jueves, 25 de julio de 2013

EDIFICIOS DESAPARECIDOS DE MADRID (PALACIO DE MONTELEÓN)


Continuando con nuestros recuerdos para los edificios  desaparecidos del viejo Madrid, queremos hacer un alto en el Palacio de Monteleón, pero inevitablemente cuando oímos o pronunciamos la palabra “Monteleón”,  nos vienen a la memoria los hechos acaecidos el 2 de Mayo de 1808 en la lucha desigual contra el ejército francés.
Antes de convertirse en Cuartel de Artillería, Monteleón era un palacio señorial construido en una finca de gran extensión.
Cuando nuestros antepasados entraban en Madrid por la Puerta de Fuencarral, lo primero que podían observar era el Palacio de Monteleón una de la primeras residencias de campo situada en el del Barrio de Maravillas.
Sobre el Plano de Texeira de 1656, señalado en naranja el primitivo Palacio, en color verde la Iglesia-Convento de las Maravillas y en rojo, los límites aproximados que llegó a tener Monteleón

Tal como podemos comprobar en el plano de Pedro Texeira de 1656, en la zona ya existía el Palacio aunque de dimensiones más reducidas y las crónicas de la época relataban la emboscada sufrida por Enrique IV que le ocasionó graves heridas, hechos que ocurrieron en las cercanías del convento de Maravillas y de Monteleón halla por el año 1639.
Pintura de la fachada del Palacio de Valentín Carderera, año 1850

Con el transcurrir de los años la finca de Monteleón va adquiriendo propiedades colindantes y ya en el año 1690 se anexiona terrenos públicos fuera de la cerca de Felipe IV construida en 1625. La finca había crecido tanto que sus propietarios deciden derribar el viejo Palacio para construir uno nuevo y utilizarlo ya no como finca de recreo, sino como residencia habitual.
Para que nos hagamos una idea aproximada de la extensión de los terrenos de Monteleón, sus límites los marcaban las actuales calles de San Bernardo, Carranza, San Andrés, Plaza del Dos de Mayo y Calle de Daoiz. Según datos aportados por Ramón Mesonero Romanos, la finca tenía no menos de 617.248 pies, equivalentes a unos  54.000 metros cuadrados.
Maqueta de León Gil de 1830. Señalizado en color azul la Finca de Monteleón, en color morado la Iglesia-Convento de las Maravillas, en color rojo la Iglesia de Moserrat, en color verde la Iglesia de las Comendadoras y en color amarillo la Puerta de Fuencarral.

¿Pero quiénes eran los propietarios de esta finca palaciega? Los primeros propietarios  del palacio fueron los Duques de Monteleón muy relacionados con el rey Carlos II. Los duques de Monteleón gozaban de otra serie de títulos nobiliarios adquiridos por matrimonio y herencias.
Nuestros personajes eran descendientes de Hernán Cortes, por cuyo motivo heredaron el título de marqueses del Valle de Oaxaca y duques de Terranova. Asimismo, como herederos de la familia de Gonzalo Fernández de Córdoba, adquirieron el título de marqueses de Montalbán.
Defensa de Monteleón de Joaquín Sorolla año 1884

A toda esta serie de títulos nobiliarios, tenemos que sumar que la duquesa de Monteleón fue camarera mayor de la reina María Luisa de Orleáns, primera esposa de Carlos II y de la reina Isabel de Farnesio esposa de Felipe V. La cercanía de esta familia a la corona propicia que en el Palacio residieran familias de la aristocracia de aquellos tiempos, la reina Isabel de Farnesio y sus hijos Luis y María Antonia, residieron en el Palacio a la muerte de Felipe V.
No se tiene constancia exacta del periodo en que fue construido el nuevo Palacio, calculándose al final del Siglo XVII, tampoco se dispone de documentos para poder conocer en detalle el esplendor que lo rodeaba. Todo lo que sabemos es por cronistas de la época como Mesonero Romanos que conoció el Palacio cuando este se había convertido en Parque de Artillería.
Año 1869, señalizado en rojo, la Iglesia y Convento de las Maravillas,  en azul las ruinas del Palacio, en amarillo el arco de entrada al Palacio, en naranja la cúpula de las Comendadoras y en verde la Iglesia de Monserrat

También la escritora y baronesa francesa, Marie-Catherine le Jumelle de Barneville nos relata en sus escritos aspectos del Palacio.
Pero quizás la baronesa  D’Aulnoy escritora francesa es la que mejor nos describe la suntuosidad del Palacio en el que se supone que estuvo hospedada. En sus narraciones recogidas en “Memorias de la Corte española”, describe el lujo en la decoración de las estancias con sus magníficos frescos pintados en los techos, los tapices, alfombras, bordados, braseros de plata, muebles y vitrinas y todo tipo de objetos realizados en ámbar, porcelana, cristal de roca, coral, nácar y un largo etc.
Año 1869, ruinas de Monteleón, a la derecha podemos contemplar la chimenea de la fundición

El  Palacio edificado en tres alturas, disponía de edificios auxiliares, una extensa huerta y un vello jardín al que no le faltaba la correspondiente decoración como: Una  fuente de mármol con tres nereidas, sobre las que aparecía una figura sosteniendo las armas de la casa de Monteleón, en el jardín también destacaba una  estatua de Neptuno, pero la joya del Palacio era la espléndida escalera que algunos la comparaban con la del Real Sitio del Escorial.
Plaza del Dos de Mayo con el Arco en primer término y la Iglesia de las Maravillas al fondo

Mesonero Romanos en su obra El Antiguo Madrid, nos describe aspectos del Palacio de Monteleón: “El Palacio quedó muy maltratado en un horroroso incendio ocurrido en 1723; debió ser, por los restos que aun hemos alcanzado, un edificio de la primera importancia. Distinguíase, a lo que parece, por su magnífica escalera, pintada al fresco por Bartolomé Pérez, famoso artista, yerno de Juan de Arellano en 1695 (que por cierto murió en esta operación, cayendo desde un elevado andamio), por sus extendidos y magníficos salones, decorados con el mayor gusto cuando le habitaba la famosa Duquesa de Terranova, camarera mayor de la reina doña María Luisa de Orleans”.
Vista general de la Plaza del Dos de Mayo

Los daños ocasionados por el incendio, se supone que poco tiempo  después serán restaurados, ya que al año siguiente 1724, estuvieron alojados durante  una temporada Felipe V y su mujer Isabel de Farnesio. Como ya hemos comentado en párrafos anteriores, en 1746, a la muerte de Felipe V, Isabel con sus hijos menores vivirán en el Palacio durante trece años.
El Palacio, continua siendo residencia de los duques de Monteleón, hasta que en 1803, por Real Decreto a petición de Manuel Godoy, se crea el Real Museo Militar, que se instala en los terrenos del Palacio, abriendo sus puertas en 1805.
Placas recordando los sucesos del Dos de Mayo

Los descendientes del Ducado de Monteleón, traspasaron la propiedad de la finca al Estado. Como quiera, que la finca tenía unas dimensiones muy considerables, se creó un Parque de Artillería y un almacén de armas y munición.
El Dos de Mayo de 1808 pasará a la historia el nombre de Monteleón por la lucha de los madrileños contra el ejército francés. Es en este Cuartel, donde los capitanes de artillería Daoiz y Velarde, a los que se suma el teniente Ruiz, arman al pueblo de Madrid para luchar contra el ejército invasor.
Inauguración de la Plaza del Dos de Mayo, año 1869

Todos conocemos como se sucedieron los acontecimientos que acabaron con la vida de muchos madrileños incluidos Daoiz y Velarde en la defensa del Parque de Artillería.
Muchos han sido los artistas que han querido reflejar en los lienzos los hechos ocurridos en el Parque el Dos de Mayo y que nos dan una idea del horror vivido en esas fechas.
El Parque de Monteleón quedo muy dañado a consecuencia de los proyectiles de los franceses, quedando en estado de semiabandono durante la ocupación francesa y siendo saqueados todos sus objetos de valor.
Plaza del Dos de Mayo año 1940

Con el fin de la guerra en 1814, se intenta recuperar el Real Museo a través de un Real Decreto de 14 de Septiembre.
A pesar de las buenas intenciones y los esfuerzos por conservar los restos del antiguo Palacio como sede museística, es tal el estado de deterioro, que después de una visita  de Fernando VII en mayo  de 1814, se confirma su estado ruinoso  y  por Real Orden de 8 de marzo de 1816, el Museo se traslada al Palacio de Buenavista.
Daoiz y Velarde en el Parque del Retiro desde 1946 hasta 1950

En el año 1844, toda la finca es adquirida por el empresario catalán, José Safont, para instalar una fábrica de maquinaria y fundición, en la que se comienza la fabricación de algunas de las primeras máquinas  de vapor que se hicieron en España.
Será a finales de la década de los 60, cuando la fábrica es vendida por sus propietarios, donando el arco de entrada al Ayuntamiento.
Daoiz y Velarde en el Museo del Prado años 1879-1901

La llegada a la capital de gentes para trabajar en la nueva industria, obliga al traslado de las industrias a lugares más apartados de la cuidad, para evitar los problemas propios de las nuevas industrias, dejando espacio para desarrollos urbanísticos.
Con la llegada del Sexenio Revolucionario entre los años (1868-1874) y la elección del nuevo regidor de la villa de Madrid, se inician una serie de reformas urbanísticas a cargo de Angel Fernández de los Ríos.
Algunos grupos vecinales, se preocupan por el inminente derribo de los restos de Monteleón,  y dirigen sus peticiones al consistorio municipal para que se respete en lo posible los restos del Cuartel de Artillería, símbolo y gloria de una época en la vida de los madrileños.
Daoiz y Velarde en la Moncloa entre los años 1902-1932

El Consistorio atiende la petición ciudadana y se realiza el estudio para conservar el arco de entrada, adquiriendo los terrenos anexos para conservar como Monumento histórico el Arco de entrada del antiguo Palacio de Monteleón.
Fernández de los Ríos realiza un estudio sobre el estado de Monteleón, destacando el montón de escombros en que se ha convertido el Palacio, un Arco de entrada vandalizado y aprisionado por el convento de las Maravillas que Fernando VII había mandado reconstruir. En sus conclusiones, Fernández de los Ríos, propone: Derribar el convento, restaurar el Arco, colocándolo en una nueva plaza ajardinada para recordar los hechos del Dos de Mayo.
En abril de 1869, se iniciaron las obras de demolición del Palacio y tapias de la finca. Finalizada la  remodelación de la zona, la misma quedo formada por  una plaza, a la que se denominó  del Dos de Mayo,  se prolongaron calles y  se abrieron otras como la de Monteleón, Teniente Ruiz, Manuela Malasaña o Galería de Robles.
Monumento del Dos de Mayo en la actualidad

Las obras se llevaron a cabo con gran celeridad, permitiendo que el Dos de Mayo de ese mismo año, se inaugurase el monumento en recuerdo de los madrileños que vivieron las tristes jornadas de la Guerra de la Independencia. El regidor de la Villa  Manuel Becerra en presencia de autoridades políticas y militares, colocó una corona de laurel en la parte central del Arco con el siguiente texto: “El Ayuntamiento Popular de Madrid a los Héroes del 2 de Mayo 1808”.
Detengámonos brevemente en las características del monumento compuesto por un solo vano formado por un arco carpanel enrejado y realizado en ladrillo sobre un zócalo de granito. Para protegerlo de las inclemencias meteorológicas, la estructura queda cubierta por un tejadillo de ladrillo a cuatro aguas.
Estampa de los héroes del Dos de Mayo de Paolo Guglielmi año 1830

Como el tiempo no perdona, fue necesario realizar operaciones de conservación a lo largo de los años, así en 1888, se realizaron obras de conservación,  en 1904, a punto de cumplirse los cien años de la Guerra de la Independencia, se realiza una profunda restauración consistente en:  La reparación de las llagas de los ladrillos, asentamiento con cemento del zócalo de piedra berroqueña, rasgado y limpieza de los enfoscados por encima del zócalo de piedra, reparación del tejadillos y reparación y pintura de las cornisas, modillones y cercos de hierro.
En el año 1943, se realizó una completa obra de restauración, existiendo dudas de si realmente se restauró o se construyó un nuevo arco debido al mal estado de conservación. En el año 1997 se llevó a cabo la última reforma de la Plaza y del Arco, quedando como las podemos contemplar en la actualidad.
Plaza del Dos de Mayo y la Iglesia de las Maravillas al fondo

Cuando visitamos la Plaza del Dos de Mayo, delante del Arco, podemos contemplar las estatuas (por cierto habitualmente vandalizadas) de los héroes del Dos de Mayo, los capitanes de artillería  Daoiz y Velarde.
A iniciativa del rey Fernando VII, se encarga al escultor Antonio Solá la realización del monumento. La escultura se modeló en yeso en 1820 para presentársela al monarca y a la corporación municipal, la escultura representa a los dos militares en pie, cogidos de  la mano rememorando con este gesto su juramento patriótico. En la presentación, Antonio Solá remitió una carta con los gastos que llevaría ejecutar la obra:  2.700 duros, para una escultura realizada con materiales modestos y 3.000 duros con materiales de mejor calidad. Como el Consistorio no tenía presupuesto, la ejecución de la obra se fue retrasando, hasta que un artillero compañero de Velarde, lleva a cabo un campaña entre el  Cuerpo de Artillería para sufragar los gastos de la escultura.
Placa del Circulo de Bellas Artes en la Plaza del Dos de Mayo

En 1827, Antonio Solá, recibe  autorización real para esculpir el grupo en mármol de carrara firmándose la finalización de la obra en el año 1830. La obra realizada en Roma, llega a puerto de Alicante en 1831 y posteriormente es instalada en el Real Museo de Pinturas, que en el futuro se transformará en el  Museo del Prado donde permanecerá provisionalmente durante algunos años.
En el año 1846 la reina Isabel II ordena el traslado de la escultura al Parterre del Real Sitio del Buen Retiro. Pocos años después, en 1850, la escultura regresa de nuevo al Real Museo de Pinturas.
Será ya en el año  1869 cuando a propuesta de Fernández de los Ríos, la escultura es trasladada al barrio donde lucharon y murieron los dos capitanes de artillería en su lucha contra los franceses. En concreto el monumento se instaló en la calle de Carranza en la confluencia con la calle Ruiz.
Estatua de Jacinto Ruiz en la Plaza del Rey

En el año 1875, y debido a los continuos actos vandálicos, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando solicita su traslado al Museo para protegerla de las inclemencias atmosféricas y del vandalismo.
A pesar del rechazo del traslado por parte de los vecinos de la zona, en 1879 la escultura es trasladada  al Museo situándose en el exterior junto a la puerta  principal donde permaneció hasta 1901.
Un año después la escultura viajera tiene un nuevo emplazamiento en los terrenos de la Moncloa.
Por fin el viaje llega a su fin y así el 2 de mayo de 1932, la escultura queda instalada  en la Plaza del Dos de Mayo junto al Arco de Monteleón y allí permanecera hasta nuestros días, pero por desgracia no se libra de los continuos actos vandálicos.
Más de uno de vosotros se habrá preguntado que paso con el Teniente Ruiz, ¿es que no merecía también un reconocimiento del pueblo de Madrid?
El Teniente Ruiz, falleció a consecuencia de las heridas recibidas un año después en la ciudad de Trujillo, y tiene su propio monumento en la Plaza del Rey. Si estáis interesados en conocer algún detalle más de su relación con los hechos del Dos de Mayo, os remitimos a nuestra entrada con el título de “La Casa de las Siete Chimeneas”.
Como final de nuestro recuerdo al primitivo Palacio y posterior Parque de Artillería, recomendamos realizar una visita a los museos del Romanticismo y de la Historia para poder contemplar cuadros y fotografías de la historia de Monteleón. Especial atención merece la maqueta de Madrid realizada por León Gil en 1830 y que se encuentra expuesta en el Museo de la Historia en el antiguo Hospicio de San Fernando. 

miércoles, 17 de julio de 2013

VENTURA RODRÍGUEZ Y SUS OBRAS EN MADRID




Continuando con la tarea de conocer Madrid, creemos oportuno traer a estas páginas la vida y obra de un gran arquitecto madrileño como fue Ventura Rodríguez.
Para muchos de nosotros, Ventura Rodríguez, no es más que una calle de Madrid o una estación de Metro, pero Ventura Rodríguez es mucho más y esperamos con  estas líneas contribuir un poco al conocimiento de nuestro ilustre personaje.
Buenaventura Rodríguez Tizón, más conocido como Ventura Rodríguez, nace en el pueblo madrileño de Ciempozuelos en el año 1717 y es considerado junto con Juan Villanueva el último arquitecto del barroco, desarrollándose su obra entre las corrientes del barroco y el neoclasicismo.

Hijo de  Antonio Rodríguez y Jerónima Tizón familia muy arraigada en Ciempozuelos, nuestro personaje acompañaba a su padre que trabajaba en las obras del Real Sitio de Aranjuez  y rápidamente mostró grandes habilidades para el dibujo. Con solo 14 años comienza a trabajar como dibujante  para los arquitectos franceses Marchand y Brachelieu responsables de las obras del Real Sitio.
Con el traslado de la corte de Aranjuez a Madrid, los arquitectos Marchand y Brachelieu, acompañados del joven Ventura Rodríguez llegan a Madrid para trabajar en las obras del Palacio Real, obras que Felipe V había encargado al arquitecto italiano Filippo Juvara. Juvara al contemplar la calidad de los bocetos de Ventura Rodríguez, pidió al rey que le fuera asignado como ayudante, de esta forma, el joven Ventura comenzó el oficio de arquitecto.
Juvara, falleció en 1736 sin poder contemplar el comienzo de las obras del Palacio Real siendo sustituido por el también arquitecto italiano Giovanni Battista Sacchetti. Ventura continuó en las obras del Palacio y en 1741 fue nombrado segundo aparejador de las obras.
Ventura Rodríguez va desarrollando un estilo propio influenciado por los  arquitectos  italianos Gian Lorenzo Bernini y Francesco Borromini, claros exponentes del estilo barroco. En 1747 fue nombrado académico de mérito de la Academia de San Lucas de Roma, curiosamente, nunca viajo a Italia.
Los mejores años como arquitecto de Ventura Rodríguez fueron en la mitad del Siglo XVIII con el rey Fernando VI en el poder. Su proyecto para la construcción de la Capilla del Palacio Real de Madrid, fue elegido por delante del arquitecto titular de las obras reales Gian Battista Sacchetti. Recibe el encargo para remodelar y finalizar la basílica de El Pilar, realizada en estilo barroco. En esta época, Ventura Rodríguez  construyó la iglesia parroquial de San Marcos en Madrid, fue nombrado director de los estudios de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en el año 1752, continuando su éxito a lo largo del reino de Fernando VI hasta que con la llegada de Carlos III al poder, Sabatini es nombrado maestro mayor de todas las obras reales y Ventura Rodríguez se queda únicamente con el cargo de arquitecto mayor de la villa de Madrid.
Ventura Rodríguez, estudió al arquitecto francés Jean-François Blondel asumiendo las ideas clasicistas dejando apartado el estilo barroco y se dedicó a realizar gran número de obras particulares.
Los últimos años de la vida de Ventura Rodríguez, fueron un tanto amargos al no poder realizar grandes obras como la Puerta de Alcalá o la Basílica de San Francisco el Grande, obras que fueron realizadas por el italiano Sabatini. Con este panorama, fallece su esposa en el año 1776, pero supo sobreponerse para emprender otros proyectos como la construcción de la  fachada de la catedral de Pamplona concluida en  1783.
Ventura Rodríguez, físicamente muy deteriorado fallece en su casa en el número 13 de la  calle  Leganitos en 1785 siendo enterrado en la Iglesia de San Marcos, para posteriormente ser trasladado a la capilla de arquitectos de la iglesia de San Sebastián en la calle de Atocha.
Hotel El Coloso que en la actualidad ocupa el solar de la casa de Ventura Rodríguez

En este capítulo solo nos detendremos a contemplar las obras que Ventura Rodríguez realizó en Madrid, no obstante para que nos demos cuenta de su enorme talento, enumeraremos algunas de sus intervenciones fuera de Madrid capital: Remodelación de la Basílica del Pilar, actuaciones en la catedral de Cuenca levantando un transparente para iluminar y decorar el altar mayor,  actuaciones en el Convento de los Agustinos Filipinos de Valladolid, en el Real Colegio de Cirugía de Barcelona, fachada del ayuntamiento de Haro, plaza Mayor de Ávila, Palacio Municipal de Betanzos en la Coruña, proyectos para la nueva Biblioteca y la fábrica de Vidrio de La Granja, Palacio de la Mosquera y la Capilla Real en el Convento-Santuario de San Pedro de Alcántara de Arenas de San Pedro, Palacio del Infante don Luis, en Boadilla del Monte,  iglesia del monasterio de Santo Domingo de Silos,  fachada de la Catedral de Toledo, el Sagrario de la Catedral de Jaén, el retablo mayor de la Catedral de Zamora, acueducto de Noáin en Navarra, Palacio de Almanzora en Almería, ermita de San Nicasio en Leganés, iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Larrabezúa en  Vizcaya, torre de la Catedral de Murcia, fachada de la catedral de Pamplona, y un largo etc.

Volviendo a Madrid, realizaremos un pequeño recorrido por sus obras más destacables empezando por sus orígenes, la Capilla Real de Madrid.
Si observamos el Palacio Real desde los jardines de la Plaza de Oriente, rápidamente podemos contemplar la cúpula de la Capilla situada a nuestra derecha.
Al recordar la biografía de Ventura Rodríguez, comentamos que el responsable de las obras de palacio era el italiano Gian Battista Sacchetti, teniendo como ayudante y segundo aparejador de las obras a nuestro personaje.
Tanto Ventura Rodríguez como Sacchetti presentaron sendos proyectos para la realización de la Capilla Real, siendo aceptado el proyecto del español por el rey Fernando VI. Las obras dieron comienzo en el año 1750, finalizando nueve años después. La Capilla fue construida en planta elíptica, destacando la cúpula en forma de media  naranja. A destacar las dieciséis columnas de mármol negro construidas en una sola pieza, las columnas van coronadas con capiteles en estuco dorado. En el interior de la capilla podemos observar el altar mayor realizado en mármol, frente al altar mayor se encuentra el órgano  construido en 1778 y los asientos para la realeza que se encuentran en el lado norte y  fueron realizados en raso blanco con bordados de plata y sedas de colores.
Palacio Real desde la Plaza de Oriente

En la decoración de la Capilla, intervinieron pintores como: Corrado Giaquinto que  pintó los frescos de la Capilla y del atrio, Felipe de Castro, fue el autor de los ángeles del tambor, Bayeu  pintó el cuadro del arcángel San Miguel, también podemos contemplar un cuadro de La Anunciación, de Mengs.

La Real Capilla es una institución ligada a la Casa Real Española, presidida por el capellán del Rey con el título de Patriarca de las Indias Occidentales, el Patriarcado  recae en la persona del Obispo de Madrid.
Interior de la Capilla Real

Dependían de la Capellanía  los temas relacionados con la realeza como: Nacimientos, bodas y defunciones. Bajo la responsabilidad de esta Capellanía, además del clero se encuentra el organista y la orquesta de cámara de los reyes. Con la entrada en vigor de la Constitución Española en el año 1978, la Capilla Real está desligada organizativamente de la Casa Real dependiendo orgánicamente de Patrimonio Nacional.
En el año 1992, el bonaerense Oscar Gershensohn, funda la Capilla Real de Madrid, grupo musical que aborda la música histórica desde el Renacimiento hasta el Siglo XVIII. En la difusión del Patrimonio musical Barroco, el grupo ha participado en múltiples festivales por todo el mundo.
Dentro del Grupo Musical, se encuentra el Coro de Niños de la Capilla Real de Madrid, con el objetivo de conocer y trabajar el repertorio de música antigua, dotando a los niños de una educación vocal y musical. Para ello se ha creado un Centro y Escuela especializados para los niños/as, en el movimiento de la Música Antigua.

A pocos pasos del Palacio Real en concreto en la calle de Toledo, se encuentra la Colegiata de San Isidro, que fue catedral hasta el año 1993 año en que fue consagrada la catedral de la Almudena.
En nuestra entrada con el título Calle de Toledo, ya realizamos un recorrido por la historia del edificio desde su construcción, en esta ocasión nos limitaremos a describir la intervención realizada por Ventura Rodríguez.
En el año 1767, los jesuitas son expulsados del templo y la iglesia se convierte en colegiata dedicada a San Isidro, el templo fue destinado a acoger las reliquias de San Isidro y Santa María de la Cabeza. Fue en esta época cuando Ventura Rodríguez realiza una reforma interior del templo proyectando un nuevo presbiterio, el retablo del altar mayor y una nueva decoración.
Retablo Mayor de la Colegiata de San Isidro

El retablo original, se componía de tres cuerpos. El  cuerpo inferior o basamento, era de mármol.
El cuerpo principal estaba dividido en calles, separadas por cuatro columnas. En la calle central, se encuentra el grupo escultórico de la gloria de San Isidro dentro de un  nicho en forma de arco de medio punto, realizado por Juan Pascual de Mena. Sobre un pedestal se encuentran las reliquias de Santa María de la Cabeza acompañadas por una escultura sobre La Fe, obra de Manuel Álvarez, y otra escultura representando La Humildad, obra de Francisco Gutiérrez. En los laterales del cuerpo principal se encuentran  las esculturas de  San Alejandro, San Eustaquio, San Eliseo y San Orencio.
El tercer cuerpo se apoyaba sobre un friso con una gran decoración. En este cuerpo se encontraba  una pintura de Antonio Rafael Mengs y un  San Francisco Javier de Francisco Rizzi.
Durante la contienda de 1936, el templo fue incendiado y quedaron destruidas numerosas obras de arte, entre ellas el retablo de Ventura Rodríguez.
Durante la restauración posterior a la Guerra, se realizó una réplica bastante exacta del retablo mayor de Ventura Rodríguez.

En nuestra búsqueda de las obras de Ventura Rodríguez, nos trasladamos a la Plaza de los Mostenses junto a la Gran Vía, el nombre procede de que en este lugar, se encontraba el Convento de San Nomberto de monjes Premostratenses, más conocidos como Premostenses o simplemente Mostenses.
El fundador de la Orden Premostratense fue San Norberto, nacido en Alemania en el 1082 y emparentado con el emperador alemán. A Nomberto de vida alegre, le llegó el arrepentimiento y la vocación de monje con motivo de una tormenta durante un viaje a Westfalia, un rayo cayó a los pies de su caballo derribando a Norberto que perdió el conocimiento, al despertar decidió dejar atrás su vida mundana, retirándose a un monasterio para fundar la Orden de monjes Premostratenses bajo la regla de San Agustín.
Imagen de la antigua iglesia de San Nomberto

El convento de San Nomberto, era conocido popularmente como el convento de los Mostenses y fue fundado a principios del Siglo XVII, aprovechando el antiguo convento de las monjas de Santa Catalina de Siena, que se habían trasladado a la Carrera de San Jerónimo. El nuevo convento gozó de la protección de personajes tan ilustres como el Cardenal Arzobispo de Toledo, Bernardo de Rojas y Sandoval, así como del conde de Miranda que por aquel entonces era Presidente del Consejo de Castilla.
Hay pocos datos del primitivo convento, la iglesia se encontraba en ruina a la mitad del Siglo XVII, por cuyo motivo comenzó su reconstrucción en el año 1754 bajo la responsabilidad  del arquitecto madrileño Ventura Rodríguez.
Plaza y Mercado de los Mostenses en la actualidad

El diseño de Ventura Rodríguez, consistía en una fachada convexa flanqueada por dos torreones adornados con columnas corintias. El pórtico disponía de tres  entradas con cuatro columnas jónicas. Sobre el pórtico, se levantaba un segundo cuerpo rematado por una estatua de San Norberto, realizada en piedra de Colmenar de Oreja por Manuel Álvarez.
En 1810 bajo la ocupación francesa, José Bonaparte en su afán de realizar plazas en Madrid, mandó derribar el convento y a continuación ordeno el derribo de la iglesia ante la oposición de los arquitectos Silvestre Pérez  y Juan Antonio Cuervo, por entender que se debía de respetar el valor artístico de la obra. Es de destacar que ambos arquitectos habían sido discípulos de Ventura Rodríguez. Pese a la oposición, la iglesia fue derribada en 1811.
Con el derribo de la iglesia y el convento, se abrió en su lugar la Plazuela de los Mostenses.
Antiguo Mercado de los Mostenses

Será en el año 1876 cuando se instale un mercado con estructura de hierro similar al de la Plaza de la Cebada. El mercado de los Mostenses será obra de Mariano Calvo Pereira. En el año 1925, debido a la construcción de la Gran Vía, fue necesario remodelar toda la zona, derribándose el Mercado ya que la antigua plaza ocupaba parte del trazado de la actual Gran Vía, a la altura del  cine Azul.
Mercado de pavos junto a  los Mostenses en los años 90 del Siglo XIX

Como anécdota, diremos que según algunas informaciones, los materiales de la imagen de San Nomberto fueron utilizados para esculpir el león que podemos contemplar en la Fuentecilla situada en la calle de Toledo.

Junto a la Plaza de España, en concreto en la calle de San Leonardo número 10, podemos contemplar la Iglesia de San Marcos, una de las primeras obras de Ventura Rodríguez en Madrid.
Con el fallecimiento sin descendencia en 1700 del último rey de los Austrias Carlos II, la sucesión al trono de España genera un conflicto internacional que conocemos como la Guerra de Sucesión Española  y que duro entre 1701 y 1713 finalizando con la firma del tratado de Utrecht.
El Madrid de Pedro Texeira año 1656

D. Felipe de Borbón aspirante al trono de España vence a su oponente el Archiduque Carlos de Habsburgo en la batalla de Almansa, batalla que será definitiva para la finalización del conflicto, ese día se celebraba el día de San Marcos.
Para celebrar la victoria, Felipe V primer rey borbónico decide construir un templo en honor de San Marcos. La obra es encargada a Ventura Rodríguez que trabajaba en las obras del nuevo Palacio Real. El lugar elegido para el templo es una antigua ermita que se encontraba en el llamado Prado de Leganitos. Ventura Rodríguez  realiza el diseño, pero el edificio no se comienza a levantar hasta el año 1749, finalizándose en 1753. Felipe V su promotor no pudo contemplar el templo pues falleció en 1746.
La iglesia de San Marcos, fue la primera obra de importancia de las realizadas por Ventura Rodríguez cuando solo tenía 32 años. La iglesia está considerada como una de las mejores obras del llamado barroco madrileño.
La iglesia de San Marcos, sufrió un grave incendio en el año 1925, que dejó muy dañadas  las pinturas murales. La restauración, fue llevada a cabo en 1926 por el arquitecto  Francisco García Nava. Durante la Guerra Civil, la iglesia no sufrió grandes desperfectos y fue  declarada Monumento Nacional en 1944.
Fachada de la Iglesia de San Marcos

En el año 1975 sufre una importante restauración a cargo Ángeles Hernández-Rubio Muñoyerro y por último en el año 1984, se restaura la cúpula bajo la responsabilidad de Juan Armindo Hernández Montero.
Para el diseño del templo, Ventura Rodríguez, tomó como ejemplo la iglesia de San Felipe Neri de Turín, obra de Filippo Juvara, recordaremos que Ventura Rodríguez trabajaba a las órdenes de Juvara en el Palacio Real.
La iglesia tiene una planta de cinco elipses sucesivas. El exterior  es  muy sencillo, la fachada, situada entre edificaciones, está compuesta por tres cuerpos fabricados en ladrillo con  impostas de piedra. El cuerpo central, y la puerta de acceso, quedan enmarcados por dos pilastras de orden gigante soportando un frontón triangular.
Al penetrar en el templo, nos damos cuenta que las  líneas sencillas del exterior, nada tienen que ver con la grandiosidad que se percibe en su interior y lo primero que nos llama la atención son las tres elipses principales, la del centro la más grande coronada por una cúpula, las dos restantes corresponden a la nave de la iglesia y al presbiterio, el interior se completa con dos pequeñas elipses correspondientes al atrio y un pequeño camarín.
Los muros interiores disponen de  pilastras y semicolumnas de orden gigante rematadas con capiteles decorados con hojas de acanto y  cabezas de leones en honor de San Marcos.
En la decoración interior, Ventura Rodríguez incluyó elementos neoclásicos como paso previo del barroco al neoclasicismo. Las pinturas de pechinas y cúpula es magnífica, resaltando en las pechinas las pinturas de los doctores marianos: Anselmo de Canterbury, Ildefonso de Toledo, Ruperto Abad y Bernardo de Claraval, pintadas por Luis González Velázquez. Las pinturas de la cúpula obra también de Luis González, representan escenas de San Marcos.
Interior de San Marcos.

El retablo de San Marcos realizado en el Siglo XVIII por Juan Pascual de Mena, forma un gran tabernáculo con columnas en ambos lados en el centro se encuentra la escultura de San Marcos apoyado sobre un león. Los ángeles y querubines que completan el retablo son obra de Roberto Michel y Felipe de Castro. Recordemos que el retablo quedó muy dañado en el incendio de 1925, teniendo que ser reconstruido casi en su totalidad.
A parte del retablo de San Marcos, en la iglesia podemos admirar otros retablos como: El retablo del cristo crucificado del Siglo XIX, retablo de Santa Escolástica de Juan Pascual de Mena, retablo con la escultura de San Blas, obra del Siglo XVIII, retablo de la Virgen de la Soledad de Juan Pascual de Mena, retablo del Sagrado Corazón de Jesús, retablo de San Benito Abad de Juan Pascual de Mena.
Ventura Rodríguez estuvo enterrado en San Marcos, hasta su traslado a la capilla de los arquitectos de la iglesia de San Sebastián en el Siglo XIX.

En la calle Flor Alta número 8, se encuentra el Palacio de Altamira que desde octubre de 2005, es la sede del Instituto Europeo di Design, (Instituto Europeo de Diseño), organismo que desde el año 1966 está dedicado a la formación de profesionales en el ramo del diseño de moda, relaciones públicas, marketing y artes visuales.
Comenzaremos recordando la historia de nuestro Palacio y como es natural conociendo a sus primeros propietarios.
Diego Messía Felipe Guzmán y Dávila, I marqués de Leganés, disponía de una modesta casa junto a Flor Alta y calle de los Convalecientes de San Bernardo. Con el fin de ampliar su propia casa, compró unas casa anexas halla por el año 1630. Ya en el año 1642, el marqués de Leganés encargó al arquitecto Juan Gómez de Mora, el diseño y construcción de un palacio acorde con el rango de su propietario. Gómez de Mora, levanta un edificio con sótano y tres alturas, pero el marqués, continuó adquiriendo propiedades colindantes para ampliar su palacio con jardines caballerizas y cocheras.
Plano zonal de Flor Alta de Pedro Texeira año 1656

El Marquesado de Leganés es un título nobiliario  creado por el rey Felipe IV en 1627 a favor de Diego Messía Felípe de Guzmán y Dávila. Diego  Messía además del marquesado era vizconde de Butarque, General de los Ejércitos, Comendador Mayor de León, Gobernador de Milán y de los Países Bajos, Presidente del Consejo de Flandes y de Italia y Alcalde del Real Sitio de Aranjuez.
Diego Messía Felipe de Guzmán y Dávila era hijo de Diego Messía de Obando, conde de Uceda (no confundir con el ducado de Uceda) y de Leonor de Guzmán, hermana del conde-duque de Olivares. Alcanzó el puesto de gentilhombre de cámara del rey Felipe IV, casado con la hija del general Ambrosio de Spínola, tuvo la oportunidad de viajar por Milán y Flandes, donde adquirió gran número de obras de arte. En la actualidad la mayoría de su colección se encuentra en el Museo del Prado.
Cine Hispano Francés en la calle Flor Baja, antes de la Gran Vía año 1915

La colección de obras de arte adquiridas por la familia a lo largo de los años, llegó a reunir cientos de cuadros, la mayoría depositados en la actualidad en el Museo del Prado, Dentro de la colección, se encontraban cuadros de Goya, que en la actualidad se encuentran en el Palacio Real, cuadros de Federico Madrazo, de Rubens, Velázquez, de Andrea Vaccaro, así como el retrato de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.
Inés Messía de Guzmán Spínola II marquesa de Leganés se casa con Gaspar Osorio de Moscoso y Mendoza, VIII conde de Altamira y el matrimonio hereda el palacio. El palacio continua como propiedad de la familia hasta que Ventura Osorio de Moscoso y Guzmán XI conde de Altamira, toma la decisión de derribar el viejo caserón para levantar un nuevo palacio.
El diseño del nuevo palacio, es encargado a Ventura Rodríguez que comienza las obras en el año 1773, el palacio se construye en torno a un patio central, disponiendo de semisótano, planta baja y dos alturas con la cubierta abuhardillada.
El proyecto preveía una escalera monumental, dos patios, uno de ellos ajardinado con parterres de estilo francés, y una amplia capilla de planta oval, elementos todos ellos que no llegaron a materializarse.
Calle Flor Alta y el Palacio de Altamira

A la muerte de Ventura Rodríguez en 1785, le sucede en las obras su sobrino Manuel Martín Rodríguez, que hasta ese momento trabaja con él en la construcción del palacio.
Para darnos una idea aproximada de las dimensiones del nuevo Palacio, basta decir que ocupaba toda una manzana delimitada por las actuales calles de San Bernardo, Marqués de Leganés, Libreros y Flor Alta.
El grandioso proyecto de Ventura Rodríguez no llegó a ejecutarse en su totalidad, existiendo dos versiones sobre los motivos de la no finalización: Unos cronistas dicen que por motivos económicos, mientras otras fuentes sostienen, que en realidad fue una oposición del rey Carlos IV ya que no era de su agrado que el palacio de Altamira compitiese en grandeza con el Palacio Real.
Será en 1837 cuando el XV conde de Altamira, Vicente Pío Osorio, acuciado por los problemas económicos vende una parte del Palacio y en el año 1881, Francisco de Asís Osorio, XVII conde de Altamira, vende el Palacio a Felipe González Villarino.
En 1887 el arquitecto Mariano Belmás dirigió las obras para tratar de finalizar la construcción del edificio debido a que solo estaba finalizada la fachada de la calle Flor Alta. Como resultado de las obras, el Palacio quedó formado por dos edificios unidos en forma de una L.  El edificio de la calle Flor Alta es el original diseñado por Ventura Rodríguez y dispone de zócalo de granito con aberturas para los huecos del sótano, las ventanas de la planta baja se encuentran enrejadas, destacaremos las ventanas del primer piso que están rematadas con frontones triangulares.
Finalizada la Guerra Civil, en las dependencias del Palacio se instalan la Escuela de Maestría Industrial y la Escuela de Peritos Industriales, no obstante, el Palacio continuó perteneciendo a los descendientes de Felipe González Villarino hasta el año 1976. Los bajos del Palacio, son ocupados en estas fechas por la discoteca Bali Hai. En 1977 el edificio es declarado Monumento Histórico Artístico, pese a su avanzado estado de deterioro.
En 1988, el Palacio que ya no alberga las escuelas de Maestría y Peritos es vendido a la Empresa “Flor Alta S. A.” y en 1995 Caja Madrid se hace con la propiedad. Será en el año 2003 cuando el Palacio es adquirido por el Instituto Europeo de Diseño, que encargó al arquitecto Gabriel Allende Gil de Biedma una profunda reparación, ya que del palacio original solo quedaban las fachadas. Durante la rehabilitación se respetaron en parte los diseños de Ventura Rodríguez, pero adaptando el edificio a las nuevas exigencias de la normativa en vigor. En el año 2005, se finalizaron las obras encaminadas a acoger al Instituto Europeo de Diseño.



En nuestro caminar buscando las huellas de Ventura Rodríguez, nos acercaremos al Monasterio de la Encarnación situado junto a la Plaza de Oriente, en concreto en la Plaza de la Encarnación.
El Real Monasterio de la Encarnación convento de monjas agustinas recoletas fue fundado por deseo de la reina Margarita de Austria esposa de Felipe III, en los comienzos del siglo XVII. En sus principios, el convento era conocido como las Margaritas en honor a su fundadora.
Plano de Texeira 1656, señalada en azul la Casa del marques de Pozas, en rojo el monasterio de la Encarnación y en verde, el espacio ocupado por los jardines de la Reina, el jardín de la Priora y el paredón de Valnadú, por donde discurría el pasadizo que unía el convento con el Alcázar.

La fundación del convento, al parecer tenía como objeto rememorar la expulsión de los moriscos de la ciudad de Madrid, expulsión promulgada por el rey Felipe III que había sucedido en el trono a su padre  Felipe II.
La reina Margarita, que había vivido en Valladolid casi seis años,  mantuvo fuertes relaciones con las religiosas descalzas de San Agustín, así que para habitar el nuevo convento, mandó llamar a la madre Mariana de San José, que se convertiría en la primera priora del convento de la Encarnación. La primera novicia del convento fue  Aldonza de Zúñiga, hija de los condes de Miranda y ahijada de los reyes.
Felipe III y Margarita de Austria

Para conseguir los fondos necesarios para la construcción del convento, la reina Margarita se encargó de escribir cartas a modo de peticiones a distintas personalidades de España y del extranjero, consiguiendo un gran número de donativos.
El edificio del Real Monasterio de la Encarnación, se construyó en unas propiedades de los marqueses de Pozas, y que fueron comprados por Felipe III por su proximidad al Alcázar, y de esta forma permitir a los reyes asistir a los oficios religiosos a través de un pasadizo que unía el Alcázar con la iglesia del convento. El 3 de Octubre del año 1611 falleció la reina Margarita, sin poder contemplar la obra en la que había puesto tanto interés. El rey había colocado la primera piedra del monasterio unos meses antes del fallecimiento de la reina.
Convento de la Encarnación año 1915

El monasterio se construyó entre los años 1611 y 1616.  El 2 de julio de 1616, día de la Visitación, fue inaugurado el monasterio de la Encarnación y su iglesia, con gran boato, destacando las tapicerías colocadas a lo largo del recorrido real entre la antigua Casa del Tesoro y el convento. Los festejos continuaron hasta el día 6, fecha en que se celebraron las exequias de la reina Margarita.
La construcción del convento ha sido adjudicada durante muchos años al arquitecto real Juan Gómez Mora, pero estudios recientes parecen demostrar que el verdadero autor del edificio fue el arquitecto  fray Alberto de la Madre de Dios. La fachada, que responde al estilo herreriano, fue objeto de imitación por otros templos españoles.
Fuente junto a la fachada del convento año 1864, en la imagen anterior, podemos contemplar la fuente situada a la izquierda.

Tras el incendio del complejo ocurrido en el siglo XVIII, del edificio original se conserva la fachada principal realizada toda ella en granito, destacando el patio cerrado por una verja, los tres arcos de medio punto, los escudos de la reina Margarita y un relieve de la Asunción en mármol, obra del escultor catalán Antonio de Riera. La portada se completa con un frontón con ventana, dos bolas de granito y el conjunto coronado por una cruz.
Debido a los graves deterioros ocasionados por el incendio de 1755, la iglesia  fue remodelada en estilo neoclásico por Ventura Rodríguez entre los años 1761 y 1763, sufragada con los 1000 doblones de oro que la reina Bárbara de Braganza dejó  al convento en su testamento.
Convento de la Encarnación, en primer término la estatua de Lope de Vega

Ventura Rodríguez, se rodeó de artistas de la época para realizar una nueva decoración a base de retablos y lienzos especialmente sobre la vida de San Agustín. En la arquitectura de la iglesia, destacan los labrados en jaspes, mármoles y bronces dorados. Muy interesantes son los frescos de la bóveda de la capilla mayor realizados por Francisco Bayeu.
El tabernáculo es una obra maestra de Ventura Rodríguez, decorada con unas pequeñas estatuillas  de los Santos Doctores  obra de Isidro Carnicero.
Convento de la Encarnación

En el centro del retablo mayor obra de Ventura Rodríguez, se puede contemplar una Anunciación de Vicente Carducho pintada en 1614, en ambos lados del retablo, se encuentran las imágenes de San Agustín y su madre Santa Mónica, obra de Gregorio Fernández.
Antes de continuar con la exposición de las obras de arte que atesora el conjunto monasterio e iglesia, es conveniente conocer los detalles de la arquitectura.
El edificio actual, formaba parte de un complejo que como ya hemos indicado se encontraba unido al Alcázar de los Austrias por un amplio pasadizo que era utilizado por la realeza para visitar la iglesia. Este pasadizo quedó cerrado debido al incendio del Alcázar en las Navidades de 1734.
Frescos sobre la cúpula, obra de Luis y Antonio González Velázquez

Durante la ocupación francesa, en la remodelación efectuada en la Plaza de oriente, el pasadizo fue derribado y ya en el año 1844, la huerta del convento se destinó a la construcción de edificios de viviendas.
El complejo actual, forma un rectángulo en cuyo centro está la iglesia rodeada por el claustro, el coro, la huerta y las casas del propio convento.
La iglesia con planta de cruz latina, es de una sola nave y con nártex o atrio bajo el coro que se comunica por el exterior a través de una portada de triple arcada. La iglesia no dispone de capillas y se encuentra decorada con frescos sobre temas de la vida de San Agustín, realizados por Luis y Antonio González Velázquez y que podemos contemplar especialmente en la cúpula.
En la iglesia destacan otras obras artísticas como: Los altares de San Felipe y Santa Margarita con pinturas realizadas por Vicente Carducho en el año 1616. También podemos contemplar algunos ángeles de Pascual de Mena, situados sobre los retablos realizados Ventura Rodríguez.
Anunciación de Vicente Carducho en el Retablo Mayor

La estancia correspondiente al relicario, atesora una gran colección de piezas, realizadas en bronce, coral, marfil, maderas nobles y piedras preciosas. Destaca por encima de todas la reliquia de San Pantaleón consistente en la sangre del Santo que se licúa cada 27 de Julio.
En el denominado salón de Reyes, se encuentran pinturas de la Casa de Austria que tuvieron gran relación con el convento y en la sala de esculturas, destacan un cristo yacente y el cristo atado a la columna obras del escultor Gregorio Fernández, asimismo destaca la Dolorosa de José de Mora.
El patio del conjunto está formado por 28 arcos de medio punto en la planta baja.
Todo el conjunto es un gran museo, con  acumulación de obras de arte como: pinturas, esculturas, vestuario litúrgico, relicarios y un largo etc.
Plaza de oriente año 1860

La mayoría de estas obras proceden de donaciones  realizadas por miembros de la realeza y la nobleza especialmente de los siglos XVII y XVIII.
Además de las obras que ya hemos mencionado, se pueden contemplar en el complejo obras de José Ribera, Antonio Pereda, Lucas Jordán, Juan de Mena y Salzillo.
El monasterio fue abierto al público en 1965.
En el exterior del conjunto, destaca una estatua de Lope de Vega Inaugurado en 1902, fue proyectada por el arquitecto José López Salaberry. La estatua está compuesta de pedestal del propio Salaberry y la estatua de bronce obra del escultor Mateo Inurria.
En las caras del pedestal podemos contemplar una alegoría que  representa la poesía, el escudo de Madrid y varios títulos de las obras de Lope de Vega.
El monumento se instaló en la antigua Plaza del Cisne en la actualidad Plaza de Rubén Darío. En el año 1967  fue  trasladado a la plaza de la Encarnación.


Ventura Rodríguez realizó intervenciones en uno de los palacios-residencia más importantes de Madrid: El Palacio de Liria, situado junto a la Plaza de España.
El Palacio de Liria es un espléndido edificio levantado en el Siglo XVIII, y residencia actual de la Casa de Alba en Madrid que conserva una magnífica colección de obras de arte y archivo histórico de incalculable valor. El edificio dispone de más de 200 estancias situadas en unos 3.500 metros cuadrados y  rodeado de amplísimos jardines.
No es nuestra intención detenernos en las características del edificio, ya que somos conscientes de que necesitaríamos un capitulo completo en nuestro Blog para describir en detalle el Palacio. Nos limitaremos a recordar que nuestro ilustre arquitecto también participó en la construcción del edificio.
Palacio de Liria en los comienzos del Siglo XX

El I duque de Berwick, James Fitz-James, al servicio de Felipe V en la Guerra de Sucesión, por su valiosa intervención en la batalla de Almansa en el año 1707, recibió el Ducado de Liria y Jérica de manos del primer rey Borbón de España.
Los duques de Liria eligieron para su residencia en Madrid, los terrenos situados junto al Cuartel del Conde Duque y próximos al Alcázar. Después de múltiples  vicisitudes, sería el III duque de Liria quien impulsaría la construcción del edificio. El proyecto fue encargado al arquitecto francés Louis Guilbert.  Las obras se fueron alargando y parecía que no tendrían fin, así que en esta situación Louis Guilbert fue despedido por sospechas de malversación de fondos y de los continuos problemas estructurales que fueron apareciendo.
En este estado de cosas, los propietarios recurrieron a Ventura Rodríguez para completar las obras que se dieron por finalizadas en 1785 después de 15 años de trabajo.
De los estudios realizados sobre el edificio, se desprende que Ventura Rodríguez se habría limitado a corregir los defectos y finalizar las obras inacabadas siempre respetando los proyectos de Guilbert.


Hemos realizado un recorrido por las calles de Madrid para conocer un poco mejor a Ventura Rodríguez y su arquitectura, pero nuestro arquitecto no solo se dedicó a levantar edificios, otra de sus grandes pasiones fueron las fuentes de las que tenemos un gran representación en la ciudad de Madrid.
Curiosamente todas las fuentes diseñadas por Ventura Rodriguez para Madrid, se destinarían a embellecer el antiguo Salón del Prado. Comenzaremos nuestro recorrido por la más emblemática: La Fuente de la Cibeles, que fue un encargo de Carlos III al arquitecto Ventura Rodríguez realizando el proyecto entre los años 1777 y 1782 cuando ya reinaba en España Carlos IV. En principio la fuente estaba destinada a los Jardines de La Granja de San Ildefonso en Segovia, pero cuando se empezó a remodelar el Paseo del Prado, se colocó frente al palacio de Buenavista a la entrada del paseo de Recoletos, mirando en dirección a la Fuente de Neptuno.




Dice la Leyenda que la diosa Cibeles nació en  Frigia comarca que ocupaba la península de Anatolia, actual Turquía.
Los griegos la llamaban Rea y fue considerada la esposa del titán Cronos, que devoró a sus hijos al nacer para que no le usurpasen el trono. Cibeles es considerada la madre de todos los dioses. Es la personificación de la fuerza de la naturaleza, de la tierra fértil, de las cavernas y las montañas.
Se la suele representar con una corona en forma de muralla, como señalando la fortaleza de su carácter y montada encima de un carro que simboliza la superioridad de la naturaleza. Los leones que tiran de dicho carro forman parte de la mitología griega.
La Cibeles en su primitivo emplazamiento

La figura principal de la Fuente, es la diosa Cibeles, obra del escultor Francisco Gutiérrez que utilizó piedra de Redueña, y como hemos indicado, trabajó sobre los planos de Ventura Rodríguez. Está montada en un carro dispuesto sobre una roca que se eleva en medio del pilón. En sus manos lleva un cetro y una llave, y en el pedestal se esculpieron un mascarón que escupía agua por encima de los leones hasta llegar al pilón, más una rana y una culebra que suelen pasar desapercibidas. Los leones que tiran del carro fueron esculpidos por el artista francés Roberto Michel.
La realización del monumento fue muy costosa. Se tardaron noventa y dos días en transportar el mármol blanco desde las canteras de Montesclaros en Toledo. Para ello un vecino de Madrid, Pedro Paliza, se ofreció para efectuar el transporte, ayudándose de su ganado y sus carros.
La Cibeles ha sido testigo de nuestra historia y ha sido víctima también del deterioro del paso del tiempo y otros agentes.

      Durante la Guerra Civil, fue cubierta con una montaña de sacos para protegerla de las bombas y disparos. Aun así, sufrió desperfectos en su brazo derecho y nariz, y en el morro de uno de los leones. Recientemente, en 1994 y 2002 le ha sido arrancada una mano que ha tenido que ser sustituida por una de origen moderno.
La fuente no sólo era un monumento artístico sino que tuvo desde el principio una utilidad para los madrileños. Tenía dos caños que se mantuvieron en servicio hasta 1862. De uno de los caños, se surtían los aguadores oficiales que solían ser asturianos y gallegos y llevaban el agua hasta las casas y el otro caño estaba a disposición de cualquier ciudadano de Madrid. En el pilón bebían las caballerías y otros animales.
El agua procedía de un viaje de aguas que, según la tradición, databa de la época en que Madrid era musulmán. Tenía fama de poseer propiedades curativas. Los caños eran de difícil acceso y estaban situados en el lugar donde hoy están colocados los surtidores. Debido a la dificultad de abastecerse de agua, en el año 1862, el Ayuntamiento decidió cambiarlos por dos figuras artísticas y de diseño simbólico para la villa de las que manaba ampliamente el agua: Un oso y un grifo, criatura mitológica, cuya parte superior es la de un águila gigante, con plumas doradas, afilado pico y poderosas garras. La parte inferior es la de un león, con pelaje amarillo, musculosas patas y rabo en forma de lagarto que además fueron colocadas de manera que se facilitara el acercamiento de los ciudadanos.
Cibeles con el Palacio de Buenavista al fondo

El trabajo fue realizado por Juan de Villanueva, ambas figuras se construyeron con el mismo material que los leones. Dos años más tarde, el cantero Domingo Pérez añadió unos zócalos para los grifos. El dragón se colocó en la zona delantera del carro y el oso en la trasera.
En el año 1868 se decidió retirar ambas figuras y se montaron en la Fuente de la Carretera de Aragón. Algunos años después, el dragón adornó los jardines de la Casa de Cisneros. El grifo de Cibeles lo podemos contemplar en la actualidad en el Museo de los Orígenes o Casa-Museo de San Isidro junto con la figura de un oso.
Para los más curiosos habidos de conocimientos nos remitimos a nuestra entrada con el título de “Plaza de la Cibeles”.

Continuando nuestro caminar por el Paseo del Prado en dirección Atocha, la siguiente fuente que nos encontramos es la Fuente de Apolo, que comenzó su construcción en 1780 durante el reinado de Carlos III, como parte de las obras de ordenación del Salón del Prado, aunque no fue hasta el reinado de Carlos IV en el año 1802 cuando se puede dar por terminada.
El diseño se debe a Ventura Rodríguez y la realización de la obra corrió a cargo de los escultores Manuel Álvarez que esculpió las cuatro estaciones falleciendo sin haber esculpido la figura de Apolo y Alfonso Giraldo Vergaz que fue el encargado de realizar la estatua de Apolo. Para la realización de la fuente se utilizó piedra de Redueña.
Fuente de Apolo y el Salón del Prado año 1865

En mitología, Apolo ha sido considerado como una de las deidades más importantes dentro de las culturas griega y romana.  Apolo fue considerado como dios de la luz, dios del sol, de la verdad, del tiro con  arco, de la profecía, de la música, de la medicina y de la curación, de las artes y  de la poesía.
Apolo era hijo de Zeus y de Leto y hermano mellizo de Artemisa, deidad de la caza, de los animales salvajes, de los nacimientos, del terreno virgen y de la virginidad.
Se suele representar a Apolo como un dios muy hermoso, alto y esbelto. Como  dios de la música, lleva siempre una lira.
Fuente de Apolo en la actualidad

Volviendo a la estructura de la fuente, esta consta de dos pilones circulares con surtidores verticales en el centro, con escalinatas, de donde cuelgan seis conchas, tres en cada lado y de  diferentes tamaños. Cuatro esculturas  situadas en el segundo cuerpo representan las cuatro estaciones del año por cuyo motivo la fuente es también conocida como Fuente de las Cuatro Estaciones, entre  las esculturas se encuentran unos escudos de armas de Madrid. Cada estación se distingue por unos atributos característicos:
Apolo y las estaciones

La Primavera es una mujer con flores, el Verano está representado por una mujer con una espiga de trigo y una hoz en la mano, el Otoño es un hombre joven que lleva una corona de uvas en la cabeza  y el Invierno está representado por un anciano simbolizando el final del año y de la vida.
Escudo de Madrid entre las Estaciones

Todo el conjunto se encuentra coronado por Apolo con su característica lira.
El conjunto se inauguró en 1803, para celebrar el enlace del príncipe heredero, futuro Fernando VII, hijo de Carlos IV.
Por desgracia para el propio Apolo, la fuente no es tan visible como La Cibeles y Neptuno por encontrarse en un lateral del Paseo del Prado y rodeada de grandes árboles que impiden observar el conjunto especialmente en los meses de Primavera y Verano.


En nuestro caminar por el Salón del Prado, nos acercamos a otra de las fuentes emblemáticas de Ventura Rodríguez, Neptuno.
En la mitología romana, Neptuno es el hijo mayor de los dioses Saturno y Ops, y hermano de Júpiter y Plutón. Neptuno gobierna todas las aguas de los mares y cabalga sobre caballos blancos. Se le conoce como Poseidón en la mitología griega.

Neptuno, eligió el mar como morada, con su poderoso tridente agita las olas, hace brotar fuentes y manantiales y su ira provoca temibles seísmos y terremotos.
Neptuno, es el dios que sostiene el planeta en el que vivimos, porque el océano rodea la Tierra y él desde los mares, soporta el peso de la tierra firme.
La Fuente de Neptuno, es un monumento de estilo neoclásico situada en el centro de la plaza de Cánovas del Castillo.
Neptuno, testigo mudo de la construcción del Hotel Palace año 1912.

Fue el rey Carlos III quien decidió darle un aspecto más moderno a Madrid remodelando la zona del Paseo del Prado y Recoletos. Debía ser un lugar de cultura con museos y también de esparcimiento, donde los madrileños pudieran disfrutar de un agradable paseo.
Tanto Neptuno como Cibeles y la fuente de Apolo eran las joyas del llamado Salón del Prado. Cibeles y Neptuno, se colocaron inicialmente mirándose la una a la otra y a ras del suelo.
La fuente de Neptuno, fue diseñada por el arquitecto Ventura Rodríguez y realizada entre 1780 y 1784 por Juan Pascual de Mena, quien la esculpió toda ella en mármol blanco procedente de Montesclaros en la provincia de Toledo.
Neptuno a principios del Siglo XX

La fuente consiste en un gran pilón circular en cuyo centro se encuentra la figura de Neptuno, dios de los mares, con una culebra enroscada en la mano derecha y el tridente en la izquierda, erguido sobre un carro formado por una concha tirada por dos caballos marinos con cola de pez. Alrededor del carro se ven focas y delfines que arrojan agua a gran altura.


La fuente, fue trasladada al centro de la plaza en el año 1898, lugar que sigue ocupando en la actualidad.
Para los lectores que quieran conocer más detalles de la zona, les remitimos a nuestra entrada con el título de “Plaza de Neptuno”.

En la confluencia del Paseo del Prado con la Plaza de Murillo, se encuentran las denominadas Cuatro Fuentes  o Fuentecillas. Dos de las fuentes las podemos localizar en la acera del Museo del Prado y las otras dos en la mediana peatonal del Paseo del Prado. Las cuatro forman un cuadrado imaginario.
Fueron construidas a finales del Siglo XVIII, formando parte de la decoración del Salón del Prado. Como la Cibeles, Apolo y Neptuno, se deben a un diseño de Ventura Rodríguez de 1781 y fueron construidas por los escultores Narciso Aldebó, José Rodríguez, Roberto Michel, Francisco Gutiérrez Arribas y Alfonso Giraldo Bergaz.


Son fuentes de pequeñas dimensiones y diseños similares, construidas con piedra caliza de Colmenar de Oreja. Cada Fuente está formada por un pilón circular sobre el que se levanta una columna labrada con diferentes motivos que nos recuerdan el escudo heráldico de Madrid.

Sobre cada columna se asienta una pequeña taza sobre la que descansan la escultura de un joven tritón abrazando a un delfín de cuya boca sale un surtidor de agua. Las esculturas fueron obra de Francisco Gutiérrez Arribas y Alfonso Giraldo Bergaz.


En el 1996, los grupos escultóricos originales se encontraban muy deteriorados y fueron sustituidos por copias realizadas en resina para su mejor conservación. Los grupos escultóricos originales, los podemos contemplar en el Museo de los Orígenes o Casa de San Isidro en la Plaza de San Andrés.

En nuestro caminar por el Paseo del Prado, contemplando las fuentes de Ventura Rodríguez, hemos alcanzado la Glorieta del Emperador Carlos V, donde se encuentra la conocida Estación de Atocha.
En el centro de la Glorieta y haciendo las funciones de rotonda, se encuentra una isleta con surtidores de agua en el perímetro y una fuente en el centro, se trata de la Fuente de la Alcachofa diseñada por Ventura Rodríguez, pero no se trata de la fuente original, sino de una réplica.
Grabado de la Fuente de la Alcachofa y de la Puerta de Atocha

La fuente fue proyectada en el año 1776, siendo esculpida entre los años 1781 y 1782, por Alfonso Giraldo Bergaz, Antonio Primo y José Rodríguez para embellecer el Salón del Prado.
Copia de la Fuente de la Alcachofa con la estación de Atocha al fondo

El diseño de la fuente de Ventura Rodríguez tiene influencias barrocas incorporando motivos como: Dioses marinos, adornos vegetales y cuantiosos gravados en la piedra.
La Fuente de la Alcachofa está formada por un pilón circular y en su centro se eleva una columna formada por dos cuerpos, con gran número  de adornos. En el primer cuerpo se encuentra la figura de un tritón y una nereida con cola de pez y cuerpo de mujer, ambas figuras  sujetan un escudo de Madrid. El segundo cuerpo situado sobre una pila, consta de cuatro  amorcillos protegidos en su parte superior por una estructura en forma de cascada coronada por una alcachofa.
Réplica de la Fuente de la Alcachofa

Para la construcción de la fuente, se utilizó piedra caliza de Colmenar y granito de Redueña.
La fuente fue instalada junto a la desaparecida Puerta de Atocha, que se encontraba situada en la cerca de Felipe IV y daba acceso a la capital del reino por su parte meridional.
Fuente de la Alcachofa original junto al Estanque del Retiro

En este lugar permaneció la fuente durante casi cien años hasta que en  1880 con motivo de la remodelación de la zona, la fuente fue trasladada a los Jardines del Retiro, operación dirigida por el arquitecto José Urioste y Velada, que en esas fechas ostentaba el cargo de director de Fontanería y Alcantarillado del Ayuntamiento de Madrid.
Coronación de la Fuente de la Alcachofa

Con la remodelación de la Glorieta del Emperador Carlos V en la década de los años 80 del pasado siglo y a iniciativa del entonces Alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván, se construyó una réplica de la Fuente de la Alcachofa que se instaló en la Glorieta en el año 1987. Para la construcción de la fuente se empleó el broce como material principal.
La fuente original, la podemos contemplar como ya hemos indicado en los Jardines del Retiro, en concreto en la Plaza de la República de Honduras próxima al Estanque Grande.


Para finalizar nuestro recorrido por las calles de Madrid de la mano de Ventura Rodríguez, visitaremos los jardines del Campo del Moro, donde podemos contemplar la Fuente de las Conchas.
La fuente fue diseñada para ser instalada en los jardines del Palacio del Infante don Luis, situado en Boadilla del Monte. El infante Luis Antonio de Borbón y Farnesio era hijo de Felipe V y por lo tanto hermano de Carlos III.
Jardines del Campo del Moro, al fondo la Fuente de las Conchas

La fuente fue diseñada por Ventura Rodríguez, siendo realizada por los escultores Francisco Gutiérrez Arribas y Manuel Álvarez el Griego. La Fuente de las Conchas fue realizada en mármol blanco de Macael disponiendo de cuatro cuerpos principales.
El primer cuerpo es un pilón circular con tres jóvenes tritones cada uno sustentando una concha de la que beben agua.
Fuente de las Conchas

El segundo cuerpo dispone de un grupo escultórico compuesto de tres ancianos tritones cuyas colas son cabezas de delfín, vertiendo agua sobre unas conchas.
Los tres tritones sujetan una taza que soporta el tercer grupo escultórico compuesto por tres ninfas que soportan una nueva taza más pequeña que la anterior.
Detalles de la Fuente de las Conchas

Esta última taza soporta otro grupo escultórico compuesto por un niño que se encuentra abrazado a un delfín que realiza las funciones de surtidor.
Ya en el Siglo XIX, los herederos del infante don Luis, regalan la fuente a la Corona y en el año 1844, el arquitecto Narciso Pascual y Colomer llevó a cabo  los trabajos para instalarla en el Campo del Moro.
Con la Fuente de las Conchas damos por concluido nuestro recorrido por las obras de Ventura Rodríguez en Madrid capital y esperamos que este pequeño resumen  haya servido para conocer un poco mejor a nuestro querido arquitecto.