Paseando por las calles y plazas de Madrid, en ocasiones uno se encuentra con casas que inmediatamente te llaman la atención especialmente por su arquitectura.
Hoy traemos a este Blog una de esas casas, denominada “Casa de las Siete Chimeneas”.
Somos conscientes de lo mucho que se ha escrito sobre esta casa, pero no obstante, intentaremos reflejar desde un punto de vista diferente la historia de la casa, sus moradores y las leyendas que la rodean.
La Casa de las Siete Chimeneas, se encuentra situada en la calle Infantas número 31, teniendo fachada también con la Plaza del Rey y la calle Colmenares.
La historia comienza halla por el año 1567, cuando Juan Bautista Cambrón, vende unas tierras situadas en los llamados altos del Barquillo a Francisco Roa, tres años después, este, vende las tierras a Francisco Granito que las vuelve a vender en 1574 a Pedro de Ledesma.
Pedro de Ledesma fue secretario del Consejo de Indias en tiempos de Felipe II y mandó construir una casa en los terrenos recientemente adquiridos, la casa disponía de huerta y estanque de agua. Las obras realizadas por el maestro de obras Antonio Sillero comienzan en 1574 y finalizan en el año 1577. Antonio Sillero era hermano de Diego Sillero, responsable entre otras de las obras de la Casa de la Panadería y de la reforma del Convento de las Descalzas Reales y de la iglesia del Buen Suceso. Algunas fuentes nos indican que en la construcción de la casa, pudieron participar Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. En este punto recordaremos que Juan de Herrera fue el constructor del Monasterio de El Escorial, con la estimable colaboración de Juan Bautista de Toledo. En honor a Herrera, su estilo arquitectónico ha perdurado con el nombre de herreriano.
Poco le duro la titularidad de la casa a los Ledesma, ya que en 1578, su hijo Juan Ledesma vende la casa a Juan Arias Maldonado de nacionalidad peruana. Juan Ledesma era secretario de Antonio Pérez y este a su vez, secretario de Felipe II.
La casa de las Siete Chimeneas en el Siglo XVI, según la Revista Ilustración Española |
Creemos oportuno realizar un alto en la historia de la casa para conocer un poco más la vida de Antonio Pérez, un singular e intrigante personaje de la corte de Felipe II.
Nació en Madrid en 1540 y falleció en París en el año 1611. Fue secretario de Felipe II y era hijo ilegítimo de Gonzalo Pérez, un clérigo que fue secretario de Carlos I y posteriormente de Felipe II. Fue el protegido del príncipe de Éboli, lo que le permitió educarse en las universidades de Alcalá, Lovaina, Salamanca y Padua. Al morir su padre en 1556 pasó a ocupar la secretaria real.
Desde su posición en la corte, siempre destacó como un gran conspirador contra el duque de Alba y contra don Juan de Austria. Acabó asesinando a Juan Escobedo secretario de Juan de Austria en 1578, se dice que de acuerdo con el propio Felipe II.
En 1579 Antonio Pérez fue detenido junto con su amante, la princesa de Éboli, no obstante, Antonio Pérez siguió desempeñando su cargo hasta 1584. Fue entonces cuando fue acusado primero de corrupción y diez años después se le acusó además de asesinato, sometiéndole a tortura como establecía el proceso judicial en la época.
Después de once años en la cárcel, Antonio Pérez consiguió huir utilizando un disfraz y se refugió en Aragón. Felipe II hizo entonces que le acusaran de herejía ante la Inquisición, única institución con jurisdicción en toda España, pero la Inquisición fracasó en el intento de hacerse con el reo.
A la altura de los actuales Jardines de Lepanto, justo enfrente de la plaza de la Armería, se encontraba el palacio de doña Ana de Mendoza, princesa de Éboli.
Se dice que la princesa era de una belleza inigualable, a pesar de ser tuerta y llevar siempre tapado el ojo con un rombo de seda negra o de encaje.
Don Ruy Gómez de Silva, su esposo, gentilhombre de cámara con Felipe II y miembro de los Consejos de Estado y de Guerra, la introdujo en la Corte, llegando a ser dama de honor de Isabel de Valois, tercera esposa del rey.
Antonio Pérez, placa en la calle de la Almudena y la Princesa de Eboli |
Pero su verdadero protagonismo se puso de manifiesto a partir de 1573, cuando enviuda y, tras permanecer tres años en el convento carmelita de Pastrana, regresa a la Corte y se instala en su antiguo palacio. Aquí empezaría una historia que al final acabaría en tragedia.
La leyenda presenta a Felipe II loquito por los huesos de la Éboli, al igual que Antonio Pérez. La princesa de Éboli, participó con Pérez en numerosas intrigas palaciegas.
Se dice que la muerte de Escobedo fue debido a que sabía demasiado de los amores y de los turbios manejos de la pareja e intentó chantajearlos. Con la muerte de Escobedo y Antonio Pérez detenido, Felipe II confinó a doña Ana en la torre de Pinto primero y después en la de Santorcaz, para trasladarla posteriormente a su palacio de Pastrana, donde siguió visitándola en secreto.
Más tarde tomaría medidas más severas contra su amante, internándola en el torreón oriental de ese palacio en la sala conocida como "de la reja", a la que sólo se le permitía asomarse una hora al día. Allí permaneció diez años, hasta su muerte en 1592. Está enterrada en la cripta de la colegiata de Pastrana.
Hemos recordado un poco de la historia del intrigante Antonio Pérez y ahora nos toca continuar con el deambular de la casa.
La casa fue de nuevo vendida en el año 1583 a un comerciante genovés llamado Baltasar Cattaneo que realiza una reforma sobre la primitiva casa de Pedro Ledesma, la reforma la lleva a efecto el arquitecto Andrea de Lurano. La casa ya va tomando las trazas que podemos observar en la actualidad, aparecen las siete chimeneas sobre un tejado a cuatro aguas. La casa comienza a denominarse como “las casas de Castaño”.
Parece que los distintos propietarios de la casa no terminan de asentarse en ella, así en 1586, muere el genovés Baltasar Cattaneo y sus descendientes venden la casa a Francisco de Sande y Picón, natural de Cáceres.
Recreación de la casa después de la reforma de Andrea de Lurano en 1583 |
Francisco de Sande nace en 1540 y fallece 12 de septiembre de 1602, ocupó el cargo de funcionario real español desempeñando varios cargos en las Américas y Filipinas, entre otros el de Gobernador General de Filipinas y más tarde el de Presidente de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá.
Ésta claro que la corrupción de los políticos no es de ahora y para ejemplo el de nuestro personaje. Francisco de Sande se caso a los 56 años con doña Ana de Mesa una rica heredera de 27 años de edad, pero falleció pocos años después el 12 de Septiembre de 1602. La joven viuda, fallecería en 1629, pero tubo tiempo para pleitear con sus hijos por conseguir el tesoro que había amasado Francisco de Sande y que se lo había confiado a su amigo don Pedro de Mendoza, pero al parecer quien se había hecho con el tesoro era fray Martín de Sande, hermano de Francisco y que dilapidó la fortuna haciendo regalos al duque de Lerma para que le proporcionara algún obispado.
Se dice que la fortuna estaba valorada en 60.000 ducados y consistía en oro y esmeraldas, conseguida por medios no muy lícitos. Cuando Ana de Mesa reclamo la fortuna a su cuñado, se descubrió el pastel y fray Martín de Sande fue condenado por las autoridades eclesiásticas con el destierro al convento de Trujillo, donde murió en 1627.
Volviendo de nuevo a nuestra casa, durante la ausencia de España de sus propietarios, fue alquilada a distintos personajes entre los que destacaremos los siguientes: Marques de Mondejar, grande de España, Pedro Álvarez, secretario del Consejo de Portugal, Jorge de Cárdenas, duque de Maqueda y posiblemente el más conocido, Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia.
A pesar de que la familia había vuelto a España, siguieron alquilando la casa a distintas personalidades extranjeras como los Embajadores de Génova, Venecia e Inglaterra.
Por primera vez ya en el año 1631, se denomina “Casa de las siete Chimeneas” y si observamos el Plano de Pedro Texeira de 1656, la casa figura con ocho chimeneas, no sabemos si por error, o porque realmente disponía de las ocho chimeneas.
En 1627 ha fallecido Ana de Mesa y la casa la hereda su hija María única superviviente del clan familiar, que trata de mantener el mayorazgo de su padre y la fortuna de su madre. A su muerte en 1671, la casa pasa a sus descendientes legítimos acabando la titularidad en manos de Domingo de Colmenares conde de Polentinos allá por el año 1778. Entre 1671 y 1790, la casa es alquilada a distintas personalidades relacionadas con Embajadas extranjeras y que no enumeraremos para no abrumar al lector.
Señalada en rojo la Casa de las Siete Chimeneas, en verde la calle del Barquillo |
En esta época la casa sufre una nueva reforma añadiéndose otro edificio trasversal de forma que el conjunto termina formando una L, tal como podemos observar el edificio en la actualidad. Al parecer la casa disponía de una huerta situada más o menos donde en tiempos se encontraba el Circo Price. Pero lo que más destacaba era sus hermosos jardines con todo tipo de flores y un gran invernadero, asimismo el jardín disponía de estanque de agua y gran cantidad de aves y animales sueltos.
Traemos a estas páginas los comentarios de Mesonero Romanos describiendo las características de la casa:
“La casa conocida con este título (que es la de la esquina y propia del señor Conde de Polentinos) debió ser en los principios una hermosa casa de campo, rodeada de extendidos jardines y huertas, y cuya sólida y elegante construcción en su parte principal, que da a dichos jardines y a la plazuela (pues la que mira a la calle de las Infantas, se ve palpablemente que es añadida), revela el gusto especial de las construcciones de Juan de Herrera, en cuyo tiempo pudo ser fabricada, a mediados del siglo XVI, para el mayorazgo fundado por el doctor D. Francisco Sandi y Mesa, que hoy posee el Sr. Conde de Polentinos. Su extensión comprendía los jardines, posesiones y casas contiguas, incluso el teatro del Circo, y pasa de 100.000 pies. Es también histórica, por haber habitado en ella el Príncipe de Gales en 1623, cuando vino a pedir la mano de la infanta doña María; luego el ministro de Carlos III Marqués de Esquilache, cuando el día 23 de Marzo de 1766 estalló el célebre motín de las capas y sombreros, atacando el populacho la morada del Ministro (cuyas señales se han conservado hasta nuestros días), y presentando el mismo terrible aspecto que medio siglo después ofreció delante de la inmediata casa del Príncipe de la Paz”.
“La casa conocida con este título (que es la de la esquina y propia del señor Conde de Polentinos) debió ser en los principios una hermosa casa de campo, rodeada de extendidos jardines y huertas, y cuya sólida y elegante construcción en su parte principal, que da a dichos jardines y a la plazuela (pues la que mira a la calle de las Infantas, se ve palpablemente que es añadida), revela el gusto especial de las construcciones de Juan de Herrera, en cuyo tiempo pudo ser fabricada, a mediados del siglo XVI, para el mayorazgo fundado por el doctor D. Francisco Sandi y Mesa, que hoy posee el Sr. Conde de Polentinos. Su extensión comprendía los jardines, posesiones y casas contiguas, incluso el teatro del Circo, y pasa de 100.000 pies. Es también histórica, por haber habitado en ella el Príncipe de Gales en 1623, cuando vino a pedir la mano de la infanta doña María; luego el ministro de Carlos III Marqués de Esquilache, cuando el día 23 de Marzo de 1766 estalló el célebre motín de las capas y sombreros, atacando el populacho la morada del Ministro (cuyas señales se han conservado hasta nuestros días), y presentando el mismo terrible aspecto que medio siglo después ofreció delante de la inmediata casa del Príncipe de la Paz”.
La casa sigue conociendo nuevos inquilinos y así en el año 1759, llega a ella posiblemente su más insigne huésped, LeopoldoGregorio, marques de Esquilache. Nace en Mesina en 1700 falleciendo en Venecia en 1785. Fue Ministro de Carlos III tanto en su reinado de Nápoles como posteriormente de España.
Este personaje al parecer de origen humilde era asentador de víveres del ejército cuando el rey Carlos III le asigno la administración de las aduanas de Nápoles en el año 1748. Por su gran gestión y su cercanía a los pensamientos de Carlos III le permitieron ascender a puestos de mayor responsabilidad, siendo nombrado secretario de Hacienda, Guerra y Marina.
Marques de Esquilache |
Cuando Carlos III, se trasladó a España en 1759, se trajo consigo a su equipo de colaboradores con Esquilache al frente. Como secretario de Estado de Hacienda, acumuló un gran poder, lo cual, unido a su condición de extranjero y a las reformas que realizó, le llovieron los enemigos y fue acusado de corrupción, pero no pudo probarse.
Durante su estancia en el poder entre los años 1759 y 1766, realizo una serie de reformas como: La creación de la lotería y el montepío de viudas y huérfanos de militares, reguló los despachos con Roma, dictó las ordenanzas para el remplazo militar y reorganizó los arbitrios de los pueblos y limitó los privilegios del clero.
Esquilache, modernizó la ciudad de Madrid con un sistema de alumbrado nocturno de las calles, y mando edificar la Casa de Postas y la Aduana en la Puerta del Sol.
Con el fin de acabar con la criminalidad nocturna en las calles de la Capital, dictó un bando en 1766 que prohibía los tradicionales sombreros redondos y capas largas que usaban los embozados. Esta orden, se considero un ataque a las costumbres españolas y fue detonante de una insurrección popular contra el ministro y que estalló simultáneamente en las principales ciudades del reino de España.
Todos estos sucesos ocurrieron en las fechas del 23 al 26 de marzo de 1766, pero no se trataba únicamente de la prohibición de usar capas largas. En España se estaba viviendo en un régimen despótico. Por una parte, la Corte vivía en un ambiente de opulencia ante una población que sufría carestías en los alimentos básicos. Por otra, nobles y eclesiásticos, en especial jesuitas afectados por las reformas, habían hecho causa común con el pueblo llano. El llamado “Motín de Esquilache”, obligó al Rey a aceptar las condiciones más o menos impuestas, salida de Esquilache del gobierno y su marcha inmediata a Nápoles y reforma de todo el gabinete, desterrando de él a los miembros no españoles del mismo, pero se mantuvo la Real Orden que regulaba las obligaciones sobre la vestimenta con capa corta.
Esquilache se salvo de la muerte a manos del pueblo de Madrid, por no encontrarse en su domicilio “La Casa de las Siete Chimeneas”.
Esquilache abandonó definitivamente España en abril de 1766 desde el puerto de Cartagena, con rumbo a Nápoles, no sin dejar el siguiente escrito: “Yo he limpiado Madrid, le he empedrado, he hecho paseos y otras obras... que merecería que me hiciesen una estatua, y en lugar de esto me ha tratado tan indignamente”. Ya en Nápoles, y Sicilia, Esquilache no cesó de proclamar su honradez, pidiendo un puesto que demostrase su inocencia, consiguiendo por fin la embajada de Venecia en 1772, la cual conservaría hasta su muerte en 1785.
El Motín de Esquilache de José Martí y Monsó |
La casa de las siete chimeneas se queda vacía y nuevamente es alquilada en 1790 en este caso al general O’Relly y al conde de Tepa.
En este mismo año, y aunque parezca mentira, después de muchos años el propietario Domingo María de Colmenares y Contreras, III conde de Polentinos, comenzó a vivir en la celebre casa, recordemos que desde su adquisición por Francisco de Sande, la casa no había sido habitada por la familia ni sus descendientes. El III conde de Polentinos vivió en la casa hasta su muerte en 1811, en la casa siguieron viviendo su viuda y sus hijos, realizando nuevas reformas a cargo del arquitecto Agustín Ortiz de Villajos, las obras se realizan entre los años 1877 y 1878.
En el año 1881, la casa es vendida al financiero Jaime Girona Agrafiel, marques de Estella y máximo exponente del comercio de Barcelona, que pocos años antes asociado con el marques de Vinent constituyeron el Banco de Castilla, así la casa se convierte en sede del banco y con el fin de adaptarla a las nuevas necesidades, se procede a una nueva reforma en la que participa el arquitecto Antonio Capó. En esta reforma, se cambiaron las fachadas de Infantas, Plaza del Rey y se modificó la portada.
El banco permaneció en el edificio hasta el año 1923, en que fue asaltado por los acreedores debido a la suspensión de pagos.
En el año 1926, con el reinado de Alfonso XIII, y durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la Casa de las Siete Chimeneas fue la primera sede del Lyceum Club Femenino, una asociación cultural feminista, destinada a defender la igualdad femenina y la plena incorporación de la mujer al mundo de la educación y del trabajo. Mujeres como Victoria Kent, María de Maeztu ó Carmen Baroja, hicieron posible las aspiraciones del Club. Por desgracia la Guerra Civil termina con la asociación pasando el edificio en el año 1939 a la Falange. Posteriormente en el año 1953, el edificio es ocupado por los almacenes de la Fábrica de Maicena, que elaboraba productos alimenticios teniendo el maíz como materia prima.
Continua el periplo de nuestra casa, ya desde el año 1948 el edificio es declarado Monumento Histórico Artístico, pocos años después en 1957, el edificio es adquirido por el Banco Urquijo, procediendo a reformándolo una vez más. La reforma la llevan a efecto los celebres arquitectos Fernando Chueca Goitia y José Antonio Domínguez Salazar. La reforma se realizó para devolver al edificio su aspecto antes de la reforma de Antonio Capó. Se reformó nuevamente el exterior, se mejoraron las cubiertas, y se recuperaron las balconadas y ventanales.
La Casa de las Siete Chimeneas en la década de los 50 |
Desde Abril de 1984, la Casa de las Siete Chimeneas es sede del Ministerio de Cultura.
La Casa de las Siete Chimeneas en la actualidad |
Reforma de Chueca Goitia y Dominguez Salazar en la década de los 60. |
Nos toca ahora entrar en el capitulo de las Leyendas y que mejor que partir de las confesiones de Felipe II en los momentos anteriores a su muerte, repetimos que se trata de leyendas sin poder confirmar la veracidad de los hechos.
En el libro “Yo, Felipe II” de Ricardo de la Cierva, aparecen las confesiones de Felipe II a su predicador antes de su agonía en El Escorial, yo personalmente no tengo porque dudar de la veracidad de las citadas confesiones, por lo tanto simplemente reflejamos textualmente los párrafos del libro.
“Era hija de uno de mis monteros, y emparentó por matrimonio con una de las familias más nobles de Madrid, los Zapata, que no cejaron hasta inclinar mi decisión ya muy meditada y favorecida de trasladar a la acogedora y aireada villa de la Corte que con los dineros que recibió de un hermano que medraba en Nueva Castilla compro un coto en las afueras de Madrid, frente al cerro de Buenavista, donde empleó las mandas del hermano para construir un pequeño palacio conocido por sus siete chimeneas, donde reinase tan impar beldad. Entonces y entre centenares de pretendientes la casó con Zapata, un capitán de mi guardia de la que ella se enamoró perdidamente. Yo les conocí cuando una tarde mi montero me condujo a la casa, después de holgarme entre las gentes que llenaban un cerro vecino con sus juegos y corros y quede tan embelesado que sin pararme a recordar el ejemplo del rey David hice que se ofreciera al capitán un jugosos destino en los Tercios de Italia, de los que nunca volvió. No me ofrecieron obstáculos ni la bella ni su padre y gocé varios meses de mi amor ardiente, con mengua de la discreción y hasta peligro para mi salud. Sospecho que el jefe de aquella familia, el Zapata que llevaba el título de conde de Barajas, no perdonó jamás la deshonra y a eso atribuyó tanto sus maniobras rayadas en la traición, aunque explicables por el rencor, como mi condescendencia en ahorrarle el castigo. Deje ver a Elena, la más honda pasión de mi vida, al partir para la jornada de Inglaterra y allí supe que otro pretendiente despechado ante sus negativas la apuñaló en la cama. El padre, enloquecido, oculto el cadáver de la hija y del asesino, el padre se colgó a poco allí mismo. Luego la casa de las siete chimeneas fue comprada por alguien que no temía a las leyendas. Juan de Ledesma, secretario de Antonio Pérez y otros potentados que contribuyeron a su triste fama con nuevas desventuras. Quien sabe si allí sigue insepulto el gran capricho, la gran pasión de mi vida”.
Nos empiezan a surgir las dudas, al principio de esta entrada comentamos que Pedro Ledesma compró los terrenos y edificó la casa-palacio. Pedro Ledesma era Secretario del Consejo de Indias, ¿era el mismo personaje que el montero del rey?, por lo menos se llamaban igual. No obstante, según las confesiones de Felipe II su montero recibió cierto capital de un hermano que se encontraba en las américas que le ayudo a edificar la Casa de las Siete Chimeneas, por lo tanto es muy probable que el hermano fuese el Secretario del Consejo de Indias y Pedro Ledesma el montero del rey y padre de Elena.
Tampoco debemos confundirlo con Fray Pedro de Ledesma, filósofo y teólogo nacido en Salamanca en 1544 y que destaco por defender a los indios del Nuevo Mundo. La muerte de Pedro de Ledesma tuvo lugar el 9 de Septiembre de 1616. Tenía 72 años. Sus restos fueron sepultados en la antigua sala, llamada de Santo Tomás, y hoy denominada Panteón de Teólogos. Se utilizó para ello la misma tumba, en que sesenta años antes fuera inhumado el cuerpo del gran maestro Domingo de Soto.
Las dudas continúan sobre la hija del montero, según las confesiones de Felipe II, se llamaba Elena, pero otras fuentes indican que se llamaba Isabel.
Siguiendo con la leyenda, la doncella se casó con un capitán perteneciente al antiguo y noble linaje madrileño de los Zapata. Felipe II no solo dio su consentimiento sino que se ofreció como padrino de la boda. Pero los jóvenes esposos, no pudieron disfrutar de la casa y de su nuevo estado, ya que el capitán Zapata, tubo que viajar a Flandes obligado por los deberes militares, donde murió al poco tiempo se cree que en la batalla de San Quintín. La joven y desconsolada viuda quedó sola en el caserón, sumida en los recuerdos de su amado, hasta que una mañana apareció muerta en su lecho. El pueblo no tardó en relacionar el prematuro e inesperado fallecimiento, con las periódicas visitas que Felipe II realizaba por las noches a la casa, acudiendo embozado para no ser descubierto.
Extrañamente el cadáver desaparece, algunos acusan al padre de la joven. Pocos días después, el padre de la desdichada se ahorca de las vigas de la casa. El rey ordena una investigación de los sucesos, para tratar de acabar con los rumores de su unión sentimental con la joven doncella, pero sin ningún resultado y la incógnita sobre las circunstancias de la muerte siguen siendo desconocidas. Se comentó por aquel entonces que detrás de este hecho pudo estar el secretario y confidente del Rey, Antonio Pérez.
Algún tiempo después, cuando todo empezaba a olvidarse empezó a correr el rumor de que algunas noches, tras el toque de ánimas aparecía en el tejado la figura de una dama vestida con vaporosos vestidos blancos, alumbrándose con una antorcha caminaba por las tejas con decisión y sin miedo hasta situarse en la parte más cercana al Palacio Real. Allí se arrodillaba, mientras se daba golpes en el pecho hasta que iba difuminándose la imagen.
Con el tiempo no se volvió a hablar de las apariciones, hasta que en 1881 con la compra del inmueble para sede del Banco de Castilla, dieron comienzo las obras de acondicionamiento. Un día, la cuadrilla de obreros que trabajaba en el sótano descubrieron un esqueleto de mujer y monedas de oro del siglo XVI. Pero no era el único cadáver que esperaba entre las paredes de la casa.
En 1960 con la compra del edificio por el Banco Urquijo, nuevamente se realizaron obras, descubriéndose el cadáver de un hombre emparedado en un muro de ladrillos.
Al amparo de la Casa de las Siete Chimeneas han surgido diferentes leyendas todas relacionadas con la joven viuda. Que si Felipe II mando construir la casa para su amada, que si a la muerte de Zapata un amante despechado acabó con la vida de la joven viuda, etc, etc. Nosotros, preferimos volver a la historia de la casa-palacio y la zona donde se asentaba.
En el plano de Pedro Texeira de 1656, podemos observar como era la zona en aquella época, no existía la Plaza que ahora contemplamos, ya que los terrenos estaban ocupados mayoritariamente por huertas. En el plano, se puede observar perfectamente la calle del Barquillo aunque en la imagen no se alcanza a ver el rotulo de la calle.
Mucho ha cambiado el entorno de la Casa de las Siete Chimeneas y aunque de forma breve, trataremos de plasmar en unas líneas la evolución de la actual Plaza del Rey.
No siempre tubo esta denominación, en épocas anteriores a 1800, se llamó Plaza del Almirante, en honor a Manuel Godoy, denominado Almirante de la Paz y que vivió en la zona, posteriormente se llamó Plaza del Circo. La denominación de Plaza del Circo se debe a la existencia de un Circo ecuestre y de saltimbanquis denominado Teatro Circo de Paul ó Teatro de la Bolsa fundado por Paul Laribeau y que se encontraba en la confluencia con la calle Barquillo. Por último desde el año 1835, recibe el nombre de Plaza del Rey, en honor a Fernando VII ó a Felipe II, cuestión que no se acaba de despejar y por lo tanto dejamos en el aire. Durante la Segunda República la plaza cambió de nombre denominándose: Plaza de García Hernández
No siempre tubo esta denominación, en épocas anteriores a 1800, se llamó Plaza del Almirante, en honor a Manuel Godoy, denominado Almirante de la Paz y que vivió en la zona, posteriormente se llamó Plaza del Circo. La denominación de Plaza del Circo se debe a la existencia de un Circo ecuestre y de saltimbanquis denominado Teatro Circo de Paul ó Teatro de la Bolsa fundado por Paul Laribeau y que se encontraba en la confluencia con la calle Barquillo. Por último desde el año 1835, recibe el nombre de Plaza del Rey, en honor a Fernando VII ó a Felipe II, cuestión que no se acaba de despejar y por lo tanto dejamos en el aire. Durante la Segunda República la plaza cambió de nombre denominándose: Plaza de García Hernández
Para nostálgicos recordaremos la historia del Circo Price que tanto aportó para el disfrute de los madrileños.
El Circo Price, debe su nombre a Thomas Price natural de Irlanda donde nació en 1813 destacando muy pronto como acróbata en Londres halla por 1836. En aquella época cualquier circo siempre estaba muy vinculado a los espectáculos ecuestres. Ya en 1845, Thomas Price era un especialista dentro de su propio Circo denominado Price´s Circus, dominado casi todas las disciplinas del circo.
En 1847, Price fue contratado en Madrid, como integrante del grupo de caballistas Price Brothers, y no tardó mucho en montar un pequeño circo en las proximidades de la Puerta de Alcalá, junto a la antigua Plaza de Toros.
En 1868, instaló su circo cerca de Recoletos, en la esquina con la calle Bárbara de Braganza.
Ya por entonces, como habíamos indicado anteriormente, en la Plaza del Rey se encontraba el Teatro del Circo, que sufrió un aparatoso incendio en el año 1876, quedando completamente destruido. El circo, estaba situado en la Plaza del Rey, en terrenos del Conde de Polentinos, propietario del Circo en lo que fue el jardín y huerta de la casa de las Siete Chimeneas.
Al parecer existía una buena relación entre Thomas Price y el Conde de Polentinos, llegándose a un acuerdo, en el cual Polentinos se comprometía al realizar la construcción de un moderno edificio para ser dedicado a la actividad de circo y Thomas Price lo explotaría de forma permanente para dedicarlo al circo.
El Circo Price en el año 1960 |
Por desgracia Thomas Price murió poco después un 22 de agosto de 1877 en Valencia, en el trascurso de una actuación. William Parish, yerno de Thomas Price, continuó con el acuerdo y comenzaron las obras del nuevo edificio, que se inauguraría con el nombre de Circo Price.
El proyecto fue llevado a efecto por el arquitecto Agustín Ruiz de Villanos. La estructura se realizó en hierro, según normas que Parish exigió sobre las calidades de construcción, además de la confección de un telón metálico, para evitar posibles incendios sobre los espectadores. Por otra parte, la iluminación se llevó a cabo con las entonces modernas instalaciones de gas.
En nuevo Circo, se construyo en menos de un año inaugurándose el 5-12-1880. En 1918 pasó a denominarse Circo de Parih, aunque en ocasiones se le siguió llamando Circo Price.
Durante la Guerra Civil, El Circo quedo parcialmente destruido como consecuencia de los bombardeos. Nuevamente se reconstruyo en 1940 y continuó funcionando compaginando espectáculos musicales y circenses hasta su demolición en el año 1970.
El edificio salió a subasta, adquiriéndolo el Banco Urquijo, que lo demolió para reconvertirlo en sede bancaria. Actualmente el edificio está ocupado por el Ministerio de Cultura.
En la Plaza del Rey, podemos contemplar la estatua del teniente de infantería Jacinto Ruiz, uno de los héroes del 2 de Mayo junto con Daoiz y Velarde.
Jacinto Ruiz y Mendoza nació el 16 de agosto de 1779 en la ciudad de Ceuta. Sus padres Antonio Ruiz, subteniente de Infantería, y Josefa Mendoza eran naturales de Ceuta.
Inició su carrera militar en 1795, como cadete en el Regimiento Fijo de Ceuta. En 1801 fue destinado con el grado de subteniente al regimiento de Voluntarios del Estado en Madrid, ascendiendo a teniente en el año 1807.
El 2 de mayo de 1808 se dirige al cuartel de su Regimiento poniéndose al mando de la 3ª Compañía para reforzar las tropas acuarteladas en el Parque de Artillería de Monteleón. Las tropas estaban dirigidas por el capitán Luis Daoíz que junto al capitán Pedro Velarde permiten la entrada de paisanos al recinto para entregarles armas y disponerse a la defensa del recinto.
Estatua de Jacinto Ruiz con el Price al fondo |
Jacinto Ruiz fue herido en el brazo izquierdo pero continuó luchando. Un segundo disparo le penetró por la espalda y le salió por el pecho. Al retirar los cuerpos de los fallecidos, observaron que el teniente Ruiz aún respiraba por lo que fue trasladado a su cuartel en la calle Ancha de San Bernardo y posteriormente fue trasladado al domicilio de María Paula Variano para evitar que las tropas de Joaquín Murat lo hicieran prisionero. Fue atendido por el profesor del Hospital de San Carlos, doctor José Rives, recuperándose parcialmente de las heridas recibidas.
Aun convaleciente, abandonó Madrid para unirse a otros grupos que se reorganizaban en defensa de la independencia española.
Teniente Jacinto Ruiz |
Fue ascendido al grado de teniente coronel por el Gobierno, lo que motivó que se trasladara a Badajoz, ya que estaba al frente de un regimiento de Guardias Valonas. Su estado de salud se vio agravado por el viaje y tuvo que detenerse en Trujillo. El día 11 de marzo de 1809 realiza el testamento al comprobar que su estado de salud empeora y dos días después fallece, a la edad de veintinueve años. Fue enterrado el día 14 en el cementerio de la parroquia de San Martín de Trujillo.
El general Martínez Campos, en colaboración con el teniente de infantería Ibáñez Marín, recaudó entre los altos cargos del Ejército y del Gobierno, los fondos necesarios unos 18000 duros de la época para levantar un monumento en su honor. El monumento fue encargado al escultor Mariano Benlliure
El monumento fue realizado a partir de un óleo proporcionado por su familia. La obra fue ejecutada por Benlliure en 1891 en Roma y fundida en bronce en esta ciudad por la fundición Crescenzi. La colocación de la estatua tuvo lugar el 1 de marzo 1891 y la inauguración se realizó el 5 de mayo del mismo año. Se situó inicialmente en el centro de la plaza del Rey, pero tras la remodelación de la misma a comienzos de los ochenta por la construcción del aparcamiento subterráneo se trasladó a su ubicación actual, en uno de los laterales de la plaza.
El Museo del Ejército conserva una reproducción en bronce situada en la plaza de armas de la Academia de Infantería, que fue fundida en Trubia en 1947.
El pedestal, sobre el que se encuentra la estatua está realizado en forma octogonal a modo de escalera y para su construcción se utilizaron diversos tipos de mármol como el gris de Carrara, jaspeado de la zona de Mañaria en Bilbao ó el rojo de Sigüenza.
En el año 1909, el Gobierno de España propuso el traslado a Madrid de los restos mortales de Jacinto Ruiz que se encontraban en Trujillo dentro de una urna de caoba. Cuando los restos llegaron a Madrid a la Estación de Atocha, fueron depositados en un armón de artillería, donde le tributaron honores fúnebres que indican las Reales Ordenanzas. Las llaves de la triple cerradura de la urna, quedaron en poder de las Cortes, el Ayuntamiento y el Museo de Infantería. Las cenizas se encuentran repartidas entre el propio monumento, en el Museo Militar de La Coruña y en Ceuta, en el Museo de la Legión.
El escultor de la obra Mariano Benlliure y Gil, nace en Valencia en 1862, pronto se pudo comprobar su talento, exponiendo su primera obra a los nueve años. En su juventud cultivó con predilección los temas taurinos dedicándose principalmente a la pintura.
En 1879 viajó a Roma y atraído por el arte de Miguel Ángel, abandonó los pinceles para dedicarse exclusivamente a la escultura. En 1887 se estableció en Madrid y logró el primer premio de la Exposición Nacional con una estatua del pintor Ribera, que donó a la ciudad de Valencia. Fue considerado uno de los mejores escultores nacionales de su época.
Para darnos cuenta de la importancia de su obra, traemos a estas páginas algunas de sus obras realizadas para la ciudad de Madrid: El Monumento a Emilio Castelar, el monumento al teniente Ruiz, el monumento a Álvaro de Bazán, los monumentos a Sagasta y Canalejas en el Panteón de Hombres Ilustres. Retratos de la familia de Joaquín Sorolla y Bastida, hoy en la Casa Sorolla, el monumento a Goya frente a la entrada del Museo del Prado, el monumento al general Martínez Campos en el Retiro, las estatuas alegóricas en el Edificio Metrópolis, que se inauguró en 1911, estatua ecuestre de Alfonso XII en el Retiro. Por último no queremos olvidarnos de su gran obra funeraria dedicada al tenor Julián Gayarre en el Valle del Roncal.
Creemos que con esta pequeña exposición de las obras de Benlliure, es suficiente para que nos hagamos una idea de su extensísima obra.
Mariano Benlliure falleció el 9 de Noviembre de 1947 en Madrid.
En la Calle Barquillo, 8 frente a la Plaza del Rey, se encuentra la Casa Palacio del Duque de Sueca y Alcudia, Adolfo Rúspoli y Godoy.
En el año 1904, Adolfo Rúspoli y Godoy, encargó al arquitecto José Urioste y Velada la construcción de su nueva residencia en Madrid. José Urioste, había construido el Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1900. La nueva casa-palacio fue construida con planta cuadrada como dos viviendas independientes y distribuidas en torno a un patio central. Al ser la construcción entre medianerías sólo tenía dos fachadas, una hacia la calle del Barquillo y a la otra a los jardines del Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército. Ambas fachadas se decoraron con balconadas de piedra, y rejas de hierro forjado y con pilastras decoradas con grutescos. El edificio seguía el ideal de las residencias de las clases altas de comienzos del siglo XX.
Queremos recordar que el nuevo palacio se construyó después de derribar la antigua casa que fue habitada por el antecesor de Adolfo Rúspoli, Manuel Godoy, Príncipe de la Paz y I Duque de Sueca y de Alcudia.
Casa-Palacio del Duque de Sueca y Alcudia |
Godoy, nació un 12 de mayo de 1767 en Badajoz. Siempre gozó del favor de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, así que en poco tiempo pasó de cadete en el Cuerpo de la Guardia Real a consejero de Estado, y a recibir el título de duque de Alcudia.
En el año 1792 ya era primer ministro, firmando la Paz de Basilea con Francia en 1795, por la que recibió el título de príncipe de la Paz.
Le fue concedido el título de generalísimo coincidiendo con la victoria sobre Portugal en la guerra de las Naranjas. Firmó el Tratado de Amiens marzo de 1802 por el que España obtuvo de Gran Bretaña la isla de Menorca a cambio de Trinidad.
Se dice que Godoy fue amante de la Reina María Luisa y que se casó con María Teresa de Borbón y Villábriga, Condesa de Chinchón para evitar los comentarios de su relación con la reina. El matrimonio no llego a cuajar y al parecer Godoy siguió con sus aventuras amorosas en este caso con Josefina Tudó. Al morir María Teresa, se casó con Josefina.
Detalles de la fachada de la Casa-Palacio en la calle Barquillo Nº 8 |
Del matrimonio con la Condesa de Chinchón, Godoy tuvo una hija, llamada Carlota, que se casaría con el noble italiano, Camilo Rúspoli. Los descendientes parece ser que todavía habitan en las plantas inferiores de la casa-palacio de Barquillo, mientras que las plantas superiores se han convertido en apartamentos.
La caída política de Godoy se produjo con motivo del motín de Aranjuez. La noche del 19 de marzo de 1808, el pueblo llano arto de la política de Godoy y de los apoyos de este a la política de Napoleón, apoyado por una parte de la nobleza quejosa por los recortes de sus privilegios impulsados por Godoy, asaltó el palacete, en el llamado Motín de Aranjuez, tras el cual fue destituido de sus cargos y honores, siendo encerrado en el castillo de Villaviciosa de Odón por orden del príncipe Fernando y que a duras penas salvó la vida gracias a la intervención de Murat, quien lo condujo a Bayona. Algunas informaciones indican que Godoy tuvo en su casa de la calle del Barquillo a Murat como invitado.
Las posesiones de Godoy fueron objeto de rapiña. Mesonero Romanos cuenta en sus "Memorias de un Setentón" como participo en el asalto a la vivienda de Godoy en la calle del Barquillo de donde se llevó varios objetos.
Retrato de Godoy realizado por Francisco de Goya |
Vivió en su destierro en Francia de una pequeña pensión gracias a Luis Felipe de Francia. En 1847 fue rehabilitado por Isabel II, devolviéndole todos sus bienes.
Manuel Godoy falleció en París en 1851.
Para finalizar nuestro recorrido por la Casa de las Siete Chimeneas y la Plaza del Rey, queremos recomendar a todos los paseantes que miren hacia la parte superior del edificio del Ministerio de Cultura, edificio que ocupa el espacio del desaparecido Circo Price y podrán contemplar un enorme reloj de sol. La superficie se realizo con granito pulido. El Reloj está en la fachada que mira hacia el Suroeste y eso hace que marque más horas por la tarde que por la mañana. El reloj marca las horas de Otoño-Invierno.
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