Fuera
de la muralla cristiana construida halla por el Siglo XII, comenzaron a
establecerse núcleos de población especialmente hacia el Este debido a las
características topográficas del terreno, estos núcleos de población se
denominaron arrabales y en ellos se desarrollaban actividades laborales
especialmente en el campo. Los arrabales más destacables fueron los de San
Martín, San Ginés y Santa Cruz.
Junto
al arrabal de Santa Cruz, existía una laguna que recogía aguas de diferentes
arroyos y cursos de aguas subterráneas que existían en la zona.
Algunas de estas corrientes subterráneas,
alimentaban las desaparecidas fuentes de los Caños del Peral en la actual Plaza
de Isabel II. Todo el entorno de la laguna y de las míseras casas que se habían
construido se conocía como la laguna de Lujan por situarse en tierras de
Francisco Lujan, también conocido por el del Arrabal.
Plano del Madrid Medieval |
En la Edad Media, todas las mercancías
que entraban por las puertas de la ciudad, tenían que pagar unos aranceles, y
esto llevó a que algunos comerciantes prefiriesen establecer sus negocios fuera
de las murallas, en las inmediaciones de la Puerta de Guadalajara.
Durante los siglos XIII y XIV, la
laguna de Luján ya se encuentra desecada y el espacio es aprovechado para
desarrollar los negocios ambulantes. Durante el reinado de Juan II ya en el
Siglo XV, se construye una plaza en la antigua laguna de forma irregular con
una fuerte pendiente hacia la actual calle de Toledo. La plaza comenzó a
denominarse Plaza del Arrabal por estar situada en la salida de la ciudad por la Puerta de Guadalajara.
A principios del Siglo XV se edifica
una primera casa porticada, o lonja, para regular el comercio en la plaza, a
partir de 1480 el Concejo construye portales alrededor de la Plaza para
proteger a los vendedores de frutas y verduras.
La venta en la Plaza comienza a
regularizarse en el año 1494 siguiendo las disposiciones promulgadas por los
Reyes Católicos para la distribución de las tiendas. Ya en 1530, el Concejo
adquiere algunas de las casas que se habían construido junto a la plaza para edificar una casa para la venta de pan y otra de carne, pero el proyecto se quedó
paralizado. Será en el año 1532 cuando aparece por primera vez la denominación
de Plaza Mayor y en el mismo año, según las crónicas se celebró la primera
corrida de toros.
En 1580, con la Corte de Felipe II
establecida en Madrid, el monarca encarga el proyecto de remodelación de la
plaza al arquitecto Juan de Herrera, comenzando por el derribo de las viejas casas anexas a la Plaza. Los derribos comenzaron en el año 1583 pero debido a la falta de medios
económicos, serán las aportaciones de los vecinos quienes financien los
derribos. Los vecinos ya sin casas tendrán que irse a unas viviendas provisionales
establecidas en la vecina Plaza de Santa
Cruz.
En 1583, Felipe II emite en junio un real
decreto que permite al Concejo financiar las obras y al mismo tiempo se concede
una suma compensatoria a los vecinos de las casas derribadas.
En los trabajos de la remodelación de
la Plaza Mayor intervinieron el arquitecto Juan de Herrera ayudado por Juan de
Valencia en el diseño inicial y en los detalles de la reforma arquitectónica. Posteriormente
se incorporó el alarife Antonio Sillero,
que había trabajado anteriormente en algunas casas de la Plaza del Arrabal.
Antonio Sillero trabajaba con su sobrino
Diego Sillero.
En sus inicios, en el año 1591, en la
Plaza de construyó en el ala Sur, la Casa de la Carnicería a modo de depósito
general de carnes desde el que se abastecía a los mercados de la villa, de ahí
el nombre del edificio.
En la actualidad, su fachada es
homogénea con el resto de los edificios de la Plaza. Se distingue por las dos torres con sus correspondientes chapiteles en la cubierta y la planta del ático levantada entre ambos.
En el ala Norte de la Plaza, se
construyó la denominada Casa de la Panadería para el abastecimiento de pan en
Madrid especialmente en épocas de malas cosechas de cereales y para evitar la
falta del alimento de primera necesidad en aquellos tiempos.
Para la financiación de la Casa de la
Panadería se utilizaron fondos de los impuestos sobre los alquileres y
propiedades de la Villa. Las obras fueron encargadas al alarife Diego Sillero.
Los primeros diseños de la Casa de la Panadería se comunicaron a Felipe II en
1590, para que el monarca siguiese la marcha de las obras. Felipe II recomendó que el diseño incorporase unos soportales, inspirados en los situados a la
entrada de la Basílica del Monasterio de El Escorial. Sillero comenzó las obras
en el año 1592. Fue necesario derribar algunas casas para la construcción de la
Casa de la Panadería. Sillero se dedicó durante varios años a la edificación de la mencionada Casa, compaginando sus trabajos con otras obras en el entorno
cercano de la Plaza. La parte baja del edificio se destinó a Panadería reservándose
las salas y balcones del piso principal para que los Reyes asistiesen desde
ellos a las fiestas de toros y actos de fe.
Pintura de la Plaza Mayor año 1623 de Juan de la Corte |
En esta época las ordenanzas
municipales obligaban a los propietarios de las casas situadas en la Plaza a
retirar los pilares de madera y colocar en su lugar pilares de piedra imitando
los de la Casa de la Panadería. En 1617, con Felipe III en el poder, se encarga
la finalización de las obras de la Plaza a Juan Gómez Mora, siendo concluidas
en el año 1619.
La nueva Plaza tenía unas dimensiones
de 120 por 94 metros, disponía de ocho entradas y 466 ventanas, las casas todas
de cinco pisos, pueden considerarse como la primera ciudad dormitorio de Madrid,
ya que llegaron a vivir en la Plaza cerca de 3700 vecinos.
Sus cuatro fachadas son continuas,
interrumpidas solamente para dejar paso a las ocho calles que llegaban a la Plaza.
Los cuatro lados de la Plaza, se denominaron con el nombre de Panadería, Mercaderes, Paños y Carnicería. Toda la planta baja
lleva soportales sobre pilares de
granito, en solución adintelada excepto el frente que corresponde a la Casa de
la Panadería que lleva arcos. La fachada de la Casa de la Panadería disponía de
una altura menos que el resto de edificios, pero su mayor jerarquía quedaba
resaltada por las dos torres con sus chapiteles que la flanqueaban.
La nueva Plaza fue inaugurada el 15 de
Mayo de 1620 para celebrar la canonización de San Isidro Labrador.
La Plaza Mayor ha sufrido tres grandes
incendios en su historia, el primero de ellos se inició en la noche del 6 al 7
de Julio de 1631, al parecer en un horno en los bajos de la Casa de la Carnicería,
la madera utilizada en la construcción, favoreció la propagación de las llamas.
El propio rey Felipe IV se personó en el lugar y ante la imposibilidad de
atajar las llamas, se recurrió a la ayuda divina. Se trajeron las imágenes de
las vírgenes de Atocha y de la Almudena y asimismo el cuerpo incorrupto de San
Isidro.
El fuego se mantuvo durante tres
días falleciendo 13 personas. De un
total de 68 casas construidas, se quemaron 60, con unas pérdidas económicas
superiores al millón de ducados. La restauración fue encomendada a Juan Gómez Mora. A partir de este momento se
prohibió poner tejados de plomo que dificultaron las labores de extinción por
el goteo continuo del plomo fundido.
Plaza Mayor según Texeira año 1656 |
El segundo de los incendios ocurrió el
10 de Agosto de 1672, iniciándose en la Casa de la Panadería, falleciendo 25
personas. Fue reconstruida posteriormente por el arquitecto Tomás Román, en
colaboración con Marcos López, Pedro
Lázaro Goiti, Juan de León y Lucas Román. En 1674, tras diecisiete meses de
obras la Casa de la Panadería queda reformada. La financiación provenía de las
sisas reales y municipales aprobadas por Mariana de Austria madre del Carlos
II. Destacaremos que Claudio Coello participo en las obras finales de
restauración de acuerdo con los diseños de José Donoso.
La Casa de la Panadería, se reedificó
desde los cimientos con importante mejora en los materiales y las trazas. En
esta reconstrucción general se incluyó una mejora de la escalera de acceso a los balcones reales. Los balcones de dicho
edificio se convirtieron en tribuna habitual en las celebraciones, y en esta
reconstrucción se tuvo en cuenta el uso
por parte de la realeza borbónica. Se abrió además, una calle para mejorar el acceso real mediante carruajes a la Plaza.
Incendio de la Plaza Mayor en el año 1790 |
En la noche del 16 de agosto de 1790
se produce el tercer incendio de la Plaza siendo el más devastador de los tres,
quedando destruido completamente un tercio del perímetro, afectando
especialmente el lado occidental de la Plaza. En la reconstrucción de la Plaza
después del incendio de 1672 se empleó mucha madera y esta circunstancia fue
decisiva para avivar el fuego. Los medios disponibles para sofocar el incendio
eran muy escasos y aunque asistieron más
de mil hombres, con los medios disponibles, resultó imposible evitar que
desapareciera gran parte de las viviendas, fue necesario derribar algunos
edificios colindantes para realizar cortafuegos. En los Archivos del Palacio
Real se conservan las notas manuscritas de Francisco Sabatini informando a Carlos IV del avance de las labores de
extinción. El fuego se había iniciado entre el Arco de Cuchilleros y el Arco de
Toledo.
Durante los nueve días que duró el
incendio se gastó más de medio millón de reales y se repartieron más de 46.000
raciones de pan y queso para los que trabajaban en las labores de extinción.
El rey Carlos IV puso a disposición de
los 1302 madrileños afectados un millón de reales de los fondos de la realeza.
El incendio, no solo afecto a la Plaza
Mayor, el fuego alcanzó la iglesia de San Miguel de los Octoes situada en el
actual Mercado de San Miguel, quedando destruida por completo.
A modo de curiosidad, transcribimos
literalmente las noticias sobre el incendio que fueron publicadas unos días más
tarde.
D
I A R IO DE M A D R I D, DEL V I E R N ES 20 DE AGOSTO DE I790.
“En
la noche del día 16 del presente mes de Agosto, se advirtió a cosa de las 11 en
el portal de Paños de la Plaza Mayor un fuego, que propagándose pasó el portal
de Paños, y sus subterráneos por todo el lienzo hasta el Arco de la calle de
Toledo y fué ascendiendo hasta las guardillas, y se extendió en las
inmediaciones hasta la Parroquia de S. Miguel, con gran voracidad, por la
calidad de los edificios. Consistiendo estos en un enrejado de madera con muy
poco material, sin paredes divisorias de ladrillo ó piedra que pudiese detener
su progreso solo se detuvo en la casa
propia de Madrid , situada sobre el referido Arco de Toledo, cuyas paredes como
mas consistentes, han contribuido eficazmente á que no se extendiese al resto
del lienzo de las Carnicerías.
Fue
recomendable la diligencia de Manuel de Silva , en apagar con tierra el fuego
que se prendió en las guardillas de esta casa. Luego que por la señal de las
campanas se tuvo noticia del parage en que se había prendido el fuego, se
acudió por todos los que deben cuidar de impedir tales incendios con sus
disposiciones y auxilios, á socorrer esta necesidad, y favorecer á los vecinos,
á quienes comprehendió esta desgracia, dando todas las providencias conducentes
á minorarla en quanto dependía de sus facultades y actividad.
Con
la misma se continúa hasta ahora para atajar la comunicación haciéndose los cortes oportunos baxo la
dirección del Teniente General D. Francisco Sabatini, sin omitirse prevención
ni disposición que pueda contribuir á minorar este daño. El piadoso corazón de
S. M. ha dispensado en favor de los habitantes de las casas incendiadas, de su
Real Erario un millón de reales para que
se distribuya con justificacion entre estas familias , confiando este encargo
al Excmo Sr. Conde de Campomanes, Gobernador del Consejo, atendiendo á la
magnitud, número, y demás calidades de estos vecinos, sin perjuicio de la
demanda general acordada por el Consejo, con Real noticia y aprobación é
iguales objetos, habiéndosele comunicado este generoso socorro de S. M. por el
Excmo. Sr. D. Pedro López de Lerena, con fecha de 18 del corriente”.
La nueva remodelación de la Plaza
Mayor fue encomendada al Arquitecto
Mayor de la Villa Juan de Villanueva. Para evitar en lo posible nuevos
incendios, Villanueva reformó la Plaza sin emplear apenas madera y construyendo
principalmente con piedra y ladrillo. Se mantuvo el diseño inicial de Juan
Gómez de Mora, pero se eliminó el quinto piso adaptando las viviendas al diseño
de la casa de la Panadería. Juan de Villanueva redactó una orden municipal para
la prevención de incendios, las anteriores se remontaban a Teodoro Ardemans
durante el reinado de Felipe V.
La remodelación contempló el
cerramiento completo de la Plaza, incluyendo arcos en las calles abiertas que
desembocaban en la misma. Las labores de reconstrucción terminaron en el año
1854. Villanueva falleció en 1811 y las obras continuaron bajo la
responsabilidad del arquitecto municipal, Juan José Sánchez Pescador, con la
colaboración de Antonio López Aguado y Custodio Moreno.
La nueva Plaza de estilo neoclásico,
tiene unas dimensiones de 120 por 90 metros, dispone de 114 arcos incluidos los
ocho de acceso, dispone de 377 balcones, cuatro torres y un total de 76
buhardillas.
A partir de 1822, se instala en Madrid
la “Sociedad de Seguros Mutuos de Incendios de Casas de Madrid” con el fin
asegurar los daños ocasionados en las casas dentro de la cerca de Felipe IV debidos
al fuego.
El proyecto se formuló el 27 de abril de 1822,
siendo impreso y publicado su reglamento el 30 de noviembre del mismo año por
valor de 69.501.128 reales y sancionado por el Consejo de Castilla, por Real
Cédula, el 31 de marzo de 1824.
En el capítulo 5º, artículo 41, según
su reglamento dice: Que se cuidará de que se coloquen en las casas aseguradas
en paraje visible una tarjeta o azulejo que diga “Asegurada de Incendios”.
Después del último incendio, la plaza
dejo de realizar las funciones de mercado, desplazándose este a la vecina plaza
de la Cebada.
Plaza Mayor año 1880 |
En 1848 bajo el reinado de Isabel II,
la Plaza perdió la función de lugar de espectáculos con que fue concebida, y se
remodeló el espacio central
convirtiendolo en un jardín a la francesa presidido por la estatua
ecuestre de Felipe III. La estatua formaba parte de los jardines privados del
rey en la Real Casa de Campo.
En 1880, se restauró la Casa de la
Panadería, encargándose del proyecto Joaquín María de la Vega.
En 1921 se acometieron labores de
reforma en las viviendas. En 1935 se realizó otra reforma, llevada a cabo por
Fernando García Mercadal. En el año 1956, se prohíbe el paso de los tranvías
por la plaza y ya en 1961 se acometió una restauración general, que la cerró al
tráfico rodado y habilitó un aparcamiento subterráneo bajo la Plaza, cuyas
obras se efectuaron durante los años 1967 y 1969 y que obligó a subir el nivel del pavimento,
realizándose el adoquinado actual, al mismo tiempo que desaparecían las zonas ajardinadas.
La última de las actuaciones en la
Plaza Mayor, llevada a cabo en 1992, consistió en la decoración mural, de la
Casa de la Panadería, obra de Carlos Franco, que representa personajes
mitológicos como la diosa Cibeles, Cupido, Baco, Tritón y otros muchos.
Por su orientación y condiciones climatológicas,
es necesario recuperar los frescos de la Casa de la Panadería cada 40 o 50 años
Plaza Mayor año 1906 |
El nombre de la Plaza ha variado a lo
largo de la historia, del primitivo nombre de Plaza del Arrabal pasó a llamarse
Plaza Mayor.
Se llamó Plaza del Arrabal cuando, de
estar fuera del recinto amurallado medieval, pasó a constituir el centro de los
nuevos barrios conformados por el ensanchamiento de la villa hacia el este
durante el reinado de Juan II de Castilla.
En 1812, cumpliendo el decreto que
disponía que todas las plazas mayores de España pasasen a llamarse Plaza de la
Constitución, cambió de nombre, pero solo duraría hasta 1814, año en que pasó a
llamarse Plaza Real.
Recuperó el nombre de Plaza de la
Constitución en los períodos de 1820 a 1823, de 1833 a 1835 y de 1840 a 1843.
En 1873, cambió su nombre por el de
Plaza de la República, y otra vez a Plaza de la Constitución desde la
Restauración de Alfonso XII en 1876 hasta la Dictadura de Primo de Rivera en
1923. Tras la proclamación de la II República se volvió a cambiar al nombre de
Plaza de la República Federal hasta el
final de la Guerra Civil cuando se recupera el popular nombre de Plaza Mayor,
nombre que perdura hasta la actualidad.
Vista de la Plaza Mayor año 1928 |
La Plaza tuvo desde sus comienzos
importantes cometidos. Era un espacio dedicado al comercio cotidiano como ya
hemos indicado con anterioridad, en la Plaza se celebraban festejos taurinos,
destinados a la realeza o a las clases populares, la Plaza fue el lugar elegido para los Autos de
Fe de la Santa Inquisición, en la misma Plaza se realizaban ejecuciones
públicas y actos más lúdicos como juegos populares.
Ya en el Siglo XV se celebraban
diversas corridas de toros y de rejoneo, aumentando su popularidad con el
transcurrir de los años. Se distinguían dos tipos de corridas: Para la gente del
pueblo y las destinadas a la realeza y todos los personajes de la Corte. Las
primeras eran organizadas por el Concejo de la Villa y las segundas por los
encargados del protocolo y fiestas de la Corte, denominados Mayordomía Real.
Auto de Fe en la Plaza Mayor, cuadro de Francisco Ricci año 1683 |
Las corridas, se solían celebrar en
determinadas épocas siempre en torno
a fechas como San Juan en Junio, Santa Ana en Agosto y San
Isidro en Mayo. Para las corridas, se acondicionaba la plaza cerrándola con
tendidos de madera, el espacio del ruedo era rectangular. Los personajes más
Nobles se colocaban en la Real Casa de la Panadería, y la Guardia Real en torno
a ella.
Los propietarios de las casas de la
Plaza solían alquilar sus balcones para contemplar las corridas y otros eventos.
En la Plaza también se celebraban los llamados
Autos de Fe y consistían en largas ceremonias que, por regla general, duraban
todo el día en las cuales se juzgaba a los procesados por el Santo Tribunal de
la Inquisición. Se daba lectura a los
alegatos y defensas, a la descripción del proceso y la proclamación de la
sentencia. Los reos vestían el sambenito. El sambenito es una prenda utilizada
originalmente por los penitentes católicos para mostrar público arrepentimiento
por sus pecados, y más adelante por la Inquisición para humillar a los condenados
por delitos religiosos. En origen se trataba un saco de lana en forma de poncho
bendecido por el cura, de donde viene el nombre de saco bendito que da lugar a
sambenito por asimilación fonética con San Benito.
Espectáculo taurino en la Plaza Mayor |
Para los Autos de Fe, la Plaza se
decoraba como un teatro. En 1624 se celebra el primer Auto de Fe en la Plaza.
Después del incendio de 1632, sólo se celebraron dos Autos de Fe en la Plaza
Mayor. Los Autos de Fe eran muy concurridos y como si se tratase de un
concierto musical de nuestros tiempos, en algunas ocasiones los asistentes se
encontraban presentes en la plaza días antes con el objeto de poder situarse en
los mejores lugares para presenciar el espectáculo.
La Plaza Mayor se utilizó en el siglo
XVII como escenario de ejecuciones públicas dictadas por la justicia. Para ejecutar
las condenas había diferencias en función de las sentencias. Los nobles eran
degollados delante de la Real Casa de la Panadería, mientras que el garrote vil se
hacía delante del Portal de Paños, a los sentenciados a la horca se les
ajusticiaba delante de la Casa de la Carnicería. Las ejecuciones públicas se
realizaron en la Plaza Mayor hasta el 27 de marzo de 1805, fecha en la que se
trasladan las ejecuciones públicas a la Plaza de la Cebada. Durante la
ocupación francesa las ejecuciones públicas regresaron a la plaza Mayor.
Estafermo utilizado en los juegos a caballo en la Plaza Mayor |
Entre el apartado de celebraciones
cabe destacar aquellos que consistían en juegos públicos como los estafermos
medievales. El estafermo era un maniquí con figura de hombre que se
utilizaba para entretenimiento de los
caballeros.
El muñeco iba montado sobre un mástil
horizontal giratorio asentado sobre una base. Iba armado con un escudo en la
mano izquierda en la derecha una correa
de la que pendían unas bolas. El muñeco se colocaba al final de una pista de
carreras sobre la que los corredores a lomos de sus caballos simulaban combates
contra el muñeco.
En el Siglo XVII eran muy populares, los juegos de cañas, las fiestas de equitación, las mascaradas en los periodos de carnaval, las luminarias y los fuegos que fueron aumentando su popularidad con el paso de los años. Las
representaciones teatrales también tenían cabida en la Plaza Mayor.
Por último, resaltar las celebraciones
religiosas, normalmente procesiones y es que la Plaza Mayor era lugar de paso y
de encuentro de las distintas procesiones en especial Semana Santa.
Año 1928, la Plaza Mayor recordando sus orígenes como mercado. |
Hemos realizado un recorrido por la
historia de esta emblemática Plaza y ahora nos toca detenernos en cada uno de
sus rincones, para conocer en detalle la actual Plaza.
La Plaza Mayor, dispone de los
siguientes accesos:
El Arco de Cuchilleros es el más famoso de los ocho arcos
de acceso a la Plaza Mayor y está situado en la esquina suroeste. Situados en Cuchilleros podemos comprobar el gran desnivel que existe entre la
Plaza y la Cava de San Miguel. Recordemos que en origen la Plaza del Arrabal
era una gran laguna que fue desecada y nivelada y las cavas eran fosos defensivos
situados junto a la muralla.
Acceso a la Plaza por el Arco de Cuchilleros |
El arco de Cuchilleros es obra de Juan
de Villanueva, quién tras el incendio de 1790, cerró completamente la plaza
habilitando una serie de arcadas para su acceso.
El origen de su nombre se debe a que
en la calle de Cuchilleros antiguamente
se ubicaban los talleres del gremio de cuchilleros, que ofrecían sus servicios al gremio de carniceros ubicados en la Plaza.
En las escalinatas de acceso, hay un
pequeño saliente protegió por una barandilla, que da paso a unos de los
establecimientos de la zona. A este saliente se le conoció como el “pulpitillo” por el hecho de
que el 2 de Mayo de 1808, un fraile del
cercano convento de San Gil, incitó a las masas a rebelarse contra la invasión
francesa.
Calle Arco del Triunfo, el primer
nombre de esta calle fue el callejón del Infierno, al parecer por las grandes
llamaradas producidas en los incendios de la plaza. También se la llamo calle
del Peso Real, porque la oficina de este organismo estuvo en el primer piso de
la Casa de la Panadería teniendo su
entrada por esta calle. En 1634, se derribó el callejón para que pudieran
transitar los carruajes, denominándose la calle Arco del Triunfo por los mismos motivos que la calle 7 de Julio.
El famoso cura Martín Merino Gómez, que intentó asesinar a Isabel II, vivió en
el Nº 2 de esta calle. La calle se encuentra en el ala norte junto a la calle 7
de Julio.
Acceso por el Arco del Triunfo |
Calle del 7 de Julio, antiguamente
llamada de la amargura, debe su actual
nombre al recuerdo de la fecha del 7 de Julio de 1822, cuando unos milicianos
se defendieron en la Plaza Mayor del ataque de las tropas de la Guardia Real
que trataban de imponer el absolutismo. La calle se encuentra en el ala norte
de la Plaza frente al Arco de Cuchilleros.
Acceso a la Plaza por 7 de Julio |
Calle de Felipe III, situada a
continuación de la calle Arco del Triunfo, se trata de la antigua calle de
Boteros, nombre que tomó del gremio que estuvo establecido en esta calle.
Cuando la estatua de Felipe III fue trasladada en el año 1847 al centro de la
plaza la calle a iniciativa de Mesonero Romanos, paso a denominarse a partir
del año 1851, Felipe III.
Acceso por Felipe III |
Calle de la Sal, anteriormente se
llamó calle Real de la Sal, porque aquí estaba el depósito de venta de la sal
en el Siglo XVII. Desde 1835, se denomina calle de la Sal. Como todas las
calles que confluyen en la Plaza, es de pequeñas dimensiones, se encuentra en
la esquina del ala este de la Plaza dirección a la calle Postas y Puerta del Sol.
Es obligado realizar una pequeña parada en esta calle, porque en ella se
encuentra la Antigua Relojería de la Calle de la Sal.
Acceso a la Plaza por la calle de la Sal |
La relojería se estableció en el lugar
en el año 1880 y de ella destacaremos una anécdota. En cierta ocasión un
cliente entregó un reloj para su reparación, y habiendo extraviado el resguardo
(en él se especificaba la caducidad a los tres meses), se presentó a recogerlo
cuarenta años después, no habiendo ningún problema para que fuese localizado y
entregado en perfecto funcionamiento. En esta calle y en la fachada del edificio
que hace esquina con postas y frente a la Antigua Relojería, podemos admirar
varios dibujos del humorista madrileño Mingote recordando los revocos a la
madrileña que a principios del Siglo XX se realizaba en las fachadas
consistentes en la colocación de elementos decorativos pintados al fresco.
Antigua Posada del Peine |
Frente a la calle de la Sal, se
encuentra uno de los establecimientos más castizos de Madrid, se trata de la
antigua Posada del Peine. El nombre se debe a que en un principio y por cortesía del establecimiento,
todas las habitaciones contaban con un peine que estaba atado al lavabo para no
ser robado. En 1970 la posada cerró sus puertas hasta el año 2005, momento en
que fue reformado totalmente su interior y restaurado su exterior para dar
lugar al actual hotel de cuatro estrellas, Hotel Petit Palace Posada del Peine.
Juan Posada adquiere en 1610 una casa
en la antigua calle del Vicario Viejo, hoy llamada del Marqués Viudo de
Pontejos para dar alojamiento a los huéspedes y forasteros que llegaban a la Villa.
Casi dos siglos después en 1796, el negocio continuaba y sus nuevos dueños, los
hermanos Espinos, lo ampliaron en el año 1891 con la adquisición de una casa contigua que daba
a la calle de Postas. La posada, contaría a partir de entonces
con unas 150 habitaciones, distribuidas en varias plantas del inmueble y clasificadas por
el poder adquisitivo de los inquilinos. Así, las habitaciones que daban a la
calle eran más espaciosas, cómodas y ventiladas que las del interior, de
dimensiones notablemente más pequeñas, carentes de luz natural y ventilación, y
normalmente ocupadas por más de un inquilino.
Viñetas de Mingote en la calle de la Sal |
Se comenta que algunas habitaciones,
como por ejemplo la número 126, tenían un pasadizo secreto tras el armario, que
comunicaba con otras habitaciones, y alguna conducía a una sala secreta. Esto
parece que tenía como finalidad de
ocultar fugitivos o mercancías de contrabando. El éxito de este establecimiento
era el competitivo precio de sus habitaciones, al costar el alojamiento entre 1
y 1,5 pesetas la noche en el año 1909.
En 1892 se construyó un templete sobre
el antiguo edificio y se instaló un reloj, hoy desaparecido. El edificio fue
cedido a una comunidad religiosa y posteriormente vendido a la relojería Girod.
De la antigua posada sólo se conserva
la fachada, en la que todavía se encuentra el nombre del establecimiento. En la esquina del edificio, podemos contemplar
una réplica del reloj que en su día fue colocado con motivo del IV Centenario
del descubrimiento de América.
Calle de Zaragoza, fue conocida como calle de las
Viñas, por la gran cantidad de viñas que había en la zona, posteriormente se
denominó San Jacinto y Portal de las Zapaterías de Viejo. Fue a partir de 1835
cuando recibe el nombre de Zaragoza en memoria del heroísmo de los zaragozanos
durante la guerra de la Independencia. Se
encuentra en el ala este de la Plaza.
Acceso a la Plaza por la calle Zaragoza |
Calle de Gerona, antiguamente recibió
los nombres de las Vidrieras, Santa Cruz, Portales de Santa Cruz y Portales de
la Seda. Desde 1835, se denomina Gerona en recuerdo al heroísmo con el que se
defendió esta ciudad durante la guerra
de la Independencia. Es paralela a la calle de Zaragoza y termina en la
confluencia de la Plaza de Santa Cruz con la Plaza de la Provincia.
Acceso a la Plaza por la calle Gerona |
Calle de Botoneras, primero se
denominó Arco Imperial y en 1835, recibe en nombre de Arco de Botoneras porque
antiguamente estuvieron aquí las vendedoras de quincalla cuyo producto
principal eran los botones. En 1854 cambio su nombre por el de 17 de Julio en
recuerdo de los revolucionarios del 17, 18 y 19 de Julio del mismo año, pero
pronto recuperó el nombre actual. Se encuentra en el ala sur haciendo esquina
con la Calle Gerona.
Acceso a la Plaza por Botoneras |
Calle de Ciudad Rodrigo, esta calle se
ha llamado Calle Nueva y calle Nueva que va de la Puerta de Guadalajara a la
Plaza Mayor. Fue abierta para que el cortejo real pudiera ir a la iglesia de
Atocha sin tener que dar un rodeo por Sol y calle Carretas. Después de incendio
de 1790, permaneció unos años sin edificarse y es en 1835, cuando una vez ya
reconstruida se la denomina Ciudad Rodrigo en recuerdo de la ciudad salmantina
que fue recuperada por el general Wellinton en 1812 tras un asedio de seis
meses. Se sitúa en el ala oeste esquina a la calle Mayor.
Acceso a la Plaza por la calle de Ciudad Rodrigo |
Placas de las calles de acceso a la Plaza |
Calle de Toledo, realmente es la única
calle que merece llevar el nombre de calle, ya que el resto son muy pequeñas.
En un principio se llamó calle de la Mancebía por una famosa casa de alterne
que había en la zona en el Siglo XIV. Posteriormente se denominó de los Ocho
Hilos, por las ocho hileras de árboles que había plantados en el paseo. Pero
realmente siempre se la ha conocido por la calle de Toledo por ser el antiguo
camino que conducía a la Ciudad Imperial.
Acceso a la Plaza por la calle Toledo |
Hemos realizado un recorrido por todo
el perímetro de la Plaza Mayor y ahora nos toca detenernos en el contenido de
la Plaza.
Geométricamente situadas en el
pavimento de la Plaza, podemos contemplar cuatro farolas cuyos pedestales
contienen una serie de grabados con estampas del viejo Madrid: Los tratantes,
los carnavales, ajusticiamiento a garrote, el pregón del Alcalde, Juan de
Villanueva, los toros y danzas regionales.
Farola y terrazas al fondo |
Situada en el centro de la plaza, se
encuentra la estatua ecuestre de Felipe III. Se trata de un regalo al rey
español del gran duque de Florencia, Cosme de Médicis, el monumento representa
al rey Felipe III a caballo, la obra está basada en un retrato del pintor
Pantoja de la Cruz. La estatua fue realizada en Florencia por los escultores
Juan de Bolonia y Pedro Tacca. La estatua realizada en bronce, tiene un peso superior a las cinco toneladas y media,
y fue traída desde Florencia a Madrid por Antonio Guidi, cuñado de Tacca. La
estatua fue colocada en la Casa de
Campo, delante del antiguo palacete
real. Sería en el año 1848, cuando Ramón de
Mesonero Romanos, que por aquel entonces era concejal de la villa, solicita el
traslado a la reina Isabel II a su emplazamiento actual, colocándola sobre
sobre un alto pedestal de piedra con la siguiente inscripción: “La reina doña Isabel II, a solicitud del
Ayuntamiento de Madrid, mandó colocar en este sitio la estatua del señor rey
don Felipe III, hijo de esta villa, que restituyó a ella la corte en 1606, y en
1619 hizo construir esta Plaza Mayor. Año de 1848”.
Estatua ecuestre de Felipe III |
Desde entonces, la estatua de Felipe
III ha presidido la Plaza Mayor, tan
sólo en dos periodos fue retirada. La primera en 1873, cuando quedó proclamada
la República Federal y se mantuvo oculta hasta la restauración de Alfonso XII a
finales del año 1874. La segunda en el
año 1931, cuando fue proclamada la II República. Si en la primera ocasión que
fue retirada no sufrió desperfectos, con la llegada de la Segunda República, la
estatua fue destrozada. Restaurada poco tiempo después por Juan Cristóbal,
volvió a lucir orgullosa en la Plaza, pero las autoridades republicanas, se
vieron obligadas a protegerla para que los bombardeos durante la guerra no le
ocasionasen más daños.
Como
hemos indicado en 1931, la estatua fue destrozada por una bomba que los
antimonárquicos habían colocado. Y fue entonces cuando se descubrió el misterio
que la estatua guardaba en su interior, aparecieron cientos de esqueletos de
pequeños pajarillos que al parecer habían entrado por la boca del caballo y ya
no encontraron la salida. Si somos curiosos y observamos la boca del caballo,
esta se encuentra cerrada, pero no siempre fue así, ya que cuando fue
construida, el caballo mantenía su boca abierta.
Para
evitar la trampa no deseada para los pajarillos y que durante tantos años
estuvo presente sin que nadie se percatase, en la restauración llevada a cabo
durante la Segunda República la boca del caballo fue cerrada.
Detalle de los arcos de acceso a la Plaza Mayor |
La Plaza Mayor es actualmente un
importante punto turístico, para madrileños y foráneos. En los locales
comerciales ubicados bajo los soportales, abundan los comercios de hostelería,
tiendas de regalo, numismática y filatelia. En la Plaza se organizan festivales
y conciertos.
Es tradicional desde 1860, que todos
los meses de diciembre, se celebre el tradicional mercado navideño de figuritas
y otros adornos.
Todos los domingos y fiestas se
celebra el mercado de filatelia y numismática, últimamente se ha incorporado el mercado de chapas.
Feria de sellos y monedas un domingo cualquiera en los soportales de la Plaza |
La Casa de la Panadería situada en el
número 27, a lo largo de su historia albergó la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando entre los años 1745 y 1774, fue sede de la Real Academia de la
Historia entre los años 1774 y 1871, posteriormente fue ocupada por la
Biblioteca Municipal, el Centro Cultural Mesonero Romanos y el Archivo de la
Villa, en la actualidad en sus dependencias se encuentra el Patronato de
Turismo de Madrid, desde este lugar se organizan a diario diversas visitas
culturales por todo Madrid.
Casa de la Panadería |
La Casa de la Carnicería situada en el
número 3, albergó a finales del Siglo XIX la Tenencia de Alcaldía y la Casa de
Socorro del distrito de Audiencia, en el año 1916, la Casa es sometida a una
reforma interior dirigida por el arquitecto Luis Bellido González y se
convierte en Hemeroteca Municipal. Posteriormente vuelve a ser remodelada en
los años 1987 y 1993 para adaptarla para su nuevo cometido, la Junta Municipal
del Distrito Centro. Últimamente, el Ayuntamiento está considerando la
posibilidad de transformar la Casa de la Carnicería en un hotel de lujo.
La Casa de la Carnicería flanqueada por las torres |
Como lugar turístico de primer orden,
para finalizar nuestro recorrido por la historia de la Plaza Mayor, nos
detendremos en los comercios más emblemáticos de su entorno.
En el Nº-25 de la Plaza Mayor, se
encuentra “La Favorita”, fundada en 1894, está dedicada a tienda de artículos
de regalo especialmente tocados para hombre y mujer, se la considera en su
género como la más antigua de Madrid.
Los propietarios actuales son ya la
cuarta generación. Para todos los amantes de los tocados, en La Favorita se
puede encontrar todo tipo de sombreros de gran calidad, gorras para protegerse
del frío y como no del calor en verano, y todo tipo de gorras que nos podamos
imaginar, boinas de caballero y de señora de la marca ELÓSEGUI, considerada la
mejor boina del mundo, txapelas y complementos
como: Bufandas, guantes y abanicos.
Y como tienda de regalos que se
precie, no podían faltar las botas de vino de las “Tres ZZZ”.
Pasado y presente de la Favorita |
En el número 30, nos encontramos con
Casa Yustas, fundada en 1894 y que lleva vendiendo desde entonces sombreros,
gorras y efectos militares, y a partir de 1997 tras su modernización incluye
productos de artesanía, artículos de regalo y de decoración, especialmente con
destino a los turistas.
Casa Yustas es un negocio familiar y
que fabrican parte de sus propios
artículos con la misma dedicación que en el pasado.
Casa Yustas, debido al lugar donde se
ubica es uno de esos comercios centenarios que atesora una larga historia, así
podemos adquirir diversos productos en unas cuevas recuperadas de siglo XIX. En
el apartado de efectos militares, se puede encontrar: Insignias, llaveros, pins,
condecoraciones y una amplia gama de banderas y artículos de coleccionista como
soldados, armas, etc. Como cualquier establecimiento centenario de Madrid Casa Yustas,
tiene situada en su entrada la placa acreditativa del Ayuntamiento de Madrid.
Casa Yustas |
En el capítulo dedicado a las calles
que tienen acceso a la Plaza Mayor ya comentamos la existencia de la Antigua
Relojería de la calle de la Sal, vamos a detenernos un poco delante de la
relojería para contemplar y escuchar el sorprendente carillón situado sobre la puerta del establecimiento
y realizado sobre bocetos de Mingote.
La figura, del paisano situado junto a
los relojes se mueve observando todos los puntos de la calle, especialmente las pinturas de Mingote cuando el carillón se pone en marcha. La sonería
interpreta, a las horas, el chotis Madrid y a los cuartos, un fragmento de La
Gran Vía. El reloj principal marca la hora de España y los otros cuatro la de
Nueva York, Sídney, Pekín y El Cairo.
Antigua Relojería con el carillón en la parte superior |
Para no molestar a los vecinos, la
sonería funciona entre las nueve y media
de la mañana y las nueve de la noche.
Las melodías pueden adaptarse en función de las fiestas locales u otros
acontecimientos.
La Antigua Relojería fue fundada en
1880 por Inocencio López Salcedo y en el año 1939, es comprada por D. Genaro
García Morales cuyos descendientes la siguen regentando. En la reforma
efectuada, se recuperan las trazas originales, con el interior de madera y
cristal y en el exterior se recupera la primitiva fachada en la que destaca la
madera, resultando una fachada de gran belleza. Se venden todo tipo de relojes,
especialmente alemanes y suizos, disponiendo de taller propio.
La Antigua Relojería como
establecimiento centenario tiene ganada su placa de establecimiento centenario del
Ayuntamiento de Madrid que luce orgullosa en la entrada.
En el número 2 de la calle de la Sal, nos
encontramos con la carnicería Casa
Bartolomé, fundada en el año 1837. El abuelo de los actuales dueños comenzó como
aprendiz en la carnicería y posteriormente se quedó con el negocio. Han pasado
los años y tres generaciones después, siguen despachando las carnes de cochinillo,
fiambres, quesos y jamones entre otras delicatesen, sin olvidarnos del auténtico queso manchego, azafrán
los aceites de oliva virgen extra y vinos de la Rioja, de la ribera del Duero,
etc.
Placa conmemorativa de comercio centenario en Casa Bartolomé |
Continuando nuestro paseo, nos
acercaremos a la calle Botoneras donde se encuentra uno de los establecimientos con más encanto
de Madrid, se trata del Restaurante los Galayos.
Este céntrico restaurante de Madrid,
tiene una larga historia tras de sí desde que la familia Rojo halla por el año
1894 funda la taberna Casa Rojo, donde servían únicamente tapas y aperitivos
para acompañar el vino y la cerveza. Con el transcurrir del tiempo, el local
pasó a manos de Miguel Grande, adaptándose a la demanda y necesidades del nuevo
público terminando por convertirse en un gran restaurante. Los Galayos fue
punto de encuentro de grandes tertulianos, destacando sobre todos la Generación
del 27.
Homenaje a Luis Cernuda |
A destacar la Cocina Castellana
con una gran variedad de platos y de
tapas acompañados con vinos de la Rioja, Ribera del Duero y Madrid.
En los Galayos, se celebró el homenaje
a Luis Cernuda, con motivo de la publicación de su obra "La realidad y el deseo" el día 29
de abril de 1936. La instantánea fotográfica de aquel momento tiene una gran
importancia ya que fue la última instantánea en la que se pueden observar a los
miembros de la Generación del 27.
En la fotografía colocada en las
paredes del restaurante, podemos observar a Luis Cernuda rodeado por Vicente
Aleixandre, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Rafael Alberti, Pablo Neruda,
Miguel Hernández, José Bergamín, Manuel Altolaguirre, María Teresa León y
Concha Méndez entre otros. El encargado del discurso del evento corrió a cargo
de Federico García Lorca: "Yo vengo para saludar con reverencia y
entusiasmo a mi capillita de poetas, quizás la mejor capilla poética de Europa,
y lanzar un vítor de fe en honor del gran poeta del misterio, delicadísimo
poeta Luis Cernuda, para quien hay que hacer otra vez, desde el siglo XVII, la
palabra divino".
En el restaurante Los Galayos, se han
inspirado algunos escritores como Arturo Pérez Reverte antes de escribir “El Capitán Alatriste".
Entrada a los Galayos por la Plaza Mayor |
En la decoración destacan los frisos
de madera de la barra de la entrada principal por la calle Botoneras, tallada a
mano y de gran valor, proveniente de otro local de la familia actual llamado el
Púlpito y situado en el arco de Cuchilleros. Galayos era parada obligada del
Rey Alfonso XIII, donde se tomaba las tapas y platos típicos de la época
acompañados de grandes vinos.
Al fondo, los Galayos en la calle Botoneras |
El restaurante dispone de terrazas y
tres salones decorados de manera distinta para que todo el mundo pueda comer en
el ambiente que más les seduzca.
Salón "Avila" donde se puede degustar la cocina castellana con
una decoración de ambiente castellano, vigas de madera, cuadros y cerámicas con motivos de "El Quijote".
Salón "Duque" con maderas rústicas y techos labrados y de gran belleza que
acompañan a los comensales en todo momento.
Salón "Bodeguilla" imitación de una auténtica bodega
castellana, en la que la decoración nos traslada a tiempos de Alfonso XIII.
Los Galayos han incorporado dos nuevos
salones "El Refugio" y "El
Altillo" destinados para celebraciones privadas.
En el Nº- 5, de la calle de Cuidad Rodrigo,se
encuentra una de las tiendas de ultramarinos más antigua de Madrid "Los Ferreros", fue fundada a finales del Siglo XIX por
el bisabuelo del dueño
actual en pleno centro del Madrid y la mejor zona comercial de aquella época. Posteriormente, la tienda incorporó una carnicería.
Con el paso del tiempo, la tienda ha continuado incorporando productos como:
Fiambres, quesos, vinos, azafrán y otros productos típicos de España,
todo ello en base a la gran influencia turística de la zona.
El local mantiene el espíritu de antaño, reflejado en la decoración del techo de finales del Siglo XIX.
En el año 2009, le fue concedida la
Placa de Establecimiento Centenario por parte del Ayuntamiento.
Hemos traído a estas páginas, unos
pocos ejemplos de la gran variedad de comercios en el entorno de la Plaza
Mayor, pero mejor que cada uno los descubra por si mismo. La Plaza Mayor, nos
ofrece una variada oferta gastronómica, destacando los celebres bocadillos de
calamares. En los alrededores de la Plaza podemos visitar el remozado Mercado
de San Miguel, donde podremos degustar infinidad de esquísiteces, o un poco más
abajo en Puerta Cerrada y las Cavas, donde se encuentran algunos de los
establecimientos más típicos de Madrid como: Las Cuevas de Luis Candelas,
Sobrino de Botín, Casa Lucio, etc, etc.
Como dato curioso, desde la Cava de
San Miguel, junto al arco de Cuchilleros, podemos contemplar la fachada de
los edificios en forma cóncava para soportar el empuje de fuerzas debido a la
diferencia de alturas entre la Plaza Mayor y la Cava de San Miguel.
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Terrazas en la Plaza Mayor |
Plaza Mayor |
Bocadillo de calamares en la Plaza Mayor |
Soportales en la entrada por Ciudad Rodrigo |
Fachada de los edificios de la Plaza Mayor en la Cava de San Miguel |
Detalle de las pinturas de la Casa de la Panadería |
Jardines de la Plaza Mayor año 1895 |
Plaza Mayor año 1920 |
Plaza Mayor año 1932 |
Plaza Mayor año 1956 |
Plaza Mayor año 1968, construcción del aparcamiento |
Gracias por el trabajo! Muy interesante!
ResponderEliminar
ResponderEliminarDios increíble, pero cierto siempre es grande. Después de varias versiones de mi solicitud por el banco, he recibido un préstamo a través de una señora muy amable.
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Que Dios os bendiga.
Wau!!! Qué gran recopilación de historia.
ResponderEliminarNunca me había interesado por la historiad, pero acabo de llegar de mi viaje y me picó la curiosidad durante unaexcursión a Madrid en la que nos introdujeron un poco a la historia de la ciudad y la de esta plaza. Investigando es como llegué a tu blog y he de decir que es sumamente interesante.
Gracias por la labor, es de gran ayuda para los curioso.
Saludos.