domingo, 13 de enero de 2013

LAS VISTILLAS



Cuando nos referimos a Las Vistillas, inmediatamente nos vienen imágenes de las verbenas de Madrid, pero Las Vistillas es mucho más que verbenas, esta zona de Madrid, tiene tras de sí muchos años de historia y pretendemos que todo madrileño o visitante de la ciudad conozca uno de los balcones más importantes de la ciudad.
Este barrio de Madrid conocido como Jardines de Las Vistillas, se denominaron en tiempos pasados como Cerro de las Vistillas de San Francisco el Grande. El nombre de Vistillas tiene mucho que ver con las extraordinarias vistas que se podían contemplar tanto de la Ribera del Manzanares como de la Casa de Campo y toda la zona monumental del Palacio Real y la Catedral de la Almudena. En la actualidad, no es posible disfrutar de las vistas de antaño, han desaparecido demasiados árboles y en su lugar se han plantado infinidad de edificios de hormigón.
Podemos considerar Las Vistillas como el espacio delimitado por las calles: Segovia, Bailén, Gran Vía de San Francisco, calle del Rosario y   la Ronda de Segovia.


Vista de la Plaza de Gabriel Miró y el Seminario Conciliar
La zona de las Vistillas es una de las formaciones montañosas que sirvieron de defensa natural de la ciudad en tiempos de la Edad Media. Sobre estos terrenos fue edificado a principios del siglo XIII el primitivo convento de San Francisco y que con los años se convirtió en la Real Basílica de San Francisco el Grande.
Los terrenos de las Vistillas fueron en su tiempo objeto de disputa por la propiedad de los mismos entre los religiosos de San Francisco y el Concejo de Madrid. Los terrenos fueron adjudicados al Concejo y este ya en el Siglo XVII, se los vendió a los duques del Infantado, quienes construyeron su residencia. Con el paso del tiempo la residencia paso a manos de la Casa de Osuna. En el siglo XVIII, el primitivo edificio fue sustituido por un nuevo palacio. El nuevo palacio de los Osuna competía en belleza con el Palacio Real.


Puente de Extremadura con las Vistillas y la silueta de San Francisco al fondo
A finales del siglo XIX, el Obispado de Madrid-Alcalá adquirió la finca de los duques de Osuna, y en 1900 se procedió a la demolición del palacio, para levantar en su lugar  la sede del Seminario Conciliar que fue inaugurado en 1906. Por suerte se conservaron algunos de los jardines del palacio de los Osuna.
Posteriormente el Ayuntamiento volvió a adquirir los terrenos fuera del Seminario para usos del Consistorio. En los años veinte del pasado Siglo, en la zona se celebraban distintos mercados de productos alimenticios, destacando la venta de melones.
Actualmente, el lugar es utilizado para la celebración de diferentes actos sociales, políticos y lúdicos, entre ellos destaca la verbena de las Fiestas de San Isidro.


Para nostálgicos, Pradera de San Isidro año 1950 y destacando al fondo el Seminario Conciliar y por supuesto San Francisco el Grande
Los Jardines de las Vistillas, se dividen en dos zonas perfectamente diferenciadas. La zona sur, recibe el nombre de Parque de la Cornisa, por su situación al borde del barranco, donde se asientan  las fachadas de la Real Basílica de san Francisco el Grande y del Seminario Conciliar. En la parte septentrional se encuentran tanto la plaza de Gabriel Miró como las zonas ajardinadas situadas en los terraplenes existentes junto al Viaducto.
Por desgracia, desde hace unos años Los jardines se encuentran seriamente amenazados. La aprobación en 2009 del Plan Parcial de Reforma Interior de la Cornisa del río Manzanares, por parte del Ayuntamiento de Madrid,  contempla la cesión de suelo público a la Iglesia para la construcción de un complejo de edificios religiosos en Las Vistillas como si se tratara de un mini Vaticano. De momento en 2013, el proyecto se encuentra parado en espera de resolución judicial.

Hemos realizado un pequeño recorrido histórico de este lugar y ahora nos toca pasear por él para conocer un poco más en detalle los espacios que atesora. Durante el recorrido nos ayudaremos de algunos planos realizados por Pedro Texeira en 1656 para hacernos una idea de como eran Las Vistillas y poder comparar con la situación actual.
Comenzamos nuestro recorrido en la calle Segovia junto al Viaducto, de donde parte una escalinata llamada “Cuesta de los Ciegos” que nos llevará no sin cierto sufrimiento hasta la calle de la Morería, y decimos sufrimiento porque la escalinata tiene 254 escalones.


Año 1656, señalado en amarillo, la Cuesta de la Vega, en rojo, los Jardines de Francisco Méndez Testa, en verde, la Cuesta de los Ciegos, en azul, la primitiva Casa de la Moneda y en morado, la calle de Segovia.
Empezaremos la historia de la célebre cuesta con algunos pasajes literarios que hacen referencia a ella.  Mesonero Romanos en su libro “El Antiguo Madrid” de mitad del Siglo XIX, describe la zona con gran ironía: “Desde la calle Segovia, trepando, más bien que subiendo, por aquella escabrosa cuesta de los Caños Viejos junto a la casa del pastor o por la contigua de los Ciegos, se penetra en el tortuoso laberinto de callejuelas, hoy en gran parte convertidas en ruinas, conocido por la Morería…”
También Francisco de Quevedo en su “Guía de los Hijos de Madrid”  “La Sanidad y la Moda” del  Siglo XVII, hace alusión a la Cuesta de los Ciegos.
Antes de iniciar la subida, junto a la calle Segovia, nos encontramos con una sorpresa, una fuente que conserva un escudo de la ciudad con corona republicana levantada en el año 1932.
Fuente de la Cuesta de los Ciegos con el escudo de la República y fecha de 1932
La escalinata actual, inaugurada en el año 1949, es obra del arquitecto municipal de Madrid Manuel Herrero Palacios  que fue Director de Parques y Jardines Municipales en los años 60. La primitiva escalinata  se mantuvo hasta 1940, pero fue necesario reformarla por su avanzado estado de deterioro.
Cuesta de los Ciegos antes de la reforma
La Cuesta de los Ciegos tiene tras de sí su propia leyenda: Cuentan que a comienzo del Siglo XIII, San Francisco de Asís llegó a Madrid después de haber realizado  el Camino de Santiago. El actual Jardín de las Vistillas era por aquellos tiempos una hermosa colina con abundancia de arbolado destacando los madroños. San Francisco se quedó enamorado del paisaje y decidió construirse una cabaña. La leyenda dice que la cabaña fue el origen de la actual Basílica de San Francisco el Grande.
Cuesta de los Ciegos en el año 1960
La vida del santo es desarrollaba en la más absoluta pobreza alimentándose de las limosnas que recibía. Un día, recibió una ánfora de aceite del prior del convento de San Martín y cuando regresaba a su cabaña por la empinada cuesta, le salieron al paso unos ciegos solicitando limosna. Francisco de Asís, que repartía todo lo que tenía con los más necesitados, compartió el aceite con los ciegos que se frotaron los ojos con el aceite y empezaron a ver. Desde entonces, la cuesta se denominó como Cuesta de los Ciegos.

Cuesta de los Ciegos en la actualidad
La zona de la Morería está surcada por los antiguos viajes del agua y pasadizos secretos realizados por los árabes, así debajo de la Cuesta de los Ciegos, existe un pasadizo de dos metros de altura por 1,20 de ancho y perfectamente construido con pedernal y ladrillo. Dejamos para los amantes de la espeleología los túneles y nosotros continuaremos la visita a los Jardines de las Vistillas.

Hemos ascendido la Cuesta de los Ciegos y llegamos a la Plaza de Gabriel Miró, aunque la mayoría de la gente sigue denominando a este espacio Plaza de las Vistillas, nombre por el que fue bautizada en el año 1835. En el año 1944, pasó a denominarse Plaza de Gabriel Miro, en  honor a este insigne escritor. Gabriel Francisco Víctor Miró Ferrer nació en Alicante el 28 de julio de 1879 y fallece en Madrid el 27 de mayo de 1930, fue un escritor  encuadrado habitualmente en la llamada generación del 14 o el novecentismo.

Catedral de la Almudena vista desde la Plaza de Gabriel Miró
El ajardinamiento de la plaza de Gabriel Miró fue realizado en el año 1932 por el arquitecto Fernando García Mercadal y remodelado  posteriormente en el año 1945 por Manuel Herrero Palacios. Los jardines conjuntamente con la plaza, ocupan la parte más elevada de las Vistillas a modo de dos plataformas.
En la primera plataforma, una fuente  decora su parte central acompañada por dos monumentos: Un busto dedicado al pintor Ignacio Zuloaga, labrado en piedra  caliza por Juan Cristóbal González Quesada  y la escultura conocida como La Violetera, obra de Santiago de Santiago, que estuvo en un primer momento en la confluencia de la calle de Alcalá con la Gran Vía.
Monumento a la Violetera
La escultura de Santiago de Santiago, llegó al Parque de las Vistillas a modo de destierro. Fue encargada en el año 1990 por el alcalde de Madrid Rodríguez Sahagún. Inicialmente fue  colocada en la calle Alcalá en la confluencia con la Gran Vía en el año 1991. Pero la oposición socialista tildó de cutre la escultura argumentando que estaba inspirado en Celia Gámez musa de los franquistas.
Algunas placas de las calles de las Vistillas
En realidad la escultura se mandó labrar en homenaje al maestro Padilla, autor de la música de La violetera. El caso es que una noche del año 2000, La Violetera desapareció dando con sus huesos en un almacén municipal. Dos años más tarde se crea una comisión y se decide llevar la escultura al Jardín de las Vistillas donde luce su elegancia desde el 13 de Julio de 2003.
El ilustre vecino de La Violetera, es el pintor vasco Ignacio Zuloaga Zabaleta, nacido en Éibar el 26 de julio de 1870, y fallecido en Madrid el 31 de octubre de 1945. Fue uno de los más importantes pintores españoles de finales del siglo XIX y principios de XX, fundamentalmente conocido por sus cuadros costumbristas y sus retratos. Siempre se le etiquetó como todo lo opuesto a la luminosidad y optimismo de Sorolla.

Busto en recuerdo de Zuloaga, al fondo el Seminario Conciliar.
No es casualidad la elección del emplazamiento de su busto,  ya que entre las calles de San Buenaventura y Travesía de Las Vistillas, estuvo el estudio del escultor Victorio Macho, que posteriormente  fue ocupado por Zuloaga.
Antes de continuar nuestra andadura por Las Vistillas, queremos recordar a un insigne vecino de esta zona tan castiza de Madrid. Se trata de Ramón Gómez de la Serna. Nacido en Madrid en 1888 y fallecido en Buenos Aires en 1963. Escribió más de cien obras, destacando también como periodista, fue muy conocido por su aportación a un nuevo género literario, las greguerías, una especie de aforismo con referencias humorísticas y metafóricas.
Fue uno de los tertulianos del desaparecido Café Pombo en la calle Carretas y durante su infancia, su familia se trasladó a vivir a la Cuesta de la Vega, muy próxima  al parque de Las Vistillas.
Monumento a Ramón Gómez de la Serna
Y como no podía ser de otra forma, en la segunda plataforma de la Plaza de Gabriel Miró, de planta cuadrangular con cabecera curvada, se encuentra el monumento a Ramón Gómez de la Serna, realizado en bronce por Enrique Pérez Comendador situado en el centro de una fuente y que fue inaugurado el 29 de mayo de 1972. En el monumento, destaca una pérgola semicircular, que flanquea al conjunto escultórico.

En nuestro caminar por Las Vistillas, hemos alcanzado el Seminario Conciliar situado en el número 9 de la calle Buenaventura frente a la Plaza de Gabriel Miró teniendo también fachada a la calle Jerte y parque de la Cornisa.  En marzo de 1885, el Papa León XIII convirtió  a Madrid en sede diocesana. Esta medida implicaba la construcción en la ciudad de un Seminario Conciliar.
Seminario Conciliar desde la Plaza de Gabriel Miró
En un principio, el Seminario estaba en el Palacio Arzobispal junto a Puerta Cerrada, en 1891 se empezó a construir un Seminario en el Paseo del Cisne, en la actualidad Eduardo Dato, el edificio se levantaría según proyecto del arquitecto Francisco de Cubas. Pero al poco tiempo de comenzar las obras, se toma la decisión de que el nuevo Seminario se construya en Las Vistillas en los terrenos del antiguo palacio de los Osuna que por aquel entonces ya pertenecían a la iglesia.
Seminaristas en el año 1950
Las obras del nuevo Seminario dieron comienzo en el año 1902 de acuerdo con el proyecto de los arquitectos Miguel de Olabarría y Ricardo García Guereta. El edificio, construido en planta rectangular con una gran crujía central que da lugar a dos patios interiores simétricos fue construido en estilo neumudejar, debido a la muerte de Olabarría en el año 1904, la obra fue terminado en 1906 por García Guereta y Juan Moya.
Detalles del Seminario
En la actualidad, el Seminario se encuentra inmerso en obras de mejora con el cerramiento en forma semicircular en los límites de la calle Jerte.
Al levantarse el Seminario Conciliar, se respetaron en parte los jardines renacentistas y se diseñan unos nuevos jardines en estilo tardo románticos. Los jardines de Las Vistillas fueron referencia de los jardines de El Capricho, en la Alameda de Osuna, debidos a la iniciativa de la IX marquesa consorte de Osuna María Josefa Alfonso Pimentel.

El Seminario Conciliar, como ya hemos indicado, se construyó en los terrenos de los Osuna, anteriormente del Infantado que debido a vínculos matrimoniales habían unido ambos títulos.
El Ducado del Infantado es un título nobiliario concedido por los Reyes Católicos el 22 de Julio de 1475 a Diego Hurtado de Mendoza II Marqués de Santillana. En 1520 se le concedió la Grandeza de España de primera clase a la Casa del Infantado.
El Ducado de Osuna es un título nobiliario con Grandeza de España, creado el 5 de Octubre de 1562 por el Rey Felipe II y otorgado al V Conde de Ureña, don Pedro Téllez Girón, VI señor de la ciudad andaluza de Osuna.
La Casa de Osuna fue creciendo en importancia y riqueza, y en el Siglo XIX era la casa nobiliaria más importante de España, al reunirse en la persona del Duque de Osuna veinte grandezas de España.
Plano de Texeira año 1656, señalizado en rojo el Palacio y en verde el Corral del Ayuntamiento
Según algunas fuentes existía un palacio en 1573 en los terrenos que habían sido propiedad del historiador López de Hoyos y que fueron adquiridos por los duques de Pastrana  que habrían mandado construir un nuevo palacio en el año 1630, de cuyas obras fue responsable Juan Gómez de Mora. Se dice, que el palacio  competía en lujo con el Palacio Real.
Recurrimos a la  mejor fuente de información sobre el tema, Ramón Mesonero Romanos que en su libro “El Antiguo Madrid” escribe sobre el palacio del Infantado.
 "El Palacio del Infantado, mide la considerable extensión de 51.715 pies; y más allá la que ocupa exclusivamente la manzana 127, construida a fines del siglo XVII para su habitación, por los señores Duques del Infantado, y que hoy se halla ocupada por las oficinas de la casa y la preciosísima Biblioteca y Armería del ilustre poseedor de aquel título. Como tal es dueño también de gran parte de aquel distrito, siendo de su pertenencia, además de los extensos palacios ya citados de Laso de Castilla y del Infantado, el otro principal, moderno, que está situado al final de dicha calle de Don Pedro y frente del descampado de las Vistillas; magnífica casa, mandada construir en el siglo último para la señora Duquesa  viuda, princesa de Salm Salm, y que recuerda por su forma y gusto especial el de los palacios de la nobleza parisiense en el Faubour y Saint-Germain, entre la Cour d'honneur de su entrada y su grande y preciosísimo jardín, límite de Madrid por aquella parte. Su actual dueño, el Sr. Duque de Osuna y del Infantado, Conde de Benavente, la habita hoy, y es imponderable la riqueza y buen gusto con que están decorados sus bellos salones y dependencias. Las otras casas, o más bien manzanas de casas contiguas, casi todas propiedad del mismo título, están destinadas, unas a las oficinas y dependencias de los diversos estados que han venido a reunirse en aquella ilustre casa; otras, para habitación de los empleados y dependientes, y otra, finalmente (la señalada con el número 5 antiguo de la calle de los Dos Mancebos), ha sido convertida, por la esplendidez del actual Duque, en un precioso hospital o enfermería para los criados subalternos de la misma. No sólo los edificios, sino también los huertos, bajadas, y hasta el mismo inmenso descampado de las Vistillas, aumentado con la demolición de la manzana 128, que formaba la calle del Corral de las Naranjas, son propiedad de la casa del Infantado; por cierto que en estos últimos tiempos, y siguiendo los mismos impulsos de grandeza, ha proyectado y emprendido el Sr. Duque actual una obra colosal de mejora, desmontando y rebajando aquella inmensa explanada en más de diez pies, para reducirla a un hermoso plano a que se ha de dar forma de paseo, con un bello jardín o glorieta en el centro".
Al fondo de la imagen el Palacio del Infantado  año 1855
Junto al Palacio, se encontraba el denominado Corral de la Villa, utilizado para guardar enseres de la Corporación Municipal.
La zona de Las Vistillas, se había convertido en los siglos XVIII y XIX en un lugar clave para la aristocracia de Madrid. A pesar de los años transcurridos, el lugar todavía conserva buena parte de la topografía donde se reconocen algunos de los parterres, glorietas y senderos, además de importantes tramos de las tapias del siglo XVIII que forman un recinto perimetral recogido con declaración de Bien de Interés Cultural por ser parte de la Real Cerca de Felipe IV, y que incluye tramos anteriores a la creación de la misma en 1625.


Manzana donde se construyó el  Colegio al abrirse la calle Bailén, en la actualidad se encuentra el Colegio Vázquez de Mella
Con motivo de la puesta en marcha en 1861 del Plan General de Reforma Interior que integraba la apertura de la calle Bailén hasta San Francisco el Grande y la construcción de un Viaducto sobre la calle Segovia, el ayuntamiento expropió  muchas de las casas por donde habría de ir el nuevo trazado urbano.
Las propiedades del ducado del Infantado y los Osuna, se vieron afectadas por el proyecto, puesto que el trazado de la nueva calle  partiría prácticamente por la mitad la finca y donde antes había una gran manzana, después de la conclusión de las obras y de la inauguración del Viaducto en el año 1884, aparecen dos manzanas una a cada lado de la calle Bailén.
De las dos manzanas la que quedaba en la acera de los pares  concretamente en el actual número 18, se construyó un  grupo escolar y la manzana de la acera de los impares esquina con la calle Don Pedro, fue utilizada por el ayuntamiento para instalar el nuevo Laboratorio Municipal.
Edificio Madrid International Lab, antiguo Laboratorio Municipal 
En 1902 se construye el nuevo laboratorio y se encarga al arquitecto José Urioste y Velada la realización de las obras.
En 1930 el ayuntamiento amplio el  laboratorio para lo cual se llevó a cabo la construcción de una tercera planta, ajustándose a las trazas arquitectónicas del proyecto original.
En la actualidad el edificio del antiguo Laboratorio Municipal se ha creado el "Madrid International Lab" un  nuevo  centro promovido por “Madrid Emprende” Agencia de Desarrollo Económico de la Ciudad, que nace con el objetivo de atraer  y promover el talento internacional en Madrid.

En nuestro recorrido por Las Vistillas, hemos alcanzado el Parque de la Cornisa, delimitado por la Basílica de San Francisco el Grande la calle del Rosario y al oeste con la Cuesta de las Descargas y Ronda de Segovia, que siguen el trazado de la Cerca de Felipe IV, mandada construir en 1625 y demolida en 1868.
En la actualidad, el parque de la Cornisa es un espacio con numerosas plantaciones de árboles para ocio y disfrute de los vecinos y de todos los paseantes que acudan a la zona.

Plano de Texeira de 1656, señalizado en azul la Casa de Gil Imón y en rojo la Iglesia-Convento de San Francisco.
Al final de la calle del Rosario, junto a la cerca de Felipe IV, se encontraba la Casa de Baltasar Gil y Món de la Mota a quien los vecinos llamaban Gilimón.
Gil Imón, dio nombre al desaparecido portillo situado en la cerca, en la actualidad en la zona se encuentra la calle y travesía de Gil Imón.
Arquitectura del portillo de Gil Imón y pintura de principios del siglo XX realizada por Sancha recreando el lugar
Gil Imón de la Mota fue fiscal del Consejo de la Hacienda en tiempos de Felipe III. Por aquel entonces eran muy habituales los bailes a los que acudían las mozas casaderas de la alta sociedad en busca de un joven pretendiente. En el Madrid castizo a las jóvenes se las conocía por el apelativo de “pollas”.
Don Gil tenía tres hijas en edad de merecer, pero por desgracia no eran muy agraciadas y además como se diría ahora les faltaba un hervor, por cuyo motivo Don Gil no cesaba en su empeño de encontrar un buen partido para sus hijas, para ello, no tenía reparos en acompañarlas a todos los actos públicos a los que acudía. Así, se hizo famosa la pregunta: “¿Ha llegado ya D. Gil?” A lo que la gente respondía: “Sí, ha llegado con sus pollas”.
La insistencia de esta costumbre dio lugar a la palabra “gilipollas”.
Año 1927, el Convento adosado a San Francisco el Grande
Sigamos con la historia de esta zona de Madrid, el actual Parque de la Cornisa no se parece en nada al panorama que podíamos contemplar hace unos pocos años, todo el parque estaba ocupado por el Convento de Jesús y María de religiosos franciscanos, por cuyo motivo también se le conocía como Convento de San Francisco en honor a su fundador.


Jardines del Parque de la Cornisa donde en tiempos estuvo el Convento
En el capítulo dedicado a la Cuesta de los Ciegos, recordareis que San Francisco de Asís se había instalado en una pequeña cabaña en los bosques de este espacio de Madrid. Con el tiempo y las limosnas que recibía, fundo un convento aproximadamente entre los años 1217-1220. En un principio debió de tratarse de un pequeño convento que con el tiempo y la aportación de los feligreses llegó a convertirse en un gran edificio con diez patios, doscientas celdas, noviciado y enfermería. El convento disponía de su propia iglesia y como era costumbre en la época, los grandes devotos solían ser las familias más ilustres de Madrid como: Los Vargas, Los Cárdenas, los Lújanos, los Ramírez o los Luzones, que por medio de grandes donativos, eran enterrados en las capillas de la iglesia-convento. La más importante era la Capilla Mayor donde fue enterrado Ruy González Clavijo, camarero del rey Enrique el doliente, que con su capital levantó  la capilla mayor de la iglesia. Asimismo, el resto de familias nobles, fundaron sus propias capillas. Otros ilustres personajes que aquí estuvieron enterrados fueron: El marqués de Villena, doña Juana de Portugal esposa de Enrique IV y el embajador de la república de Venecia.
Vista del Convento desde el Parque de la Cornisa año 1931
Con la llegada de la Corte en 1561, la iglesia-convento de San Francisco se convirtió en uno de los edificios religiosos más importantes de Madrid por su estrecha relación con la realeza.
En el año 1616 la iglesia fue renovada, pero en 1760, los franciscanos deciden demoler el convento para construir uno nuevo y más capaz, así que desaparecen la iglesia y las capillas con todos los sepulcros artísticos y esculturas funerarias que albergaban. Se calcula que había un total de cuarenta tumbas de personas célebres y veintidós estatuas, constituyendo la iglesia un auténtico panteón de personas reales e ilustres.  El nuevo edificio, fue realizado sucesivamente bajo la dirección de los arquitectos fray Francisco Cabezas, Antonio Pló, y finalmente Francisco Sabatini, quien finalizó las obras en 1776.


Fachada de San Francisco que da al Parque de la Cornisa donde estuvo ubicado el Convento
Durante la invasión francesa, el convento fue ocupado por las tropas de Murat y aunque en un principio se pensaba destinar el edificio a  Salón de Cortes, finalmente, por Decreto de 3 de marzo de 1812 acabó convirtiéndose en hospital. Finalizada  la guerra de la independencia los franciscanos vuelven a ocupar el convento en el que residieron hasta la desamortización de Mendizábal en 1836. El convento se transformó en dos cuarteles: Cuartel de Infantería conocido como Cuartel de San Francisco y Cuartel de Prisiones Militares, más conocido como Cuartel del Rosario.
El convento fue derribado definitivamente en el año  1961 para construir la Gran Vía de San Francisco quedando tan sólo en pie la iglesia de San Francisco el Grande. 

La calle del Rosario donde nos encontramos tiene tras de si una historia digna de conocerse. Situada entre la Gran Vía de San Francisco y la Cuesta de las Descargas, en ella se encontraba una entrada a la antigua iglesia de San Francisco, que comunicaba con la capilla de la Virgen de la Aurora. En tiempos, de aquí partía la procesión del rosario de la Aurora que contaba con 36 farolas de gran tamaño. Se cuenta que en una ocasión la procesión de la Aurora, se cruzó con otra procesión en Tirso de Molina y como nadie cedía el paso, se enzarzaron a palos y a partir de este momento la procesión de la Aurora fue prohibida de aquí surgió el dicho popular: "Acabó a farolazos como el rosario de la Aurora".


Anexo a San Francisco el Grande, en su lateral izquierdo donde estuvo el claustro del convento, se encuentra el Parque de la Dalieda, parque temático dedicado a las dalias, está diseñado en forma de parterres a distintas alturas y se cultivan más de 50 variedades  de dalias, que en conjunto suponen más de 700 plantas de dalia. El conjunto del Parque tiene una superficie de aproximadamente 4200 metros cuadrados, de los cuales 650, están dedicados a las dalias, el resto del Parque está compuesto por una superficie arbustiva de unos 1000 metros cuadrados y un talud de unos 750 metros cuadrados dedicados a plantas de especies gramíneas, el resto del parque lo conforman los distintos paseos. El parque se encuentra rodeado de una valla en hierro forjado con pilastras de granito para evitar actos vandálicos durante la noche.
Panorámica del Parque de la Dalieda en invierno, sobre la pared de San Francisco, podemos observar las huellas el desaparecido Convento
En el parque destaca el grupo escultórico  de San Isidro Labrador que procede de la antigua fuente de la Glorieta de San Vicente. En 1952, se inauguró en la Glorieta de San Vicente una fuente en recuerdo del gran arquitecto Juan de Villanueva nacido en Madrid en el año 1739. La  obra, que lleva el nombre de Juan Villanueva, fue realizada en concurso público por Víctor D’ors y Santiago Costa. La fuente permaneció en la Glorieta hasta 1995, que se trasladó a su emplazamiento actual en el paseo de Camoes.
Grupo escultórico de San Isidro
Tras su traslado, las esculturas situadas en el pilón no volvieron a colocarse, y se almacenaron en la Casilla de la Casa de Campo. En 2007 fueron restauradas por el taller de cantería del Ayuntamiento. El grupo escultórico de San Isidro Labrador se trasladó al Parque de la Dalieda de San Francisco, y una de las figuras femeninas en los Jardines del Buen Retiro, el tercero es de suponer que se encuentra en la Casilla de la Casa de Campo.
Desde el mirador situado junto a la escultura podemos contemplar una hermosa panorámica de la zona Oeste de Madrid. El Parque fue  inaugurado el 7 de mayo de 2007.



En el número 5 de la Plaza de San Francisco, se encuentra el Colegio Arzobispal de la Inmaculada y San Dámaso Seminario Menor de Madrid, que fue construido en el año 1913 de acuerdo con el proyecto del arquitecto Benito Guitart Trulls.
Edificio del Colegio Arzobispal
El edificio fue mandado construir por las Hermanas Carmelitas de la Caridad como colegio y asilo  para huérfanos. El edificio se construyó sobre los sótanos de un primitivo edificio y se halla distribuido entorno a un gran patio, consta de tres fachadas construidas totalmente en ladrillo visto en estilo neumudejar madrileño. El edificio tiene tres plantas distintas unas de otras, tanto en los vanos como en el decorado de las ventanas.

Hemos dejado para el final de nuestro paseo por Las Vistillas el edificio que podíamos considerar la joya de la corona del barrio, la Basílica de San Francisco el Grande, situada en la plaza del mismo nombre que forma un cruce de caminos con el final de la calle Bailén y la Carrera de San Francisco y  comienzo de la Gran vía de San Francisco.
Como ya comentamos al hablar del primitivo convento, la Basílica de San Francisco, se construyó formando parte del convento franciscano de Jesús y María, fundado a principios del siglo XIII.
Cuando en el año 1760, los franciscanos toman la decisión de derruir tanto el convento como la iglesia, para construir un  nuevo complejo,  encargaron el proyecto al arquitecto Ventura Rodríguez, pero este fue desestimado aceptando el diseño del fraile Francisco Cabezas y en el que participó José de Hermosilla. Francisco Cabezas diseño una amplia rotonda para el  interior del templo, cubierta por una gran cúpula.


San Francisco año 1906
Las obras, tuvieron que suspenderse en 1768, debido a las complicaciones técnicas del proyecto especialmente para la construcción de la cúpula, obligando a Francisco Cabezas a abandonar el proyecto, en cierto modo presionado por Ventura Rodríguez, arquitecto que tenía mucha influencia  dentro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. A partir de este momento la continuación de las obras fueron encomendadas  a Antonio Pló, que se hizo cargo de la cúpula, concluyéndola en 1770.
San Francisco en la actualidad
Con el fin de agilizar las obras en el año 1776 la comunidad franciscana solicitó al rey Carlos III la incorporación al proyecto del arquitecto real Francesco Sabatini, uno de los constructores  del Palacio Real. A Sabatini, se deben la construcción de la fachada principal quien concibió un diseño netamente neoclásico, con una configuración convexa, necesaria para adaptarse a la planta circular de la estructura. El edificio destaca por su cúpula, considerada como la tercera de planta circular de mayor diámetro de la cristiandad, asimismo destaca su decoración interior, realizada en estilo ecléctico a finales del siglo XIX y por supuesto no podemos olvidar su magnífica  pinacoteca,  con cuadros de Zurbarán y Goya.



Durante la Guerra de la Independencia la iglesia corrió la misma suerte que el convento siendo convertida en hospital. Con la desamortización de Mendizábal en 1836 y la expulsión de los franciscanos  el edificio quedó en manos del Estado  a través del organismo Patrimonio Real. Un año después, se barajó la posibilidad de convertirlo en Panteón Nacional.       En este periodo, dentro de la clase política, surgió la idea de crear un gran Panteón que acogiese los restos mortales de grandes personajes de nuestra historia, a similitud de la abadía de Westminster en Londres donde reposan los restos de reyes, escritores y científicos como: Charles Darwin, Charles Dickens, Isaac Newton, Guillermo III, Enrique VII de Inglaterra y su esposa Isabel de York, etc, o como en Francia donde en el Panteón de París se albergan los cuerpos de personajes como: Voltaire, Marie Curie, Víctor Hugo o Rousseau.
 En noviembre de 1837, las Cortes aprobaron la creación de un Panteón Nacional en la Basílica de San Francisco el Grande que acogería los restos mortales de personas consideradas de especial relevancia. Los restos mortales de los elegidos, serían propuestos por las Cortes con la condición de que deberían haber pasado cincuenta años desde su fallecimiento.
Calle Bailén y San Francisco al fondo
En 1841, la Real Academia de la Historia se encargó de proponer una primera lista de personajes que debían reposar en el Panteón, pero era necesario localizar los restos mortales de los elegidos y para este menester en mayo de 1869 se nombró una comisión  para localizar los restos.
La comisión estaba integrada por Juan Eugenio Hartzenbusch, Salustiano Olózaga, Ángel Fernández de los Ríos, Fermín Caballero,  Antonio Gisbert Ventura Ruiz Aguilera, Pere Borrell del Caso, Francisco Silvela y Estanislao Figueras y Moragas.
Después de infinidad de contratiempos, el 20 de junio de 1869 quedó inaugurado el Panteón en una capilla de San Francisco el Grande. Para el acontecimiento se organizó un desfile compuesto por las carrozas fúnebres acompañadas por unidades del Ejército y de la Guardia Civil con sus correspondientes bandas de música. La comitiva también estaba acompañada por estudiantes, religiosos, políticos e intelectuales.
Los restos mortales que fueron depositados en la capilla de la Basílica fueron los de los militares Gonzalo Fernández de Córdoba y Federico Gravina, los poetas Juan de Mena, Garcilaso de la Vega y Alonso de Ercilla, los escritores Francisco de Quevedo y Pedro Calderón de la Barca, el humanista Ambrosio de Morales, los arquitectos Ventura Rodríguez y Juan de Villanueva, el Justicia Mayor de Aragón Juan de Lanuza y el político Zenón de Somodevilla y Bengoechea (Marqués de la Ensenada).
Detalles del interior del templo
Pocos años después en 1874, la capilla se cerró y los restos se devolvieron a sus lugares de origen, donde sus familiares habían decidido que descansasen. La idea de crear un  Panteón fracasó y quedó en el olvido.
En 1879, San Francisco fue objeto de una gran reforma, impulsada por  Antonio Cánovas del Castillo y financiada por el Ministerio del Estado. El interior fue profusamente decorado durante los años 1880-1889 y en el que intervinieron más de veinte artistas españoles.  Las obras de remodelación de la iglesia fueron realizadas con los fondos de la Obra Pía de los Santos Lugares participando en la remodelación escultores y pintores como: Jerónimo Suñol, Mariano Benlliure,  Juan Samsó y Ricardo Bellver. Entre los pintores destacaremos: Salvador Martínez Cubells, Casto Plasencia y José Casado del Alisal.
En el año 1926, el rey Alfonso XIII restituyó el templo a los franciscanos. En junio de 1962 el templo fue declarado Basílica menor por el papa Juan XXIII.
En el transcurso del Siglo XX se han sucedido diversas rehabilitaciones, permaneciendo cerrado durante largas temporadas. En noviembre de 2001 volvió a abrirse al público, aunque permanecían montados los andamios utilizados para la restauración.

La titularidad de la Basílica  corresponde a la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, organismo autónomo dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. El 19 de octubre de 1980 fue declarada Monumento Nacional, según Real Decreto, recibiendo por tanto la condición de Bien de Interés Cultural.
Hemos realizado un recorrido cronológico por la historia del templo, y solo nos queda destacar aunque de forma resumida algunas de las principales características de esta magnífica obra de ingeniería religiosa.
La Basílica de San Francisco el Grande es de planta  circular, con vestíbulo y ábside. La cubierta se resuelve mediante una gran cúpula, custodiada por seis pequeños domos, (bóvedas de media esfera) que rodean la base del edificio por el norte y por el sur.
Los domos, conforman con la amplia rotonda y las seis capillas circundantes un gran espacio presidido por la capilla mayor instalada en el ábside y que preside todo el conjunto.
Para la construcción se han empleado el granito para los sillares de la fachada principal y  el ladrillo enfoscado. Además el templo fue enriquecido con magnificas sillerías procedentes de conventos desamortizados, destacando la  sillería coral procedente del antiguo convento de Santa María del Parral de Segovia, así como la sillería de la Sala Capitular del Monasterio del Paular.

La cúpula de San Francisco el Grande tiene 33 metros de diámetro y 58 metros de altura que asciende a 72 metros desde el suelo del templo. Estas dimensiones la colocan como la tercera de mayor diámetro de los templos de la cristiandad, por detrás de la del Panteón de Agripa de 43,4 metros y de la de San Pedro del Vaticano con 42,5 metros.
Comparando la cúpula con el resto de cúpulas del mundo, sería la cuarta, por detrás de la cúpula de Santa María del Fiore de 42 metros en Florencia. La cúpula de San Francisco supera en diámetro a las cúpulas de Santa Sofía  en Estambul, a la de la Catedral de San Pablo en Londres y a la de Los Inválidos  en París.
La fachada principal de Sabatini, destaca por su configuración convexa, presentando dos cuerpos. En el cuerpo inferior destacan tres arcos de medio punto, sustentados mediante pilastras dóricas. En el segundo cuerpo destaca el orden jónico, constituido por tres ventanales adintelados. El conjunto se remata, en su parte superior, con un frontón triangular, situado en el punto central, y una balaustrada, que recorre los lados. El frontón está adornado con la cruz de Jerusalén, el escudo franciscano y una corona real. Sobre los pilares de la balaustrada se levantan cuatro estatuas de piedra, representativas de santos, que fueron esculpidas en Londres  en el año 1883.
Decoración del templo de San Francisco
La fachada con una torre en cada extremo donde  se alojan 19 campanas, ocho de ellas en la torre sur y  once  en la torre norte que actual de carillón
En el vestíbulo destacan siete puertas talladas en madera de nogal en el siglo XIX. Son obra de Agustín Mustieles, con inspiración gótico-renacentista y escenas bíblicas.
El interior del templo es una maravilla que cada uno tiene que descubrir, pero a modo de resumen realizamos un rápido recorrido. En el centro del templo destaca la Capilla Mayor, destacando la sillería renacentista del Monasterio Jerónimo de Santa María del Parral, de Segovia. La Capilla dispone de numerosos elementos ornamentales realizados con materiales como el mármol, el broce, el oro y  maderas nobles.
Destacan cinco pinturas murales obra de Manuel Domínguez y Alejandro Ferrant que recogen diferentes episodios de la vida de San Francisco de Asís. Junto a la base de las pilastras, se sitúan cuatro estatuas de los evangelistas, que fueron talladas en madera bronceada, por Francisco Molinelli y Antonio Moltó.
La gran rotonda y los zócalos están realizados en mármol. En la cúpula destacan las pinturas que tiene como tema a Nuestra Señora de los Ángeles y que fueron realizadas como ya hemos indicado por pintores de la talla de: Salvador Martínez Cubells, Casto Plasencia y José Casado del Alisal.
Vista de San Francisco y el  Parque de la Cornisa
En el perímetro de la rotonda, se encuentran las esculturas de los doce  Apóstoles, realizadas en mármol de Carrara por artistas como: Jerónimo Suñol y Ricardo Bellver, entre otros artistas.
La decoración del conjunto se completa con  vidrieras policromadas que fueron realizadas en Múnich en el año 1882
Simétricamente distribuidas, se encuentran las seis capillas, cada una está cubierta por una pequeña cúpula, con su correspondiente linterna, se cierran con verjas de hierro, realizadas por  Juan González en el año 1884. La decoración de las capillas se corresponde con los gustos vigente a finales del Siglo XIX.
No queremos olvidarnos del coro, instalado en la parte superior del vestíbulo. En su tiempo, estuvo ornamentado con la sillería gótica de la Cartuja de Santa María de El Paular, tallada en madera de nogal y se cree que realizada por Bartolomé Fernández. Esta ornamentación permaneció en San Francisco el Grande hasta el año 2003, año en el que fueron devueltos a su lugar de procedencia.
Destacaremos el órgano tubular, realizado por la Casa de Aristíde Covaillé-Coll, de París y restaurado en el año 2001.
San Francisco el Grande alberga un rico museo conformado especialmente con pinturas del barroco español e italiano, con obras de Francisco Ribalta, Francisco de Zurbarán, Vicente Carducho, Alonso Cano, Luis Tristán y cuatro lienzos del pintor belga Gaspar de Crayer.
En la Basílica, se conservaba el Cristo crucificado, de Francisco de Goya, obra con la que el artista consiguió ser admitido en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 



Contemplando la gran belleza exterior del templo de San Francisco, pasa desapercibida  la Capilla del Cristo de los Dolores de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, situada anexa a San Francisco por su parte  septentrional. Decimos que pasa desapercibida, porque en principio parece formar parte de la Basílica de San Francisco, se accede a la Capilla por una pequeña puerta situada en el número 1 de la calle San Buenaventura y a través de una galería neoclásica.
Capilla del Santo Cristo de los Dolores
La Capilla fue construida entre los años 1662 y 1668 durante los últimos años del reinado de Felipe IV, siguiendo un diseño del arquitecto Francisco Bautista, con la colaboración de Sebastián de Herrera y el maestro de obras Marcos López. Fue declarada Monumento Nacional en 1969 y se encuentra catalogada como Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid desde el año 2001.
En cuanto al edificio, se trata de una nave longitudinal con el altar mayor en un extremo. En la  cubierta destaca la bóveda de cañón y la cúpula sobre pechinas. El exterior de templo está realizado con muro de ladrillo con tres arcos ciegos  y tres ventanas en la parte superior. En la parte de atrás del muro de ladrillo, podemos contemplar el chapitel de la cúpula, cuyos faldones son interrumpidos por unas  buhardillas, y rematado  por una bola y una cruz. Observando la fachada de ladrillo, se deduce que se trata de una reforma posterior a la edificación del edificio.
Placa situada a la entrada de la Capilla del Cristo de los Dolores
La Capilla destaca por su decoración barroca, especialmente al baldaquino donde se guarda la talla del Cristo de los Dolores, diseñado por Sebastián Herrera y que realizó el carpintero Juan Ursularre Echevarría en el año 1664.
El conjunto está realizado con materiales como maderas nobles, mármoles y jaspes. Durante la construcción de la nueva iglesia de San Francisco allá por la década de los 60 del Siglo XVIII, la Capilla se convirtió en la iglesia de los franciscanos. En 1888 se salvó milagrosamente de ser derribada y como no también se libró de los saqueos durante la guerra civil.
Aunque parezca una paradoja, el Concilio Vaticano II, estuvo a punto de acabar con esta joya arquitectónica, y es que la Venerable Orden Tercera, procedió a reformar el interior de la Capilla para adaptarla a las nuevas exigencias litúrgicas. En estas reformas, desapareció la decoración barroca, conjuntamente con las imágenes, los lienzos, el baldaquino y los retablos.
Al estar declarada la Capilla como Monumento Nacional desde el año 1969, la Dirección General de Bellas Artes obligó a la Venerable Orden Tercera a restituir en la Capilla todos los elementos retirados.
Interior de la Capilla del Cristo de los Dolores
Las obras de restauración se llevaron a cabo durante los años 1975-1980, bajo la supervisión de María Ángeles Hernández Rubio, por desgracia no se pudieron recuperar todos los elementos originales.
A pesar de los inconvenientes de la restauración, merece la pena contemplar el interior de la capilla y admirar sus pinturas y detalles decorativos y especialmente el baldaquino y el Cristo de los Dolores.
La Venerable Orden Tercera, fue creada  por San Francisco hacia el año 1221    teniendo entre sus normas la ayuda a los pobres y a los enfermos. La Congregación, gozaba entre sus miembros de personajes  como Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Calderón de la Barca.
La Venerable Orden Tercera disponía de una capilla en el Madrid  medieval pero como esta resultaba pequeña los hermanos cofrades adquieren a los franciscanos parte de las instalaciones del convento y otros terrenos colindantes y así pudo dar comienzo la construcción de la actual capilla en el año 1662.
Año 1906. Vista de Madrid desde la  Ermita de San Isidro
San Francisco el Grande, imágen tomada desde la Gran vía de San Francisco
Curiosa imagen de 1900, en primer término la barriada de Alfonso VI junto a la Cuesta de los Ciegos, al fondo a la izquierda se aprecia la silueta del Cuartel de la Montaña y a la derecha podemos contemplar el Palacio Real.
Bonita imagen de Ramón Massats realizada en el año 1962. Seminaristas jugando al futbol en Las Vistillas.


Año 1860. Vista de Madrid desde el Paseo de Extremadura.

Imagen de Las Vistillas desde la Catedral de la Almudena
Terminamos nuestra exposición sobre Las Vistillas con algunas fotografías tanto del pasado como del presente.
Puente de Segovia destruido durante la Guerra Civil , al fondo se aprecia perfectamente la silueta de San Francisco el Grande