jueves, 15 de noviembre de 2012

LA CASA DE LAS SIETE CHIMENEAS


Paseando por las calles y plazas de Madrid, en ocasiones uno se encuentra con casas que inmediatamente te llaman la atención especialmente por su arquitectura.
Hoy traemos a este Blog una de esas casas, denominada “Casa de las Siete Chimeneas”.


Somos conscientes de lo mucho que se ha escrito sobre esta casa, pero no obstante, intentaremos reflejar desde un punto de vista diferente la historia de la casa, sus moradores y las leyendas que la rodean.
La Casa de las Siete Chimeneas, se encuentra situada en la calle Infantas número 31, teniendo fachada también con la Plaza del Rey y la calle Colmenares.
La historia comienza halla por el año 1567, cuando Juan Bautista Cambrón, vende unas tierras situadas en los llamados altos del Barquillo a Francisco Roa, tres años después, este, vende las tierras a Francisco Granito que las vuelve a vender en 1574 a Pedro de Ledesma.
Pedro de Ledesma fue secretario del Consejo de Indias en tiempos de Felipe II y mandó construir una casa en los terrenos recientemente adquiridos, la casa disponía de huerta y estanque de agua. Las obras realizadas por el maestro de obras Antonio Sillero comienzan en 1574 y finalizan en el año 1577. Antonio Sillero era hermano de Diego Sillero, responsable entre otras de las obras de la Casa de la Panadería y de la reforma del Convento de las Descalzas Reales y de la iglesia del Buen Suceso. Algunas fuentes nos indican que en la construcción de la casa, pudieron participar Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera. En este punto recordaremos que Juan de Herrera fue el constructor del Monasterio de El Escorial, con la estimable colaboración de Juan Bautista de Toledo. En honor a Herrera, su estilo arquitectónico ha perdurado con el nombre de herreriano.
Poco le duro la titularidad de la casa a los Ledesma, ya que en 1578, su hijo Juan Ledesma vende la casa a Juan Arias Maldonado de nacionalidad peruana. Juan Ledesma era secretario de Antonio Pérez y este a su vez, secretario de Felipe II.

La casa de las Siete Chimeneas en el Siglo XVI, según la Revista Ilustración Española
Creemos oportuno realizar un alto en la historia de la casa para conocer un poco más la vida de Antonio Pérez, un singular e intrigante personaje de la corte de Felipe II.
Nació en Madrid en 1540 y falleció en París en el año 1611. Fue secretario de Felipe II y era hijo ilegítimo de Gonzalo Pérez, un clérigo que fue secretario de Carlos I y posteriormente de Felipe II. Fue el protegido del príncipe de Éboli, lo que le permitió educarse en las universidades de Alcalá, Lovaina, Salamanca y Padua. Al morir su padre en 1556 pasó a ocupar la secretaria real.
Desde su posición en la corte, siempre destacó como un gran conspirador contra el duque de Alba y contra don Juan de Austria. Acabó asesinando a Juan Escobedo secretario de Juan de Austria en 1578, se dice que de acuerdo con el propio Felipe II.
En 1579 Antonio Pérez fue detenido junto con su amante, la princesa de Éboli, no obstante, Antonio Pérez siguió desempeñando su cargo hasta 1584. Fue entonces cuando fue acusado primero de corrupción y diez años después se le acusó además de asesinato, sometiéndole a tortura como establecía el proceso judicial en la época.
Después de once años en la cárcel, Antonio Pérez consiguió huir utilizando un disfraz y se refugió en Aragón. Felipe II hizo entonces que le acusaran de herejía ante la Inquisición, única institución con jurisdicción en toda España, pero la Inquisición fracasó en el intento de hacerse con el reo.
A la altura de los actuales Jardines de Lepanto, justo enfrente de la plaza de la Armería, se encontraba el palacio de doña Ana de Mendoza, princesa de Éboli.
Se dice que la princesa era de una belleza inigualable, a pesar de ser tuerta y llevar siempre tapado el ojo con un rombo de seda negra o de encaje.
Don Ruy Gómez de Silva, su esposo, gentilhombre de cámara con Felipe II y miembro de los Consejos de Estado y de Guerra, la introdujo en la Corte, llegando a ser dama de honor de Isabel de Valois, tercera esposa del rey.

Antonio Pérez, placa en la calle de la Almudena y la Princesa de Eboli
Pero su verdadero protagonismo se puso de manifiesto a partir de 1573, cuando enviuda y, tras permanecer tres años en el convento carmelita de Pastrana, regresa a la Corte y se instala en su antiguo palacio. Aquí empezaría una historia que al final acabaría en tragedia.
La leyenda presenta a Felipe II loquito por los huesos de la Éboli, al igual que Antonio Pérez. La princesa de Éboli, participó con Pérez en numerosas intrigas palaciegas.
Se dice que la muerte de Escobedo fue debido a que sabía demasiado de los amores y de los turbios manejos de la pareja e intentó chantajearlos. Con la muerte de Escobedo y Antonio Pérez detenido, Felipe II confinó a doña Ana en la torre de Pinto primero y después en la de Santorcaz, para trasladarla posteriormente a su palacio de Pastrana, donde siguió visitándola en secreto.
Más tarde tomaría medidas más severas contra su amante, internándola en el torreón oriental de ese palacio en la sala conocida como "de la reja", a la que sólo se le permitía asomarse una hora al día. Allí permaneció diez años, hasta su muerte en 1592. Está enterrada en la cripta de la colegiata de Pastrana.

Hemos recordado un poco de la historia del intrigante Antonio Pérez y ahora nos toca continuar con el deambular de la casa.
La casa fue de nuevo vendida en el año 1583 a un comerciante genovés llamado Baltasar Cattaneo que realiza una reforma sobre la primitiva casa de Pedro Ledesma, la reforma la lleva a efecto el arquitecto Andrea de Lurano. La casa ya va tomando las trazas que podemos observar en la actualidad, aparecen las siete chimeneas sobre un tejado a cuatro aguas. La casa comienza a denominarse como “las casas de Castaño”.
Parece que los distintos propietarios de la casa no terminan de asentarse en ella, así en 1586, muere el genovés Baltasar Cattaneo y sus descendientes venden la casa a Francisco de Sande y Picón, natural de Cáceres.

Recreación de la casa después de la reforma de Andrea de Lurano en 1583
Francisco de Sande nace en 1540 y fallece 12 de septiembre de 1602, ocupó el cargo de funcionario real español  desempeñando varios cargos en las Américas y Filipinas, entre otros el de Gobernador General de Filipinas y más tarde el de Presidente de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá.
Ésta claro que la corrupción de los políticos no es de ahora y para ejemplo el de nuestro personaje. Francisco de Sande se caso a los 56 años con doña Ana de Mesa una rica heredera de 27 años de edad, pero falleció pocos años después el 12 de Septiembre de 1602. La joven viuda, fallecería en 1629, pero tubo tiempo para pleitear con sus hijos por conseguir el tesoro que había amasado Francisco de Sande y que se lo había confiado a su amigo don Pedro de Mendoza, pero al parecer quien se había hecho con el tesoro era fray Martín de Sande, hermano de Francisco y que dilapidó la fortuna haciendo regalos al duque de Lerma para que le proporcionara algún obispado.
Se dice que la fortuna estaba valorada en 60.000 ducados y consistía en oro y esmeraldas, conseguida por medios no muy lícitos. Cuando Ana de Mesa reclamo la fortuna a su cuñado, se descubrió el pastel y fray Martín de Sande fue condenado por las autoridades eclesiásticas con el destierro al convento de Trujillo, donde murió en 1627.
Volviendo de nuevo a nuestra casa, durante la ausencia de España de sus propietarios, fue alquilada a distintos personajes entre los que destacaremos los siguientes: Marques de Mondejar, grande de España, Pedro Álvarez, secretario del Consejo de Portugal, Jorge de Cárdenas, duque de Maqueda y posiblemente el más conocido, Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia.
A pesar de que la familia había vuelto a España, siguieron alquilando la casa a distintas personalidades extranjeras como los Embajadores de Génova, Venecia e Inglaterra.
Por primera vez ya en el año 1631, se denomina “Casa de las siete Chimeneas” y  si observamos el Plano de Pedro Texeira de 1656, la casa figura con ocho chimeneas, no sabemos si por error, o porque realmente disponía de las ocho chimeneas.


Señalada en rojo la Casa de las Siete Chimeneas, en verde la calle del Barquillo
En 1627 ha fallecido Ana de Mesa y la casa la hereda su hija María única superviviente del clan familiar, que trata de mantener el mayorazgo de su padre y la fortuna de su madre. A su muerte en 1671, la casa pasa a sus descendientes legítimos acabando la titularidad en manos de Domingo de Colmenares conde de Polentinos allá por el año 1778. Entre 1671 y 1790, la casa es alquilada a distintas personalidades relacionadas con Embajadas extranjeras y que no enumeraremos para no abrumar al lector.
En esta época la casa sufre una nueva reforma añadiéndose otro edificio trasversal de forma que el conjunto termina formando una L, tal como podemos observar el edificio en la actualidad. Al parecer la casa disponía de una huerta situada más o menos donde en tiempos se encontraba el Circo Price. Pero lo que más destacaba era sus hermosos jardines con todo tipo de flores y un gran invernadero, asimismo el jardín disponía de estanque de agua y gran cantidad de aves y animales sueltos.
Traemos a estas páginas los comentarios de Mesonero Romanos describiendo las características de la casa:
“La casa conocida con este título (que es la de la esquina y propia del señor Conde de Polentinos) debió ser en los principios una hermosa casa de campo, rodeada de extendidos jardines y huertas, y cuya sólida y elegante construcción en su parte principal, que da a dichos jardines y a la plazuela (pues la que mira a la calle de las Infantas, se ve palpablemente que es añadida), revela el gusto especial de las construcciones de Juan de Herrera, en cuyo tiempo pudo ser fabricada, a mediados del siglo XVI, para el mayorazgo fundado por el doctor D. Francisco Sandi y Mesa, que hoy posee el Sr. Conde de Polentinos. Su extensión comprendía los jardines, posesiones y casas contiguas, incluso el teatro del Circo, y pasa de 100.000 pies. Es también histórica, por haber habitado en ella el Príncipe de Gales en 1623, cuando vino a pedir la mano de la infanta doña María; luego el ministro de Carlos III Marqués de Esquilache, cuando el día 23 de Marzo de 1766 estalló el célebre motín de las capas y sombreros, atacando el populacho la morada del Ministro (cuyas señales se han conservado hasta nuestros días), y presentando el mismo terrible aspecto que medio siglo después ofreció delante de la inmediata casa del Príncipe de la Paz”.

La casa sigue conociendo nuevos inquilinos y así en el año 1759, llega a ella posiblemente su más insigne huésped, LeopoldoGregorio, marques de Esquilache. Nace en Mesina en 1700 falleciendo en Venecia en 1785. Fue Ministro de Carlos III tanto en su reinado de Nápoles como posteriormente de España.
Marques de Esquilache
Este personaje al parecer de origen humilde era asentador de víveres del ejército cuando el rey Carlos III le asigno la administración de las aduanas de Nápoles en el año 1748. Por su gran gestión y su cercanía a los pensamientos de Carlos III le permitieron ascender a puestos de mayor responsabilidad, siendo nombrado secretario de Hacienda, Guerra y Marina.
Cuando Carlos III, se trasladó a España en 1759, se trajo consigo a su equipo de colaboradores con Esquilache al frente. Como secretario de Estado de Hacienda, acumuló un gran poder, lo cual, unido a su condición de extranjero y a las reformas que realizó, le llovieron los enemigos y fue acusado de corrupción, pero no pudo probarse.
Durante su estancia en el poder entre los años 1759 y 1766, realizo una serie de reformas como: La creación de la lotería y el montepío de viudas y huérfanos de militares, reguló los despachos con Roma, dictó las ordenanzas para el remplazo militar y reorganizó los arbitrios de los pueblos y limitó los privilegios del clero.
Esquilache, modernizó la ciudad de Madrid con un sistema de alumbrado nocturno de las calles, y mando edificar la Casa de Postas y la Aduana en la Puerta del Sol.
Con el fin de acabar con la criminalidad nocturna en las calles de la Capital, dictó un bando en 1766 que prohibía los tradicionales sombreros redondos y capas largas que usaban los embozados. Esta orden, se considero un ataque a las costumbres españolas y fue detonante de una insurrección popular contra el ministro y que estalló simultáneamente en las principales ciudades del reino de España.
Todos estos sucesos ocurrieron en las fechas del 23 al 26 de marzo de 1766, pero no se trataba únicamente de la prohibición de usar capas largas. En España se estaba viviendo en un régimen despótico. Por una parte, la Corte vivía en un ambiente de opulencia ante una población que sufría carestías en los alimentos básicos. Por otra, nobles y eclesiásticos, en especial jesuitas afectados por las reformas, habían hecho causa común con el pueblo llano. El llamado “Motín de Esquilache”, obligó al Rey a aceptar las condiciones más o menos impuestas, salida de Esquilache del gobierno y su marcha inmediata a Nápoles y reforma de todo el gabinete, desterrando de él a los miembros no españoles del mismo, pero se mantuvo la Real Orden que regulaba las obligaciones sobre la vestimenta con capa corta.
Esquilache se salvo de la muerte a manos del pueblo de Madrid, por no encontrarse en su domicilio “La Casa de las Siete Chimeneas”.

El Motín de Esquilache de José Martí y Monsó
Esquilache abandonó definitivamente España en abril de 1766 desde el puerto de Cartagena, con rumbo a Nápoles, no sin dejar el siguiente escrito: “Yo he limpiado Madrid, le he empedrado, he hecho paseos y otras obras... que merecería que me hiciesen una estatua, y en lugar de esto me ha tratado tan indignamente”. Ya en Nápoles, y Sicilia, Esquilache no cesó de proclamar su honradez, pidiendo un puesto que demostrase su inocencia, consiguiendo por fin la embajada de Venecia en 1772, la cual conservaría hasta su muerte en 1785.

La casa de las siete chimeneas se queda vacía y nuevamente es alquilada en 1790 en este caso al general O’Relly y al conde de Tepa.
En este mismo año, y aunque parezca mentira, después de muchos años el propietario Domingo María de Colmenares y Contreras, III conde de Polentinos, comenzó a vivir en la celebre casa, recordemos que desde su adquisición por Francisco de Sande, la casa no había sido habitada por la familia ni sus descendientes. El III conde de Polentinos vivió en la casa hasta su muerte en 1811, en la casa siguieron viviendo su viuda y sus hijos, realizando nuevas reformas a cargo del arquitecto Agustín Ortiz de Villajos, las obras se realizan entre los años 1877 y 1878.
En el año 1881, la casa es vendida al financiero Jaime Girona Agrafiel, marques de Estella y máximo exponente del comercio de Barcelona, que pocos años antes asociado con el marques de Vinent constituyeron el Banco de Castilla, así la casa se convierte en sede del banco y con el fin de adaptarla a las nuevas necesidades, se procede a una nueva reforma en la que participa el arquitecto Antonio Capó. En esta reforma, se cambiaron las fachadas de Infantas, Plaza del Rey y se modificó la portada.
El banco permaneció en el edificio hasta el año 1923, en que fue asaltado por los acreedores debido a la suspensión de pagos.
En el año 1926, con el reinado de Alfonso XIII, y durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la Casa de las Siete Chimeneas fue la primera sede del Lyceum Club Femenino, una asociación cultural feminista, destinada a defender la igualdad femenina y la plena incorporación de la mujer al mundo de la educación y del trabajo. Mujeres como Victoria Kent, María de Maeztu ó Carmen Baroja, hicieron posible las aspiraciones del Club. Por desgracia la Guerra Civil termina con la asociación pasando el edificio en el año 1939 a la Falange. Posteriormente en el año 1953, el edificio es ocupado por los almacenes de la Fábrica de Maicena, que elaboraba productos alimenticios teniendo el maíz como materia prima.

La Casa de las Siete Chimeneas en la década de los 50
Continua el periplo de nuestra casa, ya desde el año 1948 el edificio es declarado Monumento Histórico Artístico, pocos años después en 1957, el edificio es adquirido por el Banco Urquijo, procediendo a reformándolo una vez más. La reforma la llevan a efecto los celebres arquitectos Fernando Chueca Goitia y José Antonio Domínguez Salazar. La reforma se realizó para devolver al edificio su aspecto antes de la reforma de Antonio Capó. Se reformó nuevamente el exterior, se mejoraron las cubiertas, y se recuperaron las balconadas y ventanales.
Desde Abril de 1984, la Casa de las Siete Chimeneas es sede del Ministerio de Cultura.

La Casa de las Siete Chimeneas en la actualidad

Reforma de Chueca Goitia y Dominguez Salazar en la década de los 60.
Hasta este punto, hemos realizado una exposición cronológica de la Casa de las Siete Chimeneas y sus inquilinos, como habremos observado, los propietarios pocas veces habitaron la casa, fueron pasando los años y por ella pasaron múltiples inquilinos, algún banco y hasta una Fábrica.
Nos toca ahora entrar en el capitulo de las Leyendas y que mejor que partir de las confesiones de Felipe II en los momentos anteriores a su muerte, repetimos que se trata de leyendas sin poder confirmar la veracidad de los hechos.
En el libro “Yo, Felipe II” de Ricardo de la Cierva, aparecen las confesiones de Felipe II a su predicador antes de su agonía en El Escorial, yo personalmente no tengo porque dudar de la veracidad de las citadas confesiones, por lo tanto simplemente reflejamos textualmente los párrafos del libro.

“Era hija de uno de mis monteros, y emparentó por matrimonio con una de las familias más nobles de Madrid, los Zapata, que no cejaron hasta inclinar mi decisión ya muy meditada y favorecida de trasladar a la acogedora y aireada villa de la Corte que con los dineros que recibió de un hermano que medraba en Nueva Castilla compro un coto en las afueras de Madrid, frente al cerro de Buenavista, donde empleó las mandas del hermano para construir un pequeño palacio conocido por sus siete chimeneas, donde reinase tan impar beldad. Entonces y entre centenares de pretendientes la casó con Zapata, un capitán de mi guardia de la que ella se enamoró perdidamente. Yo les conocí cuando una tarde mi montero me condujo a la casa, después de holgarme entre las gentes que llenaban un cerro vecino con sus juegos y corros y quede tan embelesado que sin pararme a recordar el ejemplo del rey David hice que se ofreciera al capitán un jugosos destino en los Tercios de Italia, de los que nunca volvió. No me ofrecieron obstáculos ni la bella ni su padre y gocé varios meses de mi amor ardiente, con mengua de la discreción y hasta peligro para mi salud. Sospecho que el jefe de aquella familia, el Zapata que llevaba el título de conde de Barajas, no perdonó jamás la deshonra y a eso atribuyó tanto sus maniobras rayadas en la traición, aunque explicables por el rencor, como mi condescendencia en ahorrarle el castigo. Deje ver a Elena, la más honda pasión de mi vida, al partir para la jornada de Inglaterra y allí supe que otro pretendiente despechado ante sus negativas la apuñaló en la cama. El padre, enloquecido, oculto el cadáver de la hija y del asesino, el padre se colgó a poco allí mismo. Luego la casa de las siete chimeneas fue comprada por alguien que no temía a las leyendas. Juan de Ledesma, secretario de Antonio Pérez y otros potentados que contribuyeron a su triste fama con nuevas desventuras. Quien sabe si allí sigue insepulto el gran capricho, la gran pasión de mi vida”.

Nos empiezan a surgir las dudas, al principio de esta entrada comentamos que Pedro Ledesma compró los terrenos y edificó la casa-palacio. Pedro Ledesma era Secretario del Consejo de Indias, ¿era el mismo personaje que el montero del rey?, por lo menos se llamaban igual. No obstante, según las confesiones de Felipe II su montero recibió cierto capital de un hermano que se encontraba en las américas que le ayudo a edificar la Casa de las Siete Chimeneas, por lo tanto es muy probable que el hermano fuese el Secretario del Consejo de Indias y Pedro Ledesma el montero del rey y padre de Elena.
Tampoco debemos confundirlo con Fray Pedro de Ledesma, filósofo y teólogo nacido en Salamanca en 1544 y que destaco por defender a los indios del Nuevo Mundo. La muerte de Pedro de Ledesma tuvo lugar el 9 de Septiembre de 1616. Tenía 72 años. Sus restos fueron sepultados en la antigua sala, llamada de Santo Tomás, y hoy denominada Panteón de Teólogos. Se utilizó para ello la misma tumba, en que sesenta años antes fuera inhumado el cuerpo del gran maestro Domingo de Soto.
Las dudas continúan sobre la hija del montero, según las confesiones de Felipe II, se llamaba Elena, pero otras fuentes indican que se llamaba Isabel.
Siguiendo con la leyenda, la doncella se casó con un capitán perteneciente al antiguo y noble linaje madrileño de los Zapata. Felipe II no solo dio su consentimiento sino que se ofreció como padrino de la boda. Pero los jóvenes esposos, no pudieron disfrutar de la casa y de su nuevo estado, ya que el capitán Zapata, tubo que viajar a Flandes obligado por los deberes militares, donde murió al poco tiempo se cree que en la batalla de San Quintín. La joven y desconsolada viuda quedó sola en el caserón, sumida en los recuerdos de su amado, hasta que una mañana apareció muerta en su lecho. El pueblo no tardó en relacionar el prematuro e inesperado fallecimiento, con las periódicas visitas que Felipe II realizaba por las noches a la casa, acudiendo embozado para no ser descubierto.
Extrañamente el cadáver desaparece, algunos acusan al padre de la joven. Pocos días después, el padre de la desdichada se ahorca de las vigas de la casa. El rey  ordena una investigación de los sucesos, para tratar de acabar con los rumores de su unión sentimental con la joven doncella, pero sin ningún resultado y la incógnita sobre las circunstancias de la muerte siguen siendo desconocidas. Se comentó por aquel entonces que detrás de este hecho pudo estar el  secretario y confidente del Rey, Antonio Pérez.
Algún tiempo después, cuando todo empezaba a olvidarse empezó a correr el rumor de que algunas noches, tras el toque de ánimas aparecía en el tejado la figura de una dama vestida con vaporosos vestidos blancos, alumbrándose con una antorcha caminaba por las tejas con decisión y sin miedo hasta situarse en la parte más cercana al Palacio Real. Allí se arrodillaba, mientras se daba golpes en el pecho hasta que iba difuminándose la imagen.
Con el tiempo no se volvió a hablar de las apariciones, hasta que en 1881 con la compra del inmueble para sede del Banco de Castilla, dieron comienzo las obras de acondicionamiento. Un día, la cuadrilla de obreros que trabajaba en el sótano descubrieron un esqueleto de mujer y monedas de oro del siglo XVI. Pero no era el único cadáver que esperaba entre las paredes de la casa.
En 1960 con la compra del edificio por el Banco Urquijo, nuevamente se realizaron obras, descubriéndose el cadáver de un hombre emparedado en un muro de ladrillos.
Al amparo de la Casa de las Siete Chimeneas han surgido diferentes leyendas todas relacionadas con la joven viuda. Que si Felipe II mando construir la casa para su amada, que si a  la muerte de Zapata un amante despechado acabó con la vida de la joven viuda, etc, etc. Nosotros, preferimos volver a la historia de la casa-palacio y la zona donde se asentaba.

En el plano de Pedro Texeira de 1656, podemos observar como era la zona en aquella época, no existía la Plaza que ahora contemplamos, ya que los terrenos estaban ocupados mayoritariamente por huertas. En el plano, se puede observar perfectamente la calle del Barquillo aunque en la imagen no se alcanza a ver el rotulo de la calle.
Mucho ha cambiado el entorno de la Casa de las Siete Chimeneas y aunque de forma breve, trataremos de plasmar en unas líneas la evolución de la actual Plaza del Rey.


No siempre tubo esta denominación, en épocas anteriores a 1800, se llamó Plaza del Almirante, en honor a Manuel Godoy, denominado Almirante de la Paz y que vivió en la zona, posteriormente se llamó Plaza del Circo.  La denominación de Plaza del Circo se debe a la existencia de un Circo ecuestre y de saltimbanquis denominado Teatro Circo de Paul ó Teatro de la Bolsa fundado por Paul Laribeau y que se encontraba en la confluencia con la calle Barquillo. Por último desde el año 1835, recibe el nombre de Plaza del Rey, en honor a Fernando VII ó a Felipe II, cuestión que no se acaba de despejar y por lo tanto dejamos en el aire. Durante la Segunda República la plaza cambió de nombre denominándose: Plaza de García Hernández

Para nostálgicos recordaremos la historia del Circo Price que tanto aportó para el disfrute de los madrileños.
El Circo Price, debe su nombre a Thomas Price natural de Irlanda donde nació en 1813 destacando muy pronto como acróbata en Londres halla por 1836. En aquella época cualquier circo siempre estaba muy vinculado a los espectáculos ecuestres. Ya en 1845, Thomas Price era un especialista dentro de su propio Circo denominado Price´s Circus, dominado casi todas las disciplinas del circo.
En 1847, Price fue contratado en Madrid, como integrante del grupo de caballistas Price Brothers, y no tardó mucho en montar un pequeño circo en las proximidades de la Puerta de Alcalá, junto a la antigua Plaza de Toros.
En 1868, instaló su circo cerca de Recoletos, en la esquina con la calle Bárbara de Braganza.
Ya por entonces, como habíamos indicado anteriormente, en la Plaza del Rey se encontraba el Teatro del Circo, que sufrió un aparatoso incendio en el año 1876, quedando completamente destruido. El circo, estaba situado en la Plaza del Rey, en terrenos del Conde de Polentinos, propietario del Circo en lo que fue el jardín y huerta de la casa de las Siete Chimeneas.


El Circo Price en el año 1960
Al parecer existía una buena relación entre Thomas Price y el Conde de Polentinos, llegándose a un acuerdo, en el cual Polentinos se comprometía al  realizar la construcción de un moderno edificio  para ser dedicado a la actividad de circo y  Thomas Price lo explotaría de forma permanente para dedicarlo al circo.
Por desgracia Thomas Price murió poco después un 22 de agosto de 1877 en Valencia, en el trascurso de una actuación. William Parish, yerno de Thomas Price, continuó con el acuerdo y comenzaron las obras del nuevo edificio, que se inauguraría con el nombre de Circo Price.
El proyecto fue llevado a efecto por el arquitecto Agustín Ruiz de Villanos. La estructura se realizó en hierro, según normas que Parish exigió sobre las calidades de construcción, además de la confección de un telón metálico, para evitar posibles incendios sobre los espectadores. Por otra parte, la iluminación se llevó a cabo con las entonces modernas instalaciones de gas.
En nuevo Circo, se construyo en menos de un año inaugurándose el 5-12-1880. En 1918 pasó a denominarse Circo de Parih, aunque en ocasiones se le siguió llamando Circo Price.
Durante la Guerra Civil, El Circo quedo parcialmente destruido como consecuencia de los bombardeos. Nuevamente se reconstruyo en 1940 y continuó funcionando compaginando espectáculos musicales y circenses hasta su demolición en el año 1970.
El edificio salió a subasta, adquiriéndolo el Banco Urquijo, que lo demolió para reconvertirlo en sede bancaria. Actualmente el edificio está ocupado por el Ministerio de Cultura.

En la Plaza del Rey, podemos contemplar la estatua del teniente de infantería Jacinto Ruiz, uno de los héroes del  2 de Mayo junto con Daoiz y Velarde.
Jacinto Ruiz y Mendoza nació el 16 de agosto de 1779 en la ciudad de Ceuta. Sus padres  Antonio Ruiz, subteniente de Infantería, y Josefa Mendoza eran naturales de Ceuta.
Inició su carrera militar en 1795, como cadete en el Regimiento Fijo de Ceuta. En 1801 fue destinado con el grado de subteniente al regimiento de Voluntarios del Estado en Madrid, ascendiendo a teniente en el año 1807.


Estatua de Jacinto Ruiz con el Price al fondo
El 2 de mayo de 1808 se dirige al cuartel de su Regimiento poniéndose al mando de la 3ª Compañía para reforzar las tropas acuarteladas en el Parque de Artillería de Monteleón. Las tropas estaban dirigidas por el capitán Luis Daoíz que junto al capitán Pedro Velarde permiten la entrada de paisanos al recinto para entregarles armas y disponerse a la defensa del recinto.
Jacinto Ruiz fue herido en el brazo izquierdo pero continuó luchando. Un segundo disparo le penetró por la espalda y le salió por el pecho. Al retirar los cuerpos de los fallecidos, observaron que el teniente Ruiz aún respiraba por lo que fue trasladado a su cuartel en la calle Ancha de San Bernardo y posteriormente fue trasladado al domicilio de María Paula Variano para evitar que las tropas de Joaquín Murat lo hicieran prisionero. Fue atendido por el profesor del Hospital de San Carlos, doctor José Rives, recuperándose parcialmente de las heridas recibidas.


  Teniente Jacinto Ruiz
Aun convaleciente, abandonó Madrid para unirse a otros grupos que se reorganizaban en defensa de la independencia española.
Fue ascendido al grado de teniente coronel por el Gobierno, lo que motivó que se trasladara a Badajoz, ya que estaba al frente de un regimiento de Guardias Valonas. Su estado de salud se vio agravado por el viaje y tuvo que detenerse en Trujillo. El día 11 de marzo de 1809 realiza el testamento al comprobar que su estado de salud empeora y dos días después fallece, a la edad de veintinueve años. Fue enterrado el día 14 en el cementerio de la parroquia de San Martín de Trujillo.



El general Martínez Campos, en colaboración con el teniente de infantería Ibáñez Marín, recaudó entre los altos cargos del Ejército y del Gobierno, los fondos necesarios unos 18000 duros de la época para levantar un monumento en su honor. El monumento fue encargado al escultor Mariano Benlliure
El monumento fue realizado a partir de un óleo proporcionado por su familia. La obra fue ejecutada por Benlliure en 1891 en Roma y fundida en bronce en esta ciudad por la fundición Crescenzi. La colocación de la estatua tuvo lugar el 1 de marzo 1891 y la inauguración se realizó el 5 de mayo del mismo año. Se situó inicialmente en el centro de la plaza del Rey, pero tras la remodelación de la misma a comienzos de los ochenta por la construcción del aparcamiento subterráneo se trasladó a su ubicación actual, en uno de los laterales de la plaza.
El Museo del Ejército conserva una reproducción en bronce situada en la plaza de armas de la Academia de Infantería, que fue fundida en Trubia en 1947.
El pedestal, sobre el que se encuentra la estatua está realizado en forma octogonal a modo de escalera y para su construcción se utilizaron diversos tipos de mármol como el gris de Carrara, jaspeado de la zona de Mañaria en Bilbao ó el rojo de Sigüenza.
En el año 1909, el Gobierno de España propuso el traslado a Madrid de los restos mortales de Jacinto Ruiz que se encontraban en Trujillo dentro de una urna de caoba. Cuando los restos llegaron a Madrid a la Estación de Atocha, fueron depositados en un armón de artillería, donde le tributaron honores fúnebres que indican las Reales Ordenanzas. Las llaves de la triple cerradura de la urna, quedaron en poder de las Cortes, el Ayuntamiento y el Museo de Infantería. Las cenizas se encuentran repartidas entre el propio monumento, en el Museo Militar de La Coruña y  en Ceuta, en el Museo de la Legión.
El escultor de la obra Mariano Benlliure y Gil, nace en Valencia en 1862, pronto se pudo comprobar su talento, exponiendo su primera obra a los nueve años. En su juventud cultivó con predilección los temas taurinos dedicándose principalmente a la pintura.



En 1879 viajó a Roma y atraído por el arte de Miguel Ángel, abandonó los pinceles para dedicarse exclusivamente a la escultura. En 1887 se estableció en Madrid y logró el primer premio de la Exposición Nacional con una estatua del pintor Ribera, que donó a la ciudad de Valencia. Fue considerado uno de los mejores escultores nacionales de su época.
Para darnos cuenta de la importancia de su obra, traemos a estas páginas algunas de sus obras realizadas para la ciudad de Madrid: El Monumento a Emilio Castelar,  el monumento al teniente Ruiz, el monumento a Álvaro de Bazán, los monumentos a Sagasta y Canalejas en el Panteón de Hombres Ilustres. Retratos de la familia de Joaquín Sorolla y Bastida, hoy en la Casa Sorolla, el monumento a Goya frente a la entrada del Museo del Prado,  el monumento al general Martínez Campos en el Retiro, las estatuas alegóricas en el Edificio Metrópolis, que se inauguró en 1911, estatua ecuestre de Alfonso XII en el Retiro. Por último no queremos olvidarnos de su gran obra funeraria dedicada al tenor Julián Gayarre en el Valle del Roncal.
Creemos que con esta pequeña exposición de las obras de Benlliure, es suficiente para que nos hagamos una idea de su extensísima obra.
Mariano Benlliure falleció el 9 de Noviembre de 1947 en Madrid.

En la Calle Barquillo, 8 frente a la Plaza del Rey, se encuentra la Casa Palacio del Duque de Sueca y Alcudia, Adolfo Rúspoli y Godoy.
En el año 1904, Adolfo Rúspoli y Godoy, encargó al arquitecto José Urioste y Velada la construcción de su nueva residencia en Madrid. José Urioste, había construido el Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1900. La nueva casa-palacio fue construida con planta cuadrada como dos viviendas independientes y distribuidas en torno a un patio central. Al ser la construcción entre medianerías sólo tenía dos fachadas, una hacia la calle del Barquillo y a la otra a los jardines del Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército. Ambas fachadas se decoraron con balconadas de piedra, y rejas de hierro forjado y con pilastras decoradas con grutescos. El edificio seguía el ideal de las residencias de las clases altas de comienzos del siglo XX.


Casa-Palacio del Duque de Sueca y Alcudia
Queremos recordar que el nuevo palacio se construyó después de derribar la antigua casa que fue habitada por el antecesor de Adolfo Rúspoli, Manuel Godoy, Príncipe de la Paz y I Duque de Sueca y de Alcudia.
Godoy, nació un 12 de mayo de 1767 en Badajoz. Siempre gozó del favor de la reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, así que en poco tiempo pasó de cadete en el Cuerpo de la Guardia Real a consejero de Estado, y a recibir el título de duque de Alcudia.
En el año 1792 ya era primer ministro, firmando la Paz de Basilea con Francia en 1795, por la que recibió el título de príncipe de la Paz. 
Le fue concedido el título de generalísimo coincidiendo con la victoria sobre Portugal en la guerra de las Naranjas. Firmó el Tratado de Amiens marzo de 1802 por el que España obtuvo de Gran Bretaña la isla de Menorca a cambio de Trinidad.


Detalles de la fachada de la Casa-Palacio en la calle Barquillo Nº 8
Se dice que Godoy fue amante de la Reina María Luisa y que se casó con María Teresa de Borbón y Villábriga, Condesa de Chinchón para evitar los comentarios de su relación con la reina. El matrimonio no llego a cuajar y al parecer Godoy siguió con sus aventuras amorosas en este caso con Josefina Tudó. Al morir María Teresa, se casó con Josefina.
Del matrimonio con la Condesa de Chinchón, Godoy tuvo una hija, llamada Carlota, que se casaría con el noble italiano, Camilo Rúspoli. Los descendientes parece ser que todavía habitan en las plantas inferiores de la casa-palacio de Barquillo, mientras que las plantas superiores se han convertido en apartamentos.
La caída política de Godoy se produjo con motivo del motín de Aranjuez. La noche del 19 de marzo de 1808, el pueblo llano arto de la política de Godoy y de los apoyos de este a la política de Napoleón, apoyado por una parte de la nobleza quejosa por los recortes de sus privilegios impulsados por Godoy, asaltó el palacete, en el llamado Motín de Aranjuez, tras el cual fue destituido de sus cargos y honores, siendo encerrado en el castillo de Villaviciosa de Odón por orden del príncipe Fernando y que a duras penas salvó la vida gracias a la intervención de Murat, quien lo condujo a Bayona. Algunas informaciones indican que Godoy tuvo en su casa de la calle del Barquillo a Murat como invitado.


Retrato de Godoy realizado por Francisco de Goya
Las posesiones de Godoy fueron objeto de rapiña. Mesonero Romanos cuenta en sus "Memorias de un Setentón" como participo en el asalto a la vivienda de Godoy en la calle del Barquillo de donde se llevó  varios objetos.
 Vivió en su destierro en Francia de una pequeña pensión gracias a Luis Felipe de Francia. En 1847 fue rehabilitado por Isabel II, devolviéndole todos sus bienes.
Manuel Godoy falleció en París en 1851.
Para finalizar nuestro recorrido por la Casa de las Siete Chimeneas y la Plaza del Rey, queremos recomendar a todos los paseantes que miren hacia la parte superior del edificio del Ministerio de Cultura, edificio que ocupa el espacio del desaparecido Circo Price y podrán contemplar un enorme reloj de sol. La superficie se realizo con granito pulido. El Reloj está en la fachada que mira hacia el Suroeste y eso hace que marque más horas por la  tarde que por la mañana. El reloj marca las horas de Otoño-Invierno.



Calle Barquillo con la Casa-Palacio en primer término a la izquierda
Plaza del Rey con la Casa de las Siete Chimeneas al fondo
Placa situada en la fachada de la Casa de las Siete Chimeneas
       

miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL MADRID DE LUIS CANDELAS

Hoy traemos a estas páginas al personaje de Luis Candelas, nombre muy popular en la historia del Madrid de las primeras décadas del Siglo XIX.
La mayoría de la documentación, que se tiene de Luis Candelas, proviene de los romances que contaban los ciegos para ganarse su sustento. Por una Real Orden, de todas las actuaciones que se llevaban a cabo en la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, se trasmitía un extracto a la Compañía de Ciegos para que pudiesen elaborar sus romances y de esta forma tan peculiar se informaba al pueblo llano de los hechos más destacables.
Nuestra historia comienza en el popular Barrio de Lavapiés y más concretamente en la calle del Calvario, donde en la fecha del 9 de Febrero de 1804 nace Luis Candelas Cajigal. Nació según comentan las crónicas de la época, en la carpintería de su padre y fue el tercer hijo de un matrimonio que vivía sin agobios económicos en la calle Santa María. A los dos días de su nacimiento, fue bautizado en la Iglesia de San Sebastián, situada en la calle de Atocha recibiendo los nombres de Luis Ignacio Polonio Candelas Cajigal.
A la entrada de la Iglesia de San Sebastián, podemos contemplar una placa con los bautizados más famosos en la parroquia.
Su padre se llamó Esteban Candelas natural de Elche y su madre María Brigala Cajigal natural del Valle de Oz en Santander. Luis estudio en el colegio de San Isidro y aquí comenzó su leyenda. Ya de joven, formó bandas para provocar peleas y fue expulsado del colegio a causa de que un clérigo le dio una bofetada y él respondió devolviéndole dos. A pesar del abandono de la enseñanza, siguió leyendo todo libro que caía en sus manos, consiguiendo de esta manera una formación autodidacta.

Desde joven le encantaba vestir bien y mantener unos  buenos modales, circunstancia que chocaba con su fama de alborotador y juerguista, como quedo demostrado con el hecho de que a los 15 años cometió su primer robo siendo detenido y encerrado en la Cárcel de la Corte, actual edificio del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Fallece su padre cuando acababa de cumplir los 19 años, circunstancia que le llevó a replantearse un poco su vida, dedicándose al oficio de librero y algunos trabajos alternativos en ciudades como La Coruña, Alicante y Santander.
En nuestro recorrido por la vida de Luis Candelas, visitaremos las calles y lugares de Madrid frecuentados por el famoso bandido de guante blanco, alternando este recorrido con retazos de su vida.
Comenzaremos a recorrer el barrio por excelencia de Luis Candelas, Lavapiés, y que mejor que comenzar en la calle donde nació, Calle del Calvario.
Tuvo fama esta calle que va desde la calle de Jesús y María a la del Olivar porque allí terminaba el Calvario o Vía Crucis que el propio San Francisco de Asís fundador del Convento de su nombre hizo construir, señalando los lugares donde debían ir las cruces de madera, más tarde se hicieron de piedra de Colmenar. El Vía Crucis partía del convento de San Francisco (actual San Francisco el Grande). 

Plano zonal de Lavapiés

La Hermandad de la Vera Cruz salía los Viernes de Semana Santa a recorrer la Vía Sacra y en la madrugada del Viernes Santo acudían los disciplinantes con túnicas cenicientas, descalzos, arrastrando cadenas y grandes cruces. El campo del Calvario estaba bendito y muchas personas enterraban allí sus cadáveres. También eran sepultados los reos condenados a ser lapidados o descuartizados. Al realizar las obras de mejora de las calles, aparecieron gran número de esqueletos que fueron trasladados al antiguo cementerio ya desaparecido de San Sebastián en la Calle Méndez Álvaro.

Calle del Calvario
      Como podemos observar al pasear por el Barrio, todas las calles son de subidas y bajadas.  
En su origen, Lavapiés fue la judería o barrio judío de la ciudad, la actual Iglesia de San Lorenzo ocupa el solar que antaño ocupaba la sinagoga que se comunicaba con la plaza de Lavapiés a través de la calle que hoy se llama de la Fe, llamada entonces calle de la Sinagoga. A partir de 1391 se reconstruyó la aljama, ó junta de judíos en España durante la Edad Media. Durante esta época, se produjo el “pogromo” ó lo que es lo mismo el ataque a la judería.
Por orden de los Reyes Católicos, fue rodeada de una muralla que cerraba sus puertas al anochecer. El motivo, según los historiadores, era proteger a sus habitantes más que aislarlos.
El mismo año de 1391 la judería sufrió las mayores matanzas de judíos, fueron en las actuales calles de la Fe, Salitre, Ave María, Sombrerete y Jesús y María.
En conjunto, la comunidad hebrea madrileña debió de ser bastante pobre y tuvo siempre muchas dificultades para satisfacer los impuestos que se le imponían, de hecho, fue el propio Concejo quien tuvo que costear en 1481 la tapia que ordenaron construir los Reyes Católicos alrededor de la aljama, pues los judíos carecían de medios materiales para hacerlo.
A modo de curiosidad, transcribimos literalmente en castellano antiguo, unos textos de la relación del Concejo de Madrid con la aljama judía: "Otrosy, acordaron (...) que, porque los judíos eran muy pobres e miserables y no tenían facultad para poder fazer casas e cercar el dicho su apartamiento, que la Villa les cerque de dos tapias en alto el dicho su apartamiento".
Además, los judíos madrileños contribuían con todo tipo derramas y tributos al mantenimiento de las arcas municipales. En 1482, se ordenó censar a los judíos, "para cobrar dellos un castellano (480 maravedís) de cada judío casado o biudo o biuda", cantidad que se destinaría a la guerra de Granada.
A los judíos, también se les impidió vender sus productos al resto del vecindario, salvo bajo unas limitaciones muy estrechas, de acuerdo al siguiente bando Municipal: "que ningund judío nin moro, estrangeros nin de la Villa, no tengan tiendas algunas fuera de sus apartamientos, so las penas de la ley de Toledo, salvo los jueves, ques mercado, que qualquier judío e moro puedan sacar tablas a las plazas desta Villa e sus arrabales (...), e que non tengan nin vendan paños nin otras cosas en casas nin en tiendas, guardando la ley de Toledo, salvo los moros que van a labrar a las casas, que puedan comer donde labran, como es costumbre".
El 31 de marzo de 1492 se promulgó el edicto de expulsión y se dio a los judíos un plazo de cuatro meses para que, en caso de no quererse convertir al cristianismo, abandonasen los reinos hispanos. Se vieron así obligados a malvender sus bienes como es el caso de Rabí Losar, que a mediados de mayo público la siguiente reseña: "notificó (...) quél tiene una casa a la puerta de Guadalajara por cient maravedís de censo y él la quiere vender y le dan por ella quinientos reales. Que ge lo notificava e notificó (al Concejo) para que si lo quisieren por el tanto, que lo tomen antes que otro alguno (...); dixeron que la Villa no la quería, porque no tiene para conprallo".
En 1492 la expulsión de los judíos diezmo la población de Lavapiés, los conversos que se quedaron tomaron muchos el nombre de Manuel y Manuela, por eso a día de hoy los castizos madrileños reciben el nombre de Manolos y Manolas, desconocemos la veracidad de esta afirmación.
Como aclaración a todo lo dicho sobre la judería, algunos estudios nos indican que la judería en origen, se encontraba en el solar que actualmente ocupa la Catedral de la Almudena. El barrio de Lavapiés tal como lo conocemos en la actualidad, se comenzó a urbanizar en el Siglo XVII.
En los límites del Barrio de Lavapiés, se encuentra la emblemática Plaza de Tirso de Molina. La Plaza, está dedicada a Fray Gabriel Téllez, más conocido como Tirso de Molina, que nace en Madrid, 1584 y muere en Almazán, 1648. Es uno de los grandes dramaturgos del Siglo de Oro español.
En 1632 fue nombrado cronista de su orden, en 1645 fue comendador del convento de Soria, y al año siguiente definidor provincial de Castilla. Fue un autor muy fecundo, dejó escritas unas 300 comedias. La estatua que podemos observar en la Plaza, fue realizada por el escultor Rafael Vela del Castillo y fue inaugurada en 1943, se encuentra situada sobre el solar del antiguo convento de Nuestra Señora de la Merced.
Como hemos indicado, en la Plaza de Tirso de Molina, se encontraba el Convento de la Merced, que fue fundado en 1564 por Fray Gaspar de Torres padre Provincial de la Orden de la Merced en Castilla, sobre unas casas de la calle Barrionuevo que fueron compradas al carpintero Diego de Espinosa por 230 ducados y un censo anual de 450 maravedíes.

Estatua de Tirso de Molina
El 4 de septiembre de 1564 se ofició la primera misa y sus primeros moradores fueron nueve religiosos venidos de conventos mercedarios de Toledo y Guadalajara. Pronto el convento se convirtió en uno de los lugares más emblemáticos del Madrid del Antiguo Régimen puesto que desde 1573 se veneraba en su interior una de las imágenes marianas más veneradas por los madrileños, la de Nuestra Señora de los Remedios. Según la tradición, dicha imagen fue traída desde Flandes por un soldado de Felipe II llamado Juan de Orihuela, quien supuestamente la había salvado de una profanación. Desde ese momento, su culto se extendió por Madrid como la pólvora, convirtiéndose en la tercera Virgen de Madrid en importancia.
En cuanto al edificio, llegó a ser uno de los más importantes de la ciudad. Destacaba sobre todo su iglesia, levantada sobre una planta de cruz latina de grandes dimensiones, compuesta por tres naves, cúpula, capilla mayor, y varias capillas laterales que comunicaban por el interior. En la capilla mayor, estuvieron los sepulcros de Fernando Cortés, marqués del Valle, y de su esposa, doña Mencía de la Cerda, quienes tomaron el patronato del convento en 1611.

Imagen del Convento de la Merced
Pero el lugar más importante del convento era la capilla de Nuestra Señora de los Remedios, situada nada más entrar a la iglesia. Además de la imagen de la Virgen rodeada por gran número de lámparas de plata, destacaban las pinturas de la bóveda, obra de Manuel de Castro, así como las decoraciones pictóricas de la bóveda de su Sacristía, obra de Eugenio Caxés que recreaban pasajes de la vida de la Virgen, los Santos, y los Evangelistas.
Este convento tuvo a Fray Gabriel Téllez como su más ilustre morador. Más conocido como Tirso de Molina, entre sus muros escribió gran parte de su extensa obra literaria. En 1809, durante la ocupación francesa los frailes fueron expulsados y el convento desvalijado por las tropas de Napoleón. En 1814, con el regreso de Fernando VII, los frailes volvieron a ocuparlo, aunque sería por poco tiempo. En 1836 fue desamortizado por Mendizábal y el cenobio y su iglesia fueron demolidos al año siguiente. En su lugar, se abrió una plaza que en principio tomó el nombre del Progreso, y hoy no por casualidad se llama de Tirso de Molina, en recuerdo de su más famoso vecino.
Situados en la actual Plaza de Tirso de Molina, hablaremos un poco de fantasmas. Cuenta una leyenda, que en la Plaza donde nos situamos hay fantasmas.
Con anterioridad hemos reseñado que la Plaza ocupa el lugar que anteriormente había sido el convento de la Merced, derribado con la desamortización de Mendizábal.
En 1920 cuando todavía la Plaza se llamaba Del Progreso, se construyó la estación de Metro denominada Progreso.

Plaza del Progreso año 1933, al fondo Cine Progreso

Los obreros que realizaban la obra, oyeron unos gritos desgarradores al otro lado del muro de contención, inmediatamente lo derribaron descubriendo con gran terror una cámara secreta llena de esqueletos de los monjes del convento y que habían muerto acuchillados según la versión posterior de la policía. Posteriores investigaciones afirman que los esqueletos llevaban emparedados muchos años.

Teatro Nuevo Apolo
Este fue solo el principio, se dice que durante muchos años los gritos se seguían oyendo todos los días y a la misma hora, 12 de la mañana.


Todavía la leyenda continúa, algunas personas siguen manteniendo que se siguen oyendo los gritos, pero que estos son atenuados por el ruido del Metro.
Plaza de Tirso de Molina y las flores
¿Que paso con los  esqueletos de todos los monjes? Unos dicen que se les enterró como merecían, pudiendo por fin sus almas descansar en paz. Sin embargo hay quien asegura que como nadie supo qué hacer con ellos, al final los huesos fueron depositados en los andenes de la estación, recubriéndolos con azulejos y que al día de hoy, allí continúan.
           La Plaza de Tirso de Molina antigua Plaza del Progreso hasta el año 1920, ha sufrido infinidad de transformaciones a lo largo de los años. En la misma Plaza, se encuentra el edificio que albergó al antiguo cine Progreso, hoy reconvertido en el Teatro Nuevo Apolo. En la actualidad, la plaza es casi toda ella peatonal, lugar de encuentro de personas de distintas nacionalidades y dedicada a la venta, especialmente kioscos de flores.

Junto a la Plaza de Tirso de Molina, se encuentra el palacio del Marques de Perales, un magnifico edificio que aconsejamos su observación. En la Calle Magdalena Nº 10, en 1732 el Marqués consorte de Perales mandó construir este palacio sobre un amplio solar.
Conozcamos un poco la historia de este palacio y sus moradores. Nuestra historia comienza en el año 1727 con la concesión por parte de Felipe V del título de marquesa de Perales del Río a doña Antonia de Velasco y Moeda, casada con Ventura Fernández de Pinedo y Rodríguez de Ubierna, conde de Villanueva de Perales de Milla.
El palacio es de planta cuadrada y esta organizado en torno a varios patios interiores, respondiendo su organización interior al prototipo de residencia aristocrática del siglo XVIII. Lleva un zócalo de granito en el que se alojan las ventanas del semisótano en la fachada de la calle Magdalena, pero lo más destacado es la decoración de la portada barroca con balcón superpuesto que realizó el célebre arquitecto Pedro de Ribera, compuesta por elementos florales y las orejetas típicas del barroco madrileño.

Portada del Palacio Marques de Perales
Las fachadas son de estuco coloreado y sus cubiertas se encuentran abuhardilladas. El palacio fue la residencia habitual de los marqueses hasta el año 1924 en que el VII marques de Perales, vende el palacio al Estado.
Entre 1979 y 1983 los arquitectos Manuel Sainz de Vicuña y García Prieto y su hijo Manuel Sainz de Vicuña y Melgarejo rehabilitaron el palacio para convertirlo en la sede de la Hemeroteca Nacional. Con el nuevo siglo el palacio ha sido recientemente restaurado y acondicionado para acoger desde mayo de 2002, las dependencias de la Filmoteca Nacional.
Queremos recordar un episodio luctuoso en la persona de José Miguel Fernández de Pinedo III marques de Perales. En el año 1808, siendo nuestro personaje responsable de la fábrica de cartuchos, y preparando la munición para combatir al ejército francés, es acusado de cargar los cartuchos con arena en lugar de la pólvora correspondiente. El rumor lleva al pueblo de Madrid a amotinarse ante la Casa de Correos y de allí parten hasta el palacio dando muerte al Marques.

Vamos a realizar un pequeño descanso en nuestro recorrido por el barrio de Lavapiés para continuar con la vida y andanzas de nuestro personaje.

Luis Candelas, un joven apuesto y culto, no fue el clásico salteador de caminos que se echaba al monte a cada golpe que daba, nada tenía que ver con los bandidos de las serranías andaluzas, escaldados por la guerra de guerrillas contra el invasor francés y sin nada que llevarse a la boca, cargados de hijos y sin oficio ni beneficio. Luis Candelas, se especializó en robos meticulosos y planificados, que salía airosamente en toda clase de lances, incluidas seis fugas carcelarias utilizando el soborno y las más diversas argucias. Siempre puso mucho empeño para que el estilo y la marca que dejaba en sus fechorías quedaran al margen de cualquier maltrato, brutalidad ó el ensañamiento con sus víctimas.


Luis Candelas era un ladrón atípico que llevaba a efecto sus fechorías en las calles de Madrid o en los caminos periféricos de la ciudad, no procedía de familia pobre y desarraigada y fue capaz de compaginar la delincuencia con el puesto que se había ganado por méritos propios al frente de la sección del Resguardo de Tabacos en Madrid, organismo encargado de perseguir la venta y el alijo de tabaco y las sedas de contrabando. Luis Candelas, incluso alternaba en círculos galantes de Madrid haciéndose pasar por un tal Luis Álvarez de Cobos, rico hacendista del Perú.

A modo de curiosidad, reproducimos la única Ficha Policial que se conserva sobre Luis Candelas:

"Filiación: nº 427 Nombre y apellido: Luis Candelas Cajigal Apodos o remoquetes: se ignora Naturaleza: Madrid Edad: 21 años Estado: casado Profesión u oficio: Cesante en el ramo de Contribuciones. Clasificación: ladrón (espadista y tomador del dos) Condenas sufridas: ninguna Estancia en cárceles u hospitales: ninguna Señas personales: Estatura: regular Pelo: negro (sin redecilla) Ojos: al peloNariz: regular Boca: grande y prominente de mandíbula Dientes: iguales y blancos Otras señas particulares: no usa bigote ni perilla Color del rostro: quebrado Complexión: recia Bien formado en todas sus partes”.

Por espadista se entendía el delincuente que para penetrar en una casa con el objeto de robar utiliza una ganzúa y por tomador del dos, el ladrón que roba valiéndose de los dedos.
En su primera época de delincuente entre 1823 y1830, se comenta que se dedicó a conquistar mujeres y vivir a costa de ellas, reconociéndose como un Don Juan. Era moreno, bien parecido, dientes blancos, con patilla ancha y flequillo bajo el pañuelo, bien afeitado, calañés, faja roja, capa negra, calzón de pana y calzado de mucho tirar. Se enamoraba y embaucaba a las mujeres para vivir de sus ahorros.


Cuando tenía 17 años, se enamoró de Consuelo, una peinadora que le entregó todos sus ahorros. A continuación vino una tal Margarita, viuda necesitada de cariño y que vivía de las rentas. Otra amante fue Paquita, una bella manola amiga intima de la Naranjera amante de muchos y del propio Rey Fernando VII. Al final Luis Candelas terminó compartiendo amante con el Rey.
Para poder costearse sus gastos formó una cuadrilla en 1835, entre cuyos componentes destacaron Paco El Sastre, Francisco Villena, Mariano Balseiro, Leandro Postigo, Juan Mérida, José Sánchez, Pablo Maestre, Pablo Luengo el Mañas y los hermanos Cusó (Antonio y Ramón). Todos se solían reunir en tabernas como: La Taberna del Cuclillo, la Taberna de Jerónimo Morco, que pertenecía al cuñado de Balseiro, y se encontraba en la calle de Mesón de Paredes, la Taberna de la Paloma en la calle de Preciados, la de Traganiños, en la calle de los Leones junto a la calle de Jacometrezo y en la taberna de El Tío Macaco, en la calle de Lavapiés.
Todas ofrecían el mejor servicio a la banda, buen vino, buenas cantaoras, buen escondite y buena compañía femenina. Candelas realizó diversas fechorías cada vez más arriesgadas y con mayor botín, que por su ingenio y buen humor fueron cantadas por los madrileños con cierto cariño. Tenía doble vida, indiano adinerado y respetado de día, con el falso nombre de Luis Álvarez de Cobos hacendista en el Perú, y truhan de noche, cuando salía por la puerta de atrás de su casa ubicada en la calle Tudescos nº5, convertido en el rey de los bajos fondos.

Taberna de Traganiños
Se dedicaba a robar, con su máxima de que la fortuna estaba mal repartida, pero nunca llegó a matar a nadie en ninguna de sus acciones. Era extremadamente delicado en ellas, no usando la violencia. Siempre vivió bien y nunca gustó de los oficios mecánicos, siendo ésta una de las causas de que se entregara a la delincuencia.
Cuando era detenido y apresado, era fácil que se escapara ya que sobornaba a carceleros o, simplemente lograba fugarse por medio de sus habilidades. En una de sus visitas a la cárcel, conoció al político liberal Salustiano de Olózaga.
Olózaga, era presidente del Congreso de los Diputados en 1843, cuando los reaccionarios le acusaron de coaccionar a la joven reina Isabel II para que firmara la disolución de las Cortes y convocara nuevas elecciones. Luis Candelas, también simpatizaba con la causa liberal, dicen las crónicas, que la amante de Olózaga, una tal Mary Alicia, le pidió a Candelas que le ayudase a escapar y este aceptó.
Las lenguas de doble filo afirman que Mary también era amante de Luis Candelas. A pesar de la guardia reforzada, Candelas organizó un motín y consiguió liberar a Olózaga.
A pesar de que se le involucró con numerosas mujeres, hubo tres que marcaron especialmente su vida. Se casó en los carnavales de 1827 en la Parroquia de San Cayetano, con Manuela Sánchez, viuda de 23 años que también había pasado por la cárcel. En los registros de la Iglesia de San Cayetano, no figura la mencionada boda. 
Ya en la luna de miel, encontrándose en Zamora, vieron que no eran compatibles y Candelas la abandonó en las Navidades de ese mismo año. Luego tuvo como amante a una chica llamada Lola La Naranjera, la cual tenía amigos importantes que conseguían sacar de la Cárcel de la Villa a Luis Candelas tan pronto como entraba por delito de hurto. La Naranjera además era la amante favorita del mismísimo rey Fernando VII. La última de sus amantes importantes, la de su perdición, fue Clara, muchacha de clase media y familia honesta, con la cual se fue a vivir a Valencia. Aquí siguió robando alguna joya para vivir holgadamente.

Hagamos un pequeño alto en la biografía de Luis Candelas, y sigamos conociendo el Barrio deteniéndonos en primer lugar en el corazón del Barrio, la Plaza de Lavapiés.
El nombre de Lavapiés podría proceder de una fuente que había en la plaza, donde los judíos hacían el lavado ritual de los pies antes de acudir al templo. Lavapiés desde los tiempos de los judíos ha sido un arrabal manteniéndose abandonado a lo largo de los años hasta fechas recientes.

Todo el barrio lucha por conservar lo más puro de las tradiciones madrileñas. La Plaza de Lavapiés, intenta mantenerse como lugar para la cita dominguera a la hora del vermut, para la charla distendida, sin prisas ni agobios. Pero hoy la emigración ha desembocado de lleno, de tal manera que lo ocupan casi todo, situación que resulta agobiante por la costumbre de estas gentes de estar a todas las horas en la calle, debido en parte a la precariedad y hacinación en las pequeñas viviendas.
A finales de los años 80, Lavapiés era un barrio habitado exclusivamente por gente mayor, en casas viejas y de pequeñas dimensiones construidas alrededor de un patio (lo que se llama corrala, aunque su denominación correcta es la de casa de corredor). Por eso se ha hablado de chabolismo vertical. La abundancia de casas abandonadas y de viviendas de renta baja atrajo en los años 80 y 90 a multitud de jóvenes con pocos recursos, entre ellos numerosos okupas. Lavapiés ha sido, probablemente, la zona de Madrid con mayor densidad de casas ocupadas, y en ella tuvieron lugar las primeras experiencias de okupación de la capital. Hoy día, se siguen manteniendo un cierto número de centros sociales okupados en el barrio, además sigue siendo el barrio con mayor cantidad de asociaciones y movimiento vecinal de Madrid.
Fue a principios de los 90 cuando Lavapiés empezó a concentrar a la población inmigrante. Los pisos, viejos y destartalados, pero baratos, fueron todo un reclamo. Primero llegaron los magrebíes, luego los latinoamericanos, más tarde los subsaharianos, los bengalíes, los paquistaníes y, en los últimos tiempos, los chinos. "Ve a Lavapiés, allí hay amigos", es la voz que más ha corrido, y aún corre, entre los recién llegados.
Plaza de Lavapiés año 1983 con el edificio del  Cine Olimpia
Milagrosamente se han salvado de la piqueta algunas de sus viejas corralas, siendo la más popular la que hace esquina entre las calles de Mesón de Paredes y Sombrerete. No ocurrió lo mismo con el cine Olimpia, en la plaza de Lavapiés, sustituido por el teatro Valle-Inclán. Asimismo, desapareció la sala de fiestas El Molino Rojo, en la calle Tribulete, escenario de las noches madrileñas. Así decía un anuncio radiofónico de los años 50:
“Felipe... ¿ande te metes? En la ca del Tribulete. ¿Es que te vas con la panda? ¡Amos, anda! ¡Ojo!, que voy al Molino Rojo”.
Situado en la Plaza de Lavapiés, el Cine Olimpia data de principios del siglo XX, obra de Secundino Suazo. 
Se transformó en teatro en 1979. La Asociación Cultural La Corrala se hizo cargo de su programación hasta que, cinco años más tarde, fue elegido para sede del Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas.
La Sala cerró en 1992, siendo derribada al año siguiente para construirse un nuevo cine-teatro, el Teatro Valle Inclán.

Teatro Valle Inclán en la Plaza de Lavapiés
El barrio de Lavapiés fue objeto de atención de saineteros y libretistas de zarzuelas de las últimas décadas del siglo XIX, que hicieron de él la cuna del más puro casticismo madrileño. Pero todo se exageró, poco tenia que ver la realidad del barrio con lo que nos contaron, mas bien obedecía al capricho de unos cuantos autores, que eligieron el barrio como habían podido elegir otro de Madrid. Sobre Lavapiés, podemos encontramos gran número de obras literarias, como si el barrio fuese el centro de todas las intrigas, aventuras, amoríos, chulapos, bandidos y situaciones de lo más variado y pintoresco.

Arquitectura del Barrio
Esta demostración de casticismo, se estrelló de plano con los escritos crudos y realistas de Pérez Galdós, Blasco Ibáñez, Pío Baroja y Arturo Barea, al constatar el predominio de miserias y penalidades de gran parte de la población de Madrid: Cigarreras, lavanderas, traperos, pordioseros y colilleros; gente cargada de hijos criados en calles enlodadas y polvorientas, o en los arenales del río, y casas y chabolas sin agua ni luz. La miseria de Madrid desde la Guerra de la Independencia a los años sesenta del siglo XX no tenía límites.
“Misericordia” de Benito Pérez Galdós es una novela realista publicada en 1897, que refiere escenas y rincones urbanos de Madrid con tintes siniestros. Galdós, en la citada novela hablaba de calles, casas y gentes de Lavapiés.
Reflejamos textualmente algunos párrafos de su obra: “No lejos del punto en que Mesón de Paredes desemboca en la Ronda de Toledo, hallaron el parador de Santa Casilda, vasta colmena de viviendas baratas alineadas en corredores sobrepuestos. Éntrase a ella por un patio o corralón largo y estrecho, lleno de montones de basura, residuos, despojos y desperdicios de todo lo humano. El cuarto que habitaba Almudena era el último del piso bajo, al ras del suelo, y no había que franquear un solo escalón para penetrar en él. Componíase la vivienda de dos piezas separadas por una estera pendiente del techo: a un lado la cocina, a otro la sala, que también era alcoba o gabinete, con piso de tierra bien apisonado, paredes blancas, no tan sucias como otras del mismo caserón o humana madriguera. Una silla era el único mueble, pues la cama consistía en un jergón y mantas pardas, arrimado todo a un ángulo”.

Arco de Cuchilleros
Inmersos como nos encontramos en el conocimiento del barrio, por un momento nos hemos olvidado del principal personaje de nuestra historia, Luis Candelas. Como ya hemos indicado, fue un ladrón de guante blanco, que nunca uso la fuerza para cometer sus fechorías.

Luis Candelas, decía de sí mismo, la máxima que rige mi conducta es la siguiente: “El dinero está mal repartido y no es justo que mientras unos arrastran coches, los demás vayan por el lodo. Así pues, los que nivelamos las fortunas, sin matar ni hacer daño, por supuesto, ejercemos una industria pacífica que hacen mal en perseguir. Además, uno tiene necesidades, no ha nacido para trabajar en oficios mecánicos y cuando se ha recibido alguna instrucción y se han leído libros como yo......”


De estas palabras, deducimos que le gustaba vivir a lo grande y sin dar el callo como vulgarmente se suele decir.

En sus robos, Luis Candelas hacia alarde de un arrojo y una osadía sin límites, así como de una seguridad y de una astucia extraordinarias. Todos sus robos, responden con matemática precisión a tres tiempos: Preparación, ejecución y huida. Nada fallaba, porque nada se dejaba al azar.

Con los ahorros que le dejo su padre al morir, se compro una casa en la calle Tudescos Nº-5, próxima a la Gran Vía. La tenía amueblada con todo lujo y además tenia criado, al que le contaba que era Luis Álvarez Cobos.

Relataremos a continuación algunos de sus robos que demuestran su astucia. Con el fin de convencer a los miembros de su banda de que él debe ser el jefe, se dirige con su amigo Paco el Sastre proponiéndole ir a la taberna Lorencini en la Puerta del Sol. Echo un vistazo a la clientela y eligió a un hombre que se encontraba solo, preguntándole si le importaba que se sentara con él. Luis Candelas iba elegantemente vestido y entabló rápidamente conversación con la victima, este se llamaba Pedro Alcántara Villancico, oidor cesante de la Habana y que vivía en la calle Carretas.

Luis Candelas en un momento determinado saco su reloj y a pesar que marcaba las 8.10, exclama ¡se me ha hecho muy tarde! alegando que eran las 8.30. De inmediato la victima saca su reloj indicandole que su reloj iba adelantado, ya que el suyo de plata es de Londres y que jamás ha tenido que hacer otra cosa que darle cuerda. La infeliz víctima animada por la conversación, le cuenta que tiene otro reloj de oro en casa y que solo lo usa los jueves cuando se reúne con un amigo para jugar una partida de tresillo. Ese amigo fue quien le regalo el reloj. Luis Candelas no necesita oír mas, alegando prisas, se despide de la victima y en un santiamén se dirige a la calle Carretas apoyado por el Sastre. Llama a la puerta de la victima y abre el criado al que le cuenta que tiene un recado para la mujer de la casa.
Luis Candelas le cuenta que es íntimo amigo de su marido y que le ha mandado ir a por el reloj de oro, pues los dos van a ir a casa de quien se lo regalo. La esposa nada sospecha de un hombre elegantemente vestido y le entrega el reloj de oro.

Arco de Cuchilleros año 1919
 En la primera parte de la historia de nuestro bandido, hemos indicado las tabernas donde se reunían para preparar sus fechorías, destacaremos una muy especial.
En el espacio que actualmente ocupa el Restaurante Luis Candelas, en el arco de Cuchilleros, debajo de las escaleras que suben a la Plaza Mayor, había una mina de un antiguo viaje de aguas, que era utilizado por la banda para sus huidas. En el lugar del actual Restaurante, había una tienda de tejidos en cuya trastienda la banda se repartía el botín. Posteriormente, se instaló aquí La Extremeña, una casa de comidas cuyos platos de cinc permanecían encadenados a las mesas para que los clientes no se los llevasen. Algunos de estos platos se conservan hoy como reliquias. 
En 1947, Félix Colomo compró la casa de comidas ampliando el local, obteniendo gran éxito especialmente con los turistas al promocionar el local como el escondite de Luis Candelas, incluso entre la clientela, se reparten aleluyas con las historias del bandolero:

“La historia que vas a escuchar del ladrón más popular.
Cuando Luis era un chavea ya era el jefe de la pedrea.
Quince años aun no tenia y a Traga niños vencía.
A la cárcel lo han llevado, pero el pronto se ha de fugado.
Es capitán de cuadrilla de Balseiro y compañía.......”

Estando un día la banda en una Taberna de la Plaza del Progreso, Luis Candelas organizó un robo para que todos sus camaradas lo pudieran presenciar.
Se disfrazó de alcarreño y portando unas alforjas y una cuerda a modo de ronzal, se dirigió a la calle Postas, paseando por la calle hasta elegir la tienda para dar el golpe. Ató el ronzal a una reja cercana y entró en la tienda tirando de la cuerda con dificultad, como si en el otro extremo hubiese alguna mula testaruda.
Pidió al comerciante que le sirviera una lista de géneros, mientras los iba colocando en las alforjas. Cuando todo está listo, el comerciante comienza a echar la cuenta sobre el mostrador. El bandolero le pide al tendero que le sujete la cuerda mientras él carga las alforjas en la mula. Y así quedo el tendero hasta que su esposa que salía de misa y se extraño de ver la cuerda atada a la reja.
Como demostración de la astucia del bandolero, hemos descrito dos tipos de robos que nos demuestran que Luis Candelas era un ladrón de los llamados de guante blanco.

Volvemos a realizar un alto en las andanzas de Luis Candelas y continuaremos conociendo el barrio.
 Ni que decir tiene que el barrio de nuestro personaje, poco tiene que ver con el actual, por suerte se encuentra muy rehabilitado, con fachadas dignas de admirarse. Para completar la visita al barrio, realizaremos un recorrido por las calles menos conocidas pero que atesoran rincones dignos de mención.

Placas de algunas calles del Barrio
 Bajando por la calle del Olivar, esquina con la calle de la Cabeza, podemos admirar ejemplos de arquitectura imitando la norteña.

Antiguamente toda la colina era una zona de olivos donde terminaba el calvario ó vías crucis. El olivar se extendía hasta el santuario de la Virgen de Atocha y en él había un humilladero en el que se veneraba al Cristo de la Oliva.

En 1564, un grupo de judíos rompieron el cristo. Enterado Felipe II, mando reconstruirlo y trasladarlo hasta el santuario Virgen de Atocha, donde permaneció hasta la construcción de la ermita del Cristo del Olivar en el Paseo de la Infanta Isabel.


Arquitectura calle de la Cabeza
No menos interesante, es la procedencia del nombre de la calle de la Cabeza. Cuenta la leyenda, que una noche el criado de un fraile acomodado le asesinó cortándole la cabeza para robarle, marchándose a vivir a Portugal.
Al cabo de unos años el criado vestido de caballero regreso a Madrid y una mañana en el Rastro, decidió comprar una cabeza de carnero. La metió bajo la capa y se marcho andando, pero un alguacil que vio el rastro de sangre, le ordenó que mostrase lo que llevaba y con gran sorpresa, la cabeza del carnero se había convertido en la cabeza del fraile que había asesinado. Fue ejecutado en la Plaza Mayor.


Edificio rehabilitado de la antigua Cárcel Eclesiástica
En la esquina con la calle de Lavapiés, todavía se conserva el edificio que albergó la cárcel Eclesiástica de la Corona ó cárcel de la inquisición, data de finales del Siglo XVIII y en ella se rodaron algunas escenas de Fortunata y Jacinta.


Interior del edificio ya rehabilitado
La calle Lavapiés, se llamó antiguamente Real de Lavapiés, salvo en el Siglo XVIII en que aparece por primera vez como Avapiés tal como describe Ramón de la Cruz en sus sainetes.
En el caserón de la antigua cárcel, se encontraba hasta no hace muchos años la Taberna del Avapiés  desaparecida después de la reforma, durante la época del Trienio Liberal (1820-23) estuvo  encarcelado en esta cárcel, Matías Vinuesa, el cura de Tamajón.



Antigua Cárcel Eclesiástica de la Corona con la Taberna de Avapies (histocliop.blogspot.com)
El cura de Tamajón, nació en el pueblo burgalés de Neila en 1778. Tras liderar la guerrilla antifrancesa desde 1808 a 1814, se hizo monárquico. En febrero de 1821 fue detenido, acusado de conspirar contra el régimen liberal.

El 4 de mayo fue condenado diez años de cárcel. Ese día, las gentes enardecidas por la que consideraban poca condena, marcharon desde la Puerta del Sol, asaltaron este edificio y asesinaron a martillazos, a Matías Vinuesa. Un crimen muy típico de España en épocas de guerras civiles.
La vieja cárcel se ha transformado en los últimos años en un Centro de Mayores.


Teatro Espada de Madera en la calle de la Cabeza
En la calle del Calvario Nº-21, se encuentra el teatro Espada de Madera cuya visita es imprescindible, se trata de uno de esos lugares desconocidos para el gran público. Se trata de un teatro de vanguardia  que aprovecha un antiguo Palacete. No existe patio de butacas como en otros teatros, el público convive con los actores. Es recomendable visitar su interior.

En la esquina de la calle San Pedro Mártir y calle de la Cabeza, se encuentra la casa en la que vivió Picasso el primer año de su llegada a Madrid en el año 1898. En la misma casa coincide que vivió durante toda su vida José Isbert.

Casa donde vivieron José Ysbert y Pablo Picasso


Pinturas de Pablo Picasso sobre la fachada 
Uno de los puntos emblemáticos del barrio de Lavapiés, es la confluencia de las calles: Salitre, La Fe y Doctor Puiga. En este lugar se encuentra la Iglesia de San Lorenzo

En 1541 se dividió la parroquia de Santa Cruz, creándose la parroquia de San Sebastián sobre una antigua ermita que dedicada a aquel santo estaba situada en la calle Atocha. Pronto esta parroquia se convirtió en una de las más extensas y populosas de la ciudad, con lo que el 21 de noviembre de 1662, y con la finalidad de acercar los servicios parroquiales a los populosos barrios de la zona de Lavapiés, se creó un anexo bajo la advocación de San Lorenzo Mártir. Situada en un tramo de la calle de la Fe, hoy calle Doctor Puiga, se trataba de un edificio pequeño formado por una sola nave, y de fachada muy sencilla, en donde lo único destacable era una estatua de San Lorenzo situada en una hornacina sobre la portada.


Calle de la Fe con San Lorenzo al fondo
Parroquia independiente a partir de 1805, poco o nada queda ya del primitivo edificio, el 16 de junio de 1851 sufrió un incendio que afectó a buena parte de su fábrica, siendo restaurada posteriormente. De igual modo, el edificio fue saqueado y totalmente destruido el 20 de julio de 1936, al poco de empezar la Guerra Civil.
En 1942 se empezaron las obras de reconstrucción del templo, sin respetar para nada las trazas del edificio original, fue vuelto a inaugurar el 9 de agosto de 1950.


Iglesia de San Lorenzo
La calle de Argumosa, debe su nombre a Diego de Argumosa (1790-1865), cirujano del cercano hospital de San Carlos, hoy Colegio de Médicos.
Es verdad que Madrid no tiene playa, pero siempre se le ha buscado alguna, recordemos la Playa de Madrid junto al río Manzanares y en la actualidad Lavapiés tiene su propio paseo marítimo. La calle de Argumosa, es en verano lo más parecido a un lugar de encuentro de la costa española se reúnen allí en las noches de verano gentes de todas las edades y condiciones a comer y beber para aprovechar la frescura de las terrazas y pasarlo bien. Los vecinos no se privan ni del olor a sardinas fritas de los puestos de las fiestas de San Lorenzo. Algunos denominan a la calle, la Costa Argumosa.

En el plano de Texeira de 1656, aparece con el número 54 la Fuente de Lavapiés y en la parte inferior aparece rotulada la Puerta de Lavapiés
En la actual calle de Valencia a la altura de la calle Doctor Fourquet, se encontraba el Portillo de Valencia que se trataba de uno de los portillos de la cerca de Felipe IV. En el plano de Texeira figura con el nombre de puerta de Lavapiés, porque estaba en la prolongación de la calle de Lavapiés. En 1778 se levantó una nueva puerta que se llamó de Valencia. Estaba formada por un solo arco y debió desaparecer hacia 1868 con el derribo de la cerca.

No nos olvidemos de Luis Candelas y sigamos recordando su historia. En 1836, la banda de Luis Candelas llevo a cabo varios atracos en Madrid que levantaron fuertes protestas entre los ciudadanos. El primero de ellos, fue un nuevo atraco a Pedro Alcántara Villancico (el de los relojes).

El segundo robo sonado, fue el de la caja fuerte de un hombre apodado el Ginovés, que vivía al final de la Calle Carretas, para llevar a efecto el robo, Candelas engaño a la mujer del Ginovés. En fecha sucesivas, Luis Candelas volvió a actuar, disfrazándose de lacayo de un marques. En otra ocasión disfrazaron a un tonto de obispo y la banda de disfrazó de clérigos para cometer un robo en la calle Postas.

Los robos continuaron hasta que es detenido a primeros de Diciembre de 1836. Fue condenado a 10 años de reclusión, pero volvió a escaparse en Enero de 1837.




En esta época el rey Fernando VII ya había fallecido, la Primera Guerra Carlista estaba en auge y los liberales tenían el gobierno. Luis Candelas, cometió el error de hacer dos atracos importantes, asaltando a la modista de la Reina en su taller, y al embajador de Francia y su señora en una diligencia. Con lo que volvió a estar en el punto de mira de las autoridades.

Huyó con Clara su última compañera hacia Inglaterra, pero cuando llegaron a Gijón, Clara no embarcó, con lo que decidieron volver a Madrid, siendo detenido el 18 de julio de 1837 en el puesto de aduanas del puente Mediana situado en el camino real de Valladolid a Toledo, en el término municipal de Alcazaren, después de pernoctar en esta población en la posada situada en la calle Real frente a la iglesia de San Pedro. Lo llevaron a Valdestillas y luego a Valladolid. Trasladado a Madrid, es acusado por más de 40 robos constatados, fue juzgado el 2 de noviembre, siendo condenado a morir por garrote vil. Pidió clemencia a María Cristina de Borbón, con el siguiente escrito:

“Señora, Luis Candelas, condenado por robo a la pena capital, a V.M. desde la capilla acude reverentemente. Señora, no intentará contristar a V.M. con la historia de sus errores ni la descripción de su angustioso estado. Próximo a morir solo imploro la clemencia de V.M. a nombre de su augusta hija, a quien ha prestado servicios y por quien sacrificaría gustoso una vida que la inflexibilidad de la ley cree debida a la vindicta pública y a la expiación de sus errores. El que expone, Señora, es acaso el primero de su clase que no acude a V.M. con las manos ensangrentadas: La fatalidad le condujo a robar, pero no ha muerto, herido ni maltratado a nadie: El hijo no ha quedado huérfano, ni viuda la esposa por su culpa. ¿Y es posible Señora que hay de sufrir la misma pena que los que perpetran esos crímenes? He combatido Señora por la causa de vuestra hija. ¿Y no merecerá una mirada de consuelo? ¡Ha Señora! Esa grandiosa prerrogativa de ser árbitra en este momento de su vida, empleadla con el que ruega, próximo a morir. Si los servicios que prestaría a V. M. si se dignase perdonarle son de algún peso, creed Señora que no las escaseará. Si esta exposición llega a vuestras manos ¿será posible que no alcance gracia de quien tantas ha dispensado? A V.M. Señora, con ansia de quien se sabe a la hora de morir, ruego encarecidamente que le indulte de la última pena para pedir a Dios vea V.M. tranquilamente sentada a su augusta hija sobre el trono de sus mayores.
Capilla de la Cárcel de Corte, a 4 de Noviembre de 1837, a las doce de la mañana.
Luis Candelas Cajigal".

La petición de clemencia le fue denegada.  A las 8 de la tarde del 5 de Noviembre, solicitó ser confesado. Al día siguiente madrugó oyó misa y a las 11 de la mañana fue trasladado por la calle de Toledo hasta la puerta del mismo nombre.
Al pasar a la altura de la Colegiata de San Isidro el reo pidió un vaso de agua. El gentío que se había acumulado junto a la Puerta de Toledo era inmenso. El patíbulo se encontraba situado entre las calles de la Ronda de Segovia y el Paseo de Pontones (ambulatorio de la Seguridad Social en la actualidad).

Puerta de Toledo año 1865
Con la argolla ya situada en el cuello, pidió al verdugo decir unas últimas palabras: “He sido pecador como hombre, pero nunca se mancharon mis manos con sangre de mis semejantes. Adiós patria mía. Sé feliz.”
Murió el 6 de Noviembre de 1837 a las doce de la mañana con 33 años, un día nuboso y oscuro. Fue enterrado en el antiguo Cementerio General del Sur.
Para finalizar nuestro paseo por el barrio que conoció a nuestro celebre personaje, no queremos olvidarnos de las fiestas típicas de Lavapiés, como son San Cayetano y San Lorenzo.

El día 7 de agosto es la festividad de San Cayetano, cuya imagen sale en procesión de la iglesia que lleva su nombre situada en la calle Embajadores, recorriendo las calles aledañas.

San Cayetano es considerado patrón de la Providencia y protector de las parturientas. El santo nació en 1480 en Vicenza, cerca de Venecia, y fue el fundador de la Orden de los Teatinos.


Fiestas de San Cayetano, cheapinmadrid.com

Es costumbre en esta fiesta, que al término de la procesión los fieles tomen una de las flores de la carroza, ya que existe la creencia de que quien reza al santo y coge una flor tendrá pan y trabajo todo el año.

Esta creencia está tan extendida que muchas personas ante el temor de quedarse sin flor, asaltan literalmente la carroza a medio camino, produciéndose los inevitables empujones y avalanchas. Las calles del barrio son adornadas por los vecinos, destacando especialmente la calle del Oso.

El escenario principal de la verbena de San Cayetano es la plaza de Cascorro, con orquesta, puestos típicos de feria y las gentes engalanadas con los trajes más castizos de Madrid.


Fiestas de San Cayetano año 1953
La Verbena de San Lorenzo tiene como principal día de celebración el 10 de agosto, festividad de San Lorenzo teniendo a la iglesia de San Lorenzo como punto principal de la festividad religiosa.
San Lorenzo, al parecer nació en Huesca en el siglo III y murió quemado en una parrilla por orden del emperador Valerio. Tal vez, por eso se dice que el día de San Lorenzo es el día más caluroso del año.
Alrededor del año 1660, el Arzobispo de Toledo mandó que se edificara un templo cristiano en un solar que según la tradición fue anteriormente sinagoga, en el corazón del barrio de Lavapiés, pues el barrio carecía de iglesia. La nueva iglesia fue dedicada a San Lorenzo, aprovechando la devoción que se le tenía a este santo en los llamados barrios bajos de Madrid, también conocida antigua y popularmente entre sus vecinos como la parroquia de las chinches.


Cada año, el día 10 de agosto, sale a última hora de la tarde la Procesión de San Lorenzo que recorrerá las principales calles del barrio entre la alegría del vecindario, y a la vuelta a la iglesia, se repite la tradición de San Cayetano, el público se vuelca sobre la carroza para coger una flor y así tener salud para todo el año.
Finalizada la procesión la música y la fiesta inundan las calles del barrio de Lavapiés, con la Plaza de Lavapiés y la Calle de Argumosa como centro del jolgorio festivo, destacando los manolos y manolas que lucen sus típicos trajes madrileños.

Algunos lectores de este Blog, notarán la falta de reseñas a calles tan castizas como Embajadores, Mesón de Paredes, Tribulete, Sombrerete y algunas más, no se trata de un olvido, simplemente que ya las hemos recogido en anteriores entradas conjuntamente con sus espacios mas destacables y por lo tanto recomendamos su lectura para completar el conocimiento de este Barrio tan castizo.

Para finalizar, recogemos algunas imágenes del Barrio, algunas de ellas  con un poco de imaginación nos pueden recordar los tiempos de Luis Candelas.

Año 1908, cigarreras de la antigua Fábrica de Tabaco de Embajadores.
Estación de Lavapiés finales de los años 70

Fuente de Lavapiés año 1864

Hospital de la Latina finales del Siglo XIX

Lavapiés año 1917

Mesón de Paredes y la Corrala año 1930
Plaza de la Cebada año 1860 al fondo la Iglesia de San Millán

Palacete del Casino de la Reina junto a la Glorieta de Embajadores

Estampa para el recuerdo de Tirso de Molina


Año 1954 procesión de San Cayetano

Calle del Lavapiés actual

Paseos por Lavapiés
Calles de Lavapiés

Pasear por Lavapiés




La vida de Luis Candelas tal como la contaban los ciegos