colegio
que llevará el nombre de Colegio Imperial, quedando doña María como patrona,
dotadora y fundadora del mismo.
En nuevo edificio se construyó con el
diseño del jesuita Pedro Sánchez el mismo arquitecto que comenzó la
construcción de la iglesia de san Isidro. Cuando fallece en 1633, continúan su
obra los arquitectos Francisco Bautista y Melchor de Bueras. El nuevo colegio durante
el periodo de construcción no cesó la actividad docente. Las obras finalizaron
en el año 1664.
En cuanto al edificio propiamente
dicho, es una representación del barroco herreriano, destacando poderosamente
el claustro formando un patio cuadrado con veinte arcos en la planta inferior y
veinte balcones en la parte superior con molduras y cornisa en cada balcón.
En el año 1723, de hundió la bóveda de
la capilla, reconstruyéndose posteriormente bajo la dirección de Francisco
Camuñas.
Imagen actual del Instituto San Isidro |
El Conde Duque de Olivares, quiso
crear la universidad de Madrid en el Colegio Imperial, pero ante la oposición
de las universidades de Salamanca y Alcalá de Henares, Felipe IV acepta en 1625
la fundación dentro del Colegio Imperial, de los Reales Estudios, con carácter de
superiores, pero no pudiendo otorgar títulos oficiales.
Se impartían estudios de Filosofía,
Lenguas y Ciencias, Geografía y Teología. Calderón de la Barca, Quevedo y Lope
de Vega, fueron algunos de los que cursaron sus estudios en el Colegio
Imperial.
En 1767, Carlos III decreta la
expulsión de los jesuitas. Para sus ambiciones políticas necesitaba que el
clero estuviese sometido a la monarquía, así que aprovechando el llamado Motín
de Esquilache, decreta la expulsión. El Colegio deja de funcionar como tal,
dividiéndose el edificio en tres partes: Una parte para viviendas, en otra
parte se restituyen los Reales Estudios y la iglesia que forma parte del
edificio pasa a denominarse Real Colegiata de San Isidro en el momento que
recibe los restos mortales de san Isidro.
En el año 1787, José Moñino Redondo I
conde de Floridablanca ministro de los monarcas Carlos III y Carlos IV, otorga
el reconocimiento académico a nivel universitario a los Reales Estudios de San
Isidro.
A la vuelta de Fernando VII una vez
concluida la Guerra de la Independencia, ya en el año 1816, regresan los
jesuitas de su exilio y vuelven a
hacerse cargo del colegio, pero con el levantamiento de Riego y el triunfo de
los liberales contra el rey Fernando VII en el año 1820, los jesuitas son
nuevamente expulsados.
En 1823 con la llegada de los Cien Mil
Hijos de San Luis los jesuitas vuelven a retornar a su colegio, hasta que en
1834 una epidemia de cólera asola España y especialmente Madrid. Los frailes
son acusados de envenenar el agua y se produce el asalto a iglesias y conventos,
muriendo 16 jesuitas del colegio. En 1836, se produce la desamortización de Mendizábal
y nuevamente los jesuitas son expulsados de España.
Con Isabel II reinando, se promulga en
el año 1846 la primera ley sobre educación, se cierra la Universidad de Alcalá
de Henares y se funda la Universidad Central de Madrid, que provisionalmente se
instala en el edificio de los Reales Estudios.
Arquitectura de la calle de Toledo en las proximidades del Colegio |
En 1876, se emprendió una reforma para
ampliar del edificio que fue llevada a cabo por el arquitecto Francisco Jareño
y Alarcón, quien además lo dotó de una entrada independiente.
En 1876, cuando la Universidad se traslada
a la calle de San Bernardo, cede sus instalaciones de la calle de Toledo a la Escuela de Arquitectura hasta 1944 y la
Escuela de Artes y Oficios que aún se mantiene.
Durante la guerra civil se suspenden
las actividades académicas y el Colegio se convierte en refugio antiaéreo,
funcionando en el una pequeña escuela para hijos de milicianos.
En 1943, el Colegio que antes era
mixto, pasa a ser masculino, realizándose obras de acondicionamiento suprimiendo
las antiguas aulas quedando el edificio como lo podemos contemplar en la
actualidad. En 1983 el Colegio vuelve a ser mixto.
Terminada la contemplación de la Colegiata y el Instituto de San Isidro, nos adentraremos en el pasado de la calle Toledo y para ello, que mejor que recordar algunos de los edificios ya desaparecidos y que en su día fueron símbolos de nuestra calle. En la manzana comprendida entre las calles de Toledo, Cava Alta y plaza de la Cebada, se asentaba el hospital y el convento de la Latina.
Terminada la contemplación de la Colegiata y el Instituto de San Isidro, nos adentraremos en el pasado de la calle Toledo y para ello, que mejor que recordar algunos de los edificios ya desaparecidos y que en su día fueron símbolos de nuestra calle. En la manzana comprendida entre las calles de Toledo, Cava Alta y plaza de la Cebada, se asentaba el hospital y el convento de la Latina.
Hospital de la Latina pocos años antes de su derribo |
Ambos fueron fundados entre 1499 y 1507
por Beatriz Galindo y su esposo, el general de artillería Francisco Ramírez que
era secretario de los Reyes Católicos, para lo cual gozaron de una licencia del papa Alejandro VI.
El verdadero
nombre del hospital era el de la Concepción de Nuestra Señora, aunque pronto
empezó a ser conocido por el apodo de doña Beatriz. La Latina.
Se trataba
de un pequeño hospital con capacidad para doce enfermos seglares y seis
sacerdotes acomodados en distintas salas. El hospital era atendido por cinco beatas.
A partir de
1808, durante la Guerra de la Independencia, sirvió como hospital militar, y ya
en 1860 se creó en su interior una consulta oftalmológica.
En cuanto al
edificio, fue construido en estilo neomudejar por un arquitecto moro al que se
le conocía como Maese Hazán.
Portada del hospital de la Latina año 1890 |
De pequeñas
dimensiones, lo que más destacaba era su fachada realizada en piedra caliza.
Estaba formada por una ojiva flanqueada por unos escudos de armas, y sobre la
que se situaba un grupo escultórico que representaba a la Visitación.
La iglesia
del hospital, era la capilla del vecino convento de la Concepción Francisca, en
donde un rector administraba los sacramentos.
Portada del hospital de la Latina en la Ciudad Universitaria |
El
convento situado junto al hospital, en un
principio estaba destinado a una comunidad de religiosas jerónimas, pero el
Guardián padre superior del convento de San Francisco el Grande, interpuso un
pleito alegando que era ilegal construirlo a tan poca distancia de su edificio,
y que además, Francisco Ramírez que falleció en 1501 había prometido a los
franciscanos dichas casas.
En 1508, las religiosas jerónimas entraron en el
convento, pero pronto llegó la sentencia de la Rota dando la razón a los
franciscanos, por lo que las religiosas tuvieron que abandonar el convento.
Beatriz
Galindo ante la presión de los franciscanos, encargó la construcción de un
nuevo convento de la Concepción Jerónima en los terrenos de Santa Cruz, junto
al palacio de su recientemente fallecido esposo. Beatriz Galindo, podía asistir
a los oficios religiosos desde sus propias estancias con solo abrir sus
balcones que daban al presbiterio de la iglesia.
Convento de la Latina en la actualidad, en amarillo la tienda de disfraces de Caramelos Paco |
De
esta forma nace el conjunto del monasterio de la Concepción Jerónima y el
palacio de los Ramírez, hoy llamado Palacio de Viana en la Plaza de las Provincias
junto a la Plaza Mayor y sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. El convento
fue derribado en 1890, trasladándose a la calle Lista, donde estuvo durante el periodo (1890-1967). Posteriormente de nuevo
fue traslado al Goloso donde se encuentra en la actualidad. Los Cenotafios de
Beatriz Galindo y su esposo, siempre han estado en los distintos conventos de
la Congregación.
Claustro del primitivo convento de la Concepción Jerónima |
Volviendo a la Calle Toledo,
recordaremos que el convento junto al hospital quedó deshabitado. En 1512, las
beatas de San Pedro el Viejo, que habían profesado la regla de la Concepción,
solicitaron a Beatriz Galindo la donación del edificio.
Beatriz Galindo dio su
consentimiento, con la aprobación del Guardián de San Francisco, Beatriz
Galindo, se reservó
el patronato para sí y para sus sucesores.
Las religiosas tomaron posesión del
convento en mayo de 1514 y desde ese momento el convento fue conocido por el nombre
de la Concepción Francisca.
En el año 1904, ambos edificios fueron
derribados con el fin de ensanchar la calle de Toledo, ya que ocupaban gran
parte de la calzada, formando un tapón a la entrada de la plaza de la Cebada.
Aunque
se habló de reconstruir de nuevo ambos edificios, en 1907 el arquitecto Juan
Bautista Lázaro construyó un pequeño convento para las monjas, además de una
casa de viviendas que hace esquina con la plaza de la Cebada, y el teatro de La
Latina.
Del
antiguo hospital se conservó la fachada, trasladada a la Ciudad Universitaria,
junto a la Escuela de Arquitectura, y la magnífica balaustrada, colocada en la
antigua Hemeroteca Municipal, en la plaza de la Villa.
Estatua de Beatriz Galindo junto a la Puerta del Angel |
Beatriz
Galindo, nace en Salamanca en 1465, algunos autores indican que nació en el año 1475, fue elegida para ser monja, para lo que sus
padres decidieron que tomase clases de Gramática en una de las instituciones
dependientes de la Universidad de Salamanca. Pronto destacó en el dominio del latín, tanto en la
traducción como en la lectura, siendo capaz a los quince años, de hablar perfectamente
en latín. Su fama se extendió primero por Salamanca y después por todo el reino
y empezó a ser conocida como “La Latina”.
Cuando estaba preparada para ingresar en el convento, en 1486 fue llamada por la reina Isabel la Católica a la Corte para que se dedicase a la formación de sus hijos. Fue considerada una de las mujeres más cultas de su época. La reina Isabel la tenía en muy alta estima solicitándole consejos.
Cuando estaba preparada para ingresar en el convento, en 1486 fue llamada por la reina Isabel la Católica a la Corte para que se dedicase a la formación de sus hijos. Fue considerada una de las mujeres más cultas de su época. La reina Isabel la tenía en muy alta estima solicitándole consejos.
Se
casa en diciembre de 1491 con el capitán de artillería y consejero de los Reyes
Católicos Francisco Ramírez de Madrid, boda para la que los Reyes Católicos le
dieron una dote de 500.000 maravedíes. Cuando enviudó en 1501, se retiró de la
corte viviendo en el palacio de su esposo situado en la calle Concepción
Jerónima, en el que hoy es el Palacio de Viana. Posteriormente ingresa en el convento falleciendo en el año 1534.
En
nuestro recorrido por la calle de Toledo, hemos alcanzado la emblemática Plaza
de la Cebada. En dicha plaza, concretamente en el comienzo de la calle de San
Millán, se encontraba la iglesia del mismo nombre.
La
Iglesia fue fundada en 1591 como dependiente de la parroquia de San Justo, cuya parroquia se había extendido hasta alcanzar el límite
sur de la ciudad.
Al
parecer, la iglesia se estableció sobre una antigua ermita dedicada a San
Millán Abad, y que situada en la calle Toledo dependía del Hospital de la
Latina.
El
templo fue remodelado en 1612 con el dinero aportado por la Parroquia de San
Justo, posteriormente se le agregó la Capilla Mayor, financiada por la
Congregación del Santo cristo de las Injurias.
Iglesia de San Millán año 1860, el edificio de la izquierda pertenece al conjunto Hospital y Convento de la Latina |
En 1676, la misma congregación mandó
construir el retablo mayor, en donde se colocó la imagen del Santo Cristo de
las Injurias, que contenía las cenizas de un crucifijo que se dice fue quemado por unos judíos en 1630. Esta imagen, era la preferida por el Tribunal de la Inquisición para
presidir los Autos de Fe en Madrid.
El
14 de marzo de 1720, todo el edificio fue reducido a cenizas por un incendio, por lo que fue reconstruida con una
nueva planta de acuerdo con el proyecto de Teodoro Ardemans, abriéndose
nuevamente a los feligreses el 24 de septiembre de 1722.
Se convierte en parroquia independiente en 1805, y fue derribada en 1869 durante
los años del sexenio revolucionario, periodo de la historia de España
transcurrido desde el triunfo de la revolución de septiembre de 1868 hasta el
pronunciamiento de diciembre de 1874, que supuso el inicio de la etapa conocida
como Restauración borbónica. Al derribarse la Iglesia de San Millán, sus
feligreses pasaron a depender de la iglesia del antiguo convento de San
Cayetano en la calle de Embajadores, en la actualidad San Millán y San Cayetano.
En la calle de Toledo, frente al mercado de la Cebada y haciendo esquina con la calle de la Pasión ( hoy Maldonadas), se encontraba el antiguo hospital de la Pasión que fue ocupado en 1637 por los dominicos del convento de Santo Tomás cuando el hospital fue trasladado a la calle de Atocha. Los frailes utilizaban la Iglesia de San Millán para sus actos religiosos.
El convento fue derribado en 1809 por orden de José Bonaparte con el fin de ampliar la plaza de la Cebada.
En la calle de Toledo, frente al mercado de la Cebada y haciendo esquina con la calle de la Pasión ( hoy Maldonadas), se encontraba el antiguo hospital de la Pasión que fue ocupado en 1637 por los dominicos del convento de Santo Tomás cuando el hospital fue trasladado a la calle de Atocha. Los frailes utilizaban la Iglesia de San Millán para sus actos religiosos.
El convento fue derribado en 1809 por orden de José Bonaparte con el fin de ampliar la plaza de la Cebada.
En el solar del antiguo hospital y
convento de la Latina derribados en 1904, se levantó un pequeño cine. Poco tiempo después el cine dio paso
a un teatro puesto en marcha en la
primera década del Siglo XX por el anticuario
Juan Lafora Calatayud. En el teatro, bautizado bajo el nombre de Beatriz
Galindo "La Latina", actuaron hasta los años treinta compañías como
las de Emilio Sagi, Salvador Videgain o la del maestro Guerrero.
El Teatro que podemos contemplar en la
actualidad ubicado en plena Plaza de la
Cebada, es obra del arquitecto Pedro Muguruza que llevó a cabo su construcción
en 1919. Recordaremos que Pedro Muguruza fue el arquitecto de edificios y
monumentos tan emblemáticos como el Valle de los Caídos el Palacio de la Prensa.
Teatro de La Latina |
El Teatro de La
Latina, ha sido uno de los escenarios más importantes para la representación de
comedia y revista en la historia del teatro en Madrid a lo largo del Siglo XX.
En el teatro de La Latina se han
representado infinidad de obras, especialmente comedias. Desde 1921 se han
representado más de 180 espectáculos principales con actores y actrices como:
Raúl Sender, José Sazatornil, Concha Velasco, Nati Mistral, Paco Valladares,
Celia Gámez, Juanita Reina, Carmen Sevilla, Lola Flores, Paco Martínez Soria,
Jesús Puente, Amparo Rivelles Lina Morgan, Tony Leblanc y así hasta una lista
interminables de actores y actrices de comedia de los siglos XX y XXI.
Antes de que
Juan Lafora Calatayud construyese el Teatro, en el mismo lugar y a partir de
1906 estuvo instalado un cobertizo cerrado de 225 m2 que diseño el arquitecto
Mauricio Calvo, para dedicarse a cinematógrafo y espectáculos análogos.
El barracón tenía
fachada por un lado a la calle de Toledo y por otro a la plaza de la cebada.
Constaba de tres ambientes:
Un vestíbulo
de 2x9 metros que incluía una sala de espera y el despacho de billetes, un salón que acogía 150 localidades de general en bancos de madera y 70 sillas de
preferente y un pequeño escenario de 3x5 metros.
Cinematógrafo de La Latina año 1907 |
Todos los
tranvías que iban a la plaza de la Cebada tenían parada en la puerta, y se
contrató el programa Ajuria, formado por películas de plena actualidad. En el nuevo salón era posible por precios económicos ver
las mejores películas que se ofrecían en Madrid.
El
cinematógrafo de la Latina tuvo un gran éxito. El numeroso público que llenaba,
la sala elogiaba la comodidad, elegancia y buen gusto. Por su pantalla, durante
el tiempo que permaneció como cinematógrafo, desfilaron los grandes artistas de
la época, Charlot, la Bertini, etc.
Durante el
periodo de la Guerra Civil el teatro fue utilizado nuevamente como cine.
El Teatro o Coliseo Novedades era uno
de los más antiguos del Madrid, situado en el corazón de los llamados barrios
bajos de la capital en el distrito de la Inclusa.
El teatro Novedades, se encontraba
situado en la calle Toledo, frente al mercado de la Cebada y con vuelta a la
calle de las Velas hoy López Silva, fue inaugurado en septiembre de 1857. Deslumbraba
su construcción por el lujo que exteriormente se podía apreciar pero que no
guardaba relación con los materiales
utilizados en su interior para levantar este teatro con capacidad para 1.500
personas. Los materiales, especialmente madera era recuperada de otras
construcciones que revestidas con adornos y terciopelos lujosos ocultaban la pobreza de los materiales, pero que hacían de este
teatro uno de los más bellos e interesantes de la época. Las salidas al exterior eran poco accesibles,
incluso carecía de puertas de emergencia.
Teatro Novedades después del incendio |
Después de una larga andadura de cerca
de 70 años, en la que no faltaron conocidos estrenos del género chico, el 23 de
septiembre de 1928, mientras se representaba la zarzuela "La mejor del
puerto", se produjo un espectacular incendio en el que murieron 80
personas y gran número de heridos. El teatro quedó totalmente destruido y no se
volvió a reconstruir.
En su primera época tuvo gran
importancia en la vida teatral madrileña y en todo tiempo fue el predilecto de
las clases populares de todas las barriadas de Madrid.
En tiempos del Rey Fernando VII, en el
solar que más tarde ocupó el teatro, se alzaba un cuartel de Caballería. El
edificio amenazaba ruina y el regimiento fue trasladado a otro cuartel.
Antes de construirse el Teatro
Novedades, en el solar dejado por el cuartel, se estableció allí un teatro de
aficionados, en el que intervenía gente trabajadora del barrio.
La calle de Toledo sigue conservando
todo el sabor popular del viejo Madrid. Un Madrid de Galdós y Baroja con
historias de Fortunatas y Jacintas, con recuerdos del trajín de los aguadores
repostados en la Fuentecilla, un Madrid entrañable que no deberíamos dejar que
desapareciera.
En la calle Toledo junto al comienzo
de la calle Arganzuela, se encuentra la Fuentecilla, construida en 1815.
La Fuentecilla se debe a una
iniciativa del conde de Moctezuma, alcalde de Madrid en 1814, quien quiso
erigir un monumento en honor del rey Fernando VII, tras su segunda llegada al
trono.
La Fuentecilla año 1900 |
Las obras fueron realizadas por
Alfonso Rodríguez, arquitecto de la Casa Real, y se utilizaron para la
construcción los sillares y elementos de la desaparecida Fuente de la
Abundancia del Siglo XVII, obra atribuida a Alonso Cano, que estaba ubicada en
la Plaza de la Cebada. El conjunto fue inaugurado en 1815, según reza en una
inscripción situada en el propio monumento.
La Fuentecilla presenta una fisonomía más parecida a la de un monumento urbano que al de una fuente. Está formada por una
pilastra de planta cuadrangular, que en la cara principal la que da a la calle
de Toledo, tiene anexado un zócalo donde descansa un primer grupo escultórico formado por un oso y un grifo, en alusión al antiguo escudo heráldico de
Madrid.
La pilastra integra en cada cara cuatro
frontones de forma triangular, bajo los cuales se sitúan diferentes ornamentos.
Sus lados meridional y septentrional están presididos por blasones históricos,
relacionados con la villa, mientras que en la cara occidental, que es la
principal, se omite este motivo.
En esta cara aparece una placa de
piedra, donde se recoge la siguiente inscripción: “A Fernando VII, el Deseado. El Ayuntamiento del heroico pueblo de
Madrid. Corregidor, el conde de Moctezuma”. En la cara oriental, que da a
la calle de Arganzuela, no hay instalado ningún adorno, solamente aparecen los caños y pilones del agua.
La parte superior de la fuente y de
menor anchura, está conformada por un cubo de piedra, cuyos lados están
recorridos por las siete estrellas del escudo de Madrid también presentes en el
de la Comunidad de Madrid.
La Fuentecilla en la actualidad |
Sobre el citado cubo se ubica un
segundo grupo escultórico, donde se representa a un león simbolizando a la
monarquía española, erguido sobre dos hemisferios terrestres en referencia a
los antiguos dominios del Imperio español.
El pilón es el elemento menos destacado
de la estructura, quedando encajado en la base, a través de tres de sus cuatro
lados.
Junto a la antigua Puerta de Toledo,
se encontraba el Albergue se San Lorenzo, situado en la calle de Toledo haciendo
esquina con la calle de San Lorenzo, calle que en la actualidad ya no existe, ó
mejor dicho la podemos encontrar en la zona de Tribunal.
El Albergue fue fundado en el año 1598
por Pedro de Cuenca, para dar cobijo a los pobres de la zona. La calle San
Lorenzo fue llamada calle de los Cojos ya que en el Albergue se encontraban
varias personas cojas, algunas procedentes de la batalla de Lepanto.
Plano de Texeira año 1656, con el número LXXII el Albergue de san Lorenzo y con el número 31 el antiguo matadero. |
Junto al Albergue, separados por la
calle matadero, se encontraba el primitivo matadero de Madrid destinado a vacas
y carneros, funcionó durante los siglos XVI y XVII hasta que en 1855, se
construyó un segundo matadero, que fue derribado en 1928 para construir el Mercado
Central de Pescados, transformado posteriormente en el Mercado Puerta de
Toledo.
En la actualidad en el espacio del
Mercado, encontramos la Biblioteca Pablo Salinas y el Campus de la Universidad
Carlos III.
Desaparecidas las calles san Lorenzo y
Matadero, en su lugar se encuentra la calle Capitán Salazar Martínez.
Si hay algún elemento diferenciador que
destaca por encima de todos en la calle Toledo, este sin lugar a dudas es la
Puerta de Toledo.
La Puerta de Toledo era una de las
puertas de acceso a la ciudad, pero no fue la única, ya que existieron con
anterioridad otras puertas de acceso a la ciudad situadas en el entorno de la
calle de Toledo.
Antiguamente en la cerca del Arrabal
construida en el Siglo XV para controlar la epidemia de peste que asoló la
Villa, existió una puerta de acceso denominada
Postigo de San Millán por la proximidad de la Iglesia del mismo nombre.
Estaba situada junto a la actual Plaza
de Cascorro.
En la cerca del Arrabal también se
encontraba la Puerta de La Latina, situada en la calle de Toledo, frente a la
plaza de la Cebada. En un principio, se llamaba Puerta de San Francisco por
llevar hasta el convento del mismo nombre, para luego tomar el nombre de La
Latina, al tener al lado el hospital del mismo nombre.
Puerta de Toledo año 1906 |
En 1625, al construirse la cerca de
Felipe IV, se levantó una nueva puerta situada cerca de la Casa-Matadero en el
cerrillo denominado Rastro junto a la
calle de Toledo y por ella transitaban numerosas reses dedicadas al
sacrificio y destinadas finalmente al abasto de carnes.
En los aledaños de la Puerta se
instalaron industrias de curtido de pieles y marroquinería. El material de esta
Puerta era de ladrillo, aparece representada en el plano de Texeira junto a dos
fuentes.
Los primeros proyectos de construcción
de la puerta actual se remontan a la época de ocupación napoleónica, durante el
periodo de José Bonaparte, cuando se ordenó su diseño para adecentar la entrada
a Madrid por el antiguo camino real de Andalucía.
Este primer proyecto no llegaría a
ejecutarse puesto que, tras la expulsión de José Bonaparte, las autoridades
municipales encargaron un nuevo diseño al arquitecto Antonio López Aguado. La
actual puerta se construyó entre 1816 y 1827. En un principio fue erigida para
recibir a los parlamentarios de las Cortes de Cádiz a su llegada a Madrid a modo de arco triunfal, pero no se pudo
conseguir y finalmente acabo convirtiéndose en un homenaje a Fernando VII como
conmemoración de la independencia española tras la ocupación francesa.
Puerta de Toledo en la actualidad |
Tras el derribo de la vieja Puerta, la nueva puerta fue trasladada a su emplazamiento actual. Debajo de
ella se enterró, en forma de cápsula del tiempo, un cofre con diversas monedas
de la época, guías de Madrid, calendarios y constituciones del gobierno de José
Bonaparte.
Años más tarde, el Ayuntamiento de Madrid desenterró la cápsula del tiempo y cambió
alguno de los contenidos colocando la Constitución de 1812 y algunas medallas
de Fernando VII.
Mercado Puerta de Toledo, actual Campus de la Carlos III |
Cuando este rey abolió la citada
constitución mandó desenterrar el texto constitucional, remplazándola por el
Diario de Madrid de la época, la Guía de Forasteros, y el Sarrabal de Millán,
(almanaque y lunario con carácter anual muy popular en Madrid durante el
periodo que va desde finales del Siglo XVIII a comienzos del Siglo XIX).
A finales del siglo XIX se trasladaron
las celebraciones de las ejecuciones públicas desde la Plaza de la Cebada a las
afueras de la ciudad, siendo el lugar elegido la Puerta de Toledo.
Ya en el siglo XIX, se prohibió el
acceso de animales al recinto de la ciudad salvo por la Puerta de Toledo. Esta
situación hizo que la calle de Toledo
fuese la de mayor tránsito de ganado de Madrid.
Esta situación cambió por completo
cuando a comienzos del siglo XX se creó el Matadero de Legazpi. La Puerta de
Toledo quedaba ya inserta en la ciudad desapareciendo definitivamente su
carácter de Puerta de acceso a la ciudad. Parte de las instalaciones de la
antigua Casa-Matadero, al ser trasladadas al Matadero de Legazpi se convierten
en Mercado Central del Pescado.
Biblioteca Pedro Salinas en la Puerta de Toledo. |
Estéticamente, la Puerta de Toledo
guarda una cierta relación con la Puerta de Alcalá, aunque la Puerta de Toledo
sólo tiene tres vanos, el central acabado en arco, y adintelados los dos
laterales. Realizada en granito, lo más destacable en ella es su gran ático
sobre el hueco central. El grupo
escultórico que la corona fue proyectado por José Ginés y realizado por Ramón
Barba. Aparece una alegoría de España portando el escudo de Madrid, mientras a
su lado se encuentra una personificación de las Artes y una matrona
simbolizando las provincias. El león representando a la monarquía y distintos
trofeos completan la composición.
Antes de completar nuestro recorrido
por la calle de Toledo, queremos tener un recuerdo para esos establecimientos
que han perdurado manteniendo su tipismo a lo largo de los años.
Algunos de estos locales por su
casticismo y antigüedad, han sido reconocidos por el Ayuntamiento de Madrid
instalándoles una placa conmemorativa dentro del programa que lleva a cabo el
Área de Gobierno de Economía y Participación Ciudadana con el fin de apoyar la
trayectoria y la labor de las tiendas más antiguas de Madrid.
La placa, ha sido diseñada y dibujada
por Antonio Mingote.
Fundada como una empresa de carácter
familiar, ya van por la cuarta generación desde que abrieron la puerta en 1840
en el mismo lugar en el que hoy se encuentran calle Toledo número 18.
En su origen, la actividad estuvo
orientada al sector de la cordelería fabricando todo tipo de hilos, cordones y
maromas, tanto en fibra natural como sintética.
La alpargata, también denominada
esparteña, por su suela de esparto, es un calzado de origen milenario que ha
sido usado tradicionalmente a lo largo de la historia tanto por hombres como
por mujeres especialmente en las actividades agrícolas por las múltiples
ventajas que presentaba de comodidad y agarre. Posteriormente con la llegada de
la era industrial su uso se extendió a los obreros y trabajadores de las
fábricas.
Los materiales que se han empleado
desde la aparición de este calzado eran
los que lógicamente estaban al alcance de sus primeros fabricantes, productos
como cáñamo, yute, esparto, etc.
En el mundo moderno, la alpargata
introdujo un componente de comodidad y frescura como calzado de verano, su uso
se popularizó con el paso de los años y la moda iba marcando las distintas
tendencias en cuanto al diseño de este calzado.
Plantas de esparto muy utilizada en el pasado |
Actualmente en Casa Hernanz, podemos
adquirir a parte del calzado, todo tipo de fibras tanto sintéticas como
naturales para todo tipo de trabajos industriales ó manuales, disponiendo de
una tienda online.
En el Nº-30 de la calle Toledo y
haciendo esquina con la plaza de Segovia Nueva, junto a Puerta Cerrada, se
encuentra Calzados Lobo, una de las tiendas más antiguas de Madrid fundada en
1897 y que siempre ha permanecido en manos de la familia Lobo.
Son especialistas en calzado de
artesanía, alpargatas, botas de agua y campo, safaris, manoletinas, calzado
regional y de época, cordones ballet, merceditas, ibicencas, etc.
Han mantenido la fachada original con
pequeños escaparates con tejado de cinc propio de las tiendas del Siglo XIX. Se
mantiene también la decoración interior incluyendo el mostrador.
En 1981, la Cámara de Comercio e
Industria de Madrid, concedió a Calzados Lobo la mención de Establecimiento
Tradicional Madrileño.
Placa de Comercio Centenario |
En el año 2009, el Ayuntamiento de
Madrid, incluyó a Calzados Lobo en la Guía de Establecimientos Centenarios,
otorgándoles la correspondiente placa que luce en su portal.
En el número 35 de nuestra calle junto
a la Colegiata se halla uno de los establecimientos más antiguos de Madrid “Almacenes el Botijo” fundados por la
familia Palencia y que todavía se mantienen al frente del negocio. Benito Pérez
Galdós, menciona al establecimiento en algunos de sus Episodios Nacionales. La
tienda se fundó como bazar donde se vendía todo tipo de productos de droguería,
además de mimbres, sillas, bastones, botería, alpargatas, cordelerías, rafia,
fuelles, almadreñas y un sinfín de productos. En la actualidad, vende productos
de droguería y perfumería. En la parte superior de la puerta, podemos
contemplar un botijo como único testigo del paso de los años. Al parecer el
botijo, servía para apaciguar la sed de los viajeros que entraban en Madrid por
la calle de Toledo.
Si buscamos comodidad para nuestros
pies, en el número 38 de la calle Toledo nos encontraremos con Calzados
Carballo, sus zapatos, alpargatas, babuchas y zapatillas siguen siendo punteros
en esta zona tan madrileña.
Fachada de El Botijo |
Especial mención merecen sus
famosísimas botas pisamierdas, las espesas suelas que antiguamente denominábamos
suelas de tocino pisan todo tipo de suelos, desde la sala más elegante de
Madrid, hasta el famoso camino de Santiago.
Calzados Carballo, está incluido en la
Guía de Establecimientos Centenarios disponiendo en su portal de la
correspondiente placa.
En el número 46 de la calle de Toledo,
nos encontramos con la “Farmacia de la
Paloma”, establecimiento fundado en el año 1895. Llama la atención su
bonita portada, pero no menos interesante es visitar su interior donde podremos
contemplar variedad de objetos antiguos, como jarras y frascos de la primitiva farmacia.
En el número 55 de la calle Toledo, se
encuentra Caramelos Paco. En el siglo pasado, a comienzos de los años 30, D.
Francisco Moreno Redondo, hombre de negocios bastante intrépido, con veinte
años, decidió fundar su propio negocio. Para Paco, la calle de Toledo era la más
pintoresca y bonita del mundo como afirmaba en su día D. Benito Pérez Galdós,
caracterizada por el gran número de comercios con sus ricos escaparates.
En 1934 el negocio abrió sus puertas
como tienda de ultramarinos, dedicándose a la comercialización de comestibles,
hasta que en 1936 comenzó a especializarse en la venta de caramelos y bombones,
iniciando oficialmente la dulce andadura de “Caramelos
Paco”, siendo la primera tienda de la capital dedicada exclusivamente a la
venta de caramelos y bombones.
El fundador de Caramelos Paco suplió
con imaginación la falta de recursos de la posguerra convirtiéndose en un
afamado comerciante de caramelos al que venían a comprar desde numerosos
rincones de la capital y los visitantes foráneos y es que la fama de su
establecimiento se extendía día a día.
D. Francisco Moreno Redondo fue un pionero
de la publicidad y a falta de televisión y otros recursos publicitarios puso en
marcha un sistema de publicidad que todos recordaremos. Acompañado de su hijo y
con una lata llena de alquitrán y la brocha correspondiente, se iban a las
afueras de Madrid a pintar en las rocas situadas al borde de la carretera el
nombre de la tienda de caramelos. De esta forma tan elemental pero a la vez tan
práctica, se empezó a conocer Caramelos Paco.
Actualmente Caramelos Paco, ha
ampliado el negocio adquiriendo parte del convento de la Latina donde
comercializa disfraces entre otros géneros.
Casa
Vega, situada en el Nº-57 de la calle de Toledo junto a Caramelos Paco y
fundada en 1860, se dedicaba a la comercialización de enjalmas ó albardas,
aparejos para las bestias de carga.
La casa fue fundada por el abuelo del
actual propietario y desde entonces viene comercializando productos como:
cencerros, aperos de labranza y productos como alpargatas y cordelería.
Placa de Local Centenario |
La cordelería es un negocio antiguo.
Hoy Casa Vega se distingue como lugar especializado en la venta de cuerdas y
derivados. Cuerdas, cordeles, bramantes, sogas, maromas, guitas. Artes de
cáñamo, rafia, pita, yute, lino, esparto. Todas ellas fibras naturales, cada
vez menos utilizadas y difíciles de encontrar, sino es en las escasas
cordelerías que aún sobreviven.
Casa Vega al igual que todos los
establecimientos centenarios, dispone de la correspondiente Placa del
Ayuntamiento de Madrid que luce en su Portal.
Sigamos con farmacias de época, junto
a la Fuentecilla, se encuentra la Farmacia del mismo nombre, al igual que la
Farmacia de la Paloma. Destaca por su portada, posiblemente una de las más
hermosas de Madrid. No te quedes con ganas de entrar aunque solo sea por
curiosidad, adelante aunque solo compres unas aspirinas, no te arrepentirás.
No nos hemos olvidado de reponer las
fuerzas y para ello la calle de Toledo y sus aledaños nos ofrecen todo tipo de
Tabernas y Restaurantes que nos deleitarán el paladar.
Farmacia la Fuentecilla |
En el número 24, se encuentra la
Taberna de san Isidro. Se trata de un establecimiento con sabor típico
madrileño, decorado con cerámica de Talavera, representando al Santo Patrón de
Madrid.
Aquí puedes degustar todos los
miércoles, su famoso "cocido madrileño", y durante el resto de la
semana el rabo de toro la paletilla de cordero asada, el entrecot, la lubina,
la dorada y el solomillo y todo ello a unos precios muy asequibles. Por
supuesto puedes tomarte una amplia gama de tapas.
Poco más adelante en el numero 28, con
fachada también a la Plaza de Segovia Nueva, se encuentra la “Taberna los Nobles de Castilla”. Fue
fundado por Teodoro Lobato en el año 1970.
En su decoración destacan las
fotografías del antiguo Madrid y mientras las contemplamos podemos degustar los
platos típicos de la gastronomía castellana, como lentejas y el cocido
madrileño y si lo preferimos, nos podemos tomar unas tapas, raciones ó
bocadillos. Champiñones a la plancha, patatas bravas y ali-oli, tortilla
española, jamón ibérico, callos a la madrileña, etc.
Quien no ha escuchado la expresión “Si
quieres comer bien y barato en San Millán número 4”. En este lugar, junto a la
calle Toledo se encuentra el Restaurante Oliveros.
La Taberna Oliveros, se fundó en el
año 1857 y se conserva tal y como se construyó. Posee una portada de azulejos
del año 1922 obra del ceramista Fidel Blanco donde podemos leer el eslogan de
la casa Oliveros: "Para comer bien y barato, San Millán 4".
Perteneciente a la familia Oliveros, continúan
con la tradición y prácticamente la misma cocina de su fundador, destacaremos el famoso cocido madrileño, los callos,
el bacalao rebozado y los postres caseros. En cuanto a su decoración interior,
sigue siendo la original con su barra de lebrillo, y azulejos en relieve de la
Cartuja de Sevilla.
Interior Restaurante Oliveros |
Hemos plasmado una pequeña muestra de la oferta gastronómica de la calle de Toledo, no obstante en sus inmediaciones, especialmente en Puerta Cerrada y la zona de la Cava de San Miguel y la Cava Baja, se pueden encontrar algunas de las tabernas, bares y restaurantes más prestigiosos de Madrid como: Sobrino de Botín, Casa Lucio, Posada Real del Villa, Las Cuevas de Luis Candelas, Ricla, etc.
Tostador de café en la calle Toledo año 1920 |
Puerta de Toledo año 1934 |
Calle de Toledo comienzos del Siglo XX |
Puerta de Toledo finales del Siglo XIX |
Fantástico el paseo por la calle Toledo y sus fotos antiguas. Tal vez se echa de menos la visita al claustro barroco del Instituto San Isidro y al museo que existe en él. Dejo un enlace por si resulta de interés: http://ies.sanisidro.madrid.educa.madrid.org//El%20edificio.htm
ResponderEliminarMil perdones, ya he visto las fotos del claustro del Instituto San Isidro.
ResponderEliminarEs una revisión bastante completa y detallada. Invita a verlo en persona. Buen trabajo!!
ResponderEliminarMe gustan tus artículos pero aprende una cosa: se escribe "ALLÁ por el siglo..." Halla es del verbo hallar, no un adverbio.
ResponderEliminarÁnimo, un abrazo
Hola Pepe: perdona que te moleste pero estoy muy interesado en la historia de la calle de Toledo y alrededores por lo que, si te apetece, me encantaría comentar algunas cosas contigo. Un Saludo.Antonio
ResponderEliminarMuy informativo, gracias
ResponderEliminara faltado la casa mas bonita en el nº 122 tiene tres torreones la del centro con reloj se la conoce por el portalon
ResponderEliminar¡Excelente trabajo!
ResponderEliminarBest Casinos with Slots and Casino Games in the US - Wooricasinos
ResponderEliminarWith online slots, you can play casino 카지노 games in the USA without risking any real 바카라 money. There are online casinos apr카지노 that 제왕카지노 let you play slots and 사이트 추천