sábado, 2 de febrero de 2013

CALLES DE SAN JUSTO Y DEL SACRAMENTO



Continuando con nuestro recorrido por las calles de Madrid, hoy hemos decidido pasear por algunas de las calles más antiguas y con más historia de Madrid y que  posiblemente muchos de vosotros no conozcáis a pesar de la importancia que tuvieron en  épocas pasadas.
Se trata de recorrer el eje formado por las calles de San Justo y el Sacramento, sin dejar de resaltar algunas de las bocacalles que nos encontraremos a lo largo del recorrido.
Comenzaremos nuestra andadura en la famosísima plaza de Puerta Cerrada, de donde parte la pequeña calle de San Justo, que se extiende desde Puerta Cerrada hasta la Plaza del Cordón. La calle, en sus orígenes comunicaba Puerta Cerrada con la desaparecida iglesia de Santa María de la Almudena situada en la calle Mayor, es por esta razón que se la denominaba popularmente “la calle que va a Santa María”. Posteriormente, se dividió  en dos partes con los nombres de San Justo y del Sacramento, separadas por la plaza del Cordón. Se trataba de calles de carácter  señorial con grandes edificaciones, iglesias y palacios.




Nada más abandonar Puerta Cerrada, nos encontramos con la calle de la Pasa, nombre que procede de la costumbre de entregar un puñado de pasas a  modo de limosna a los mendigos que se acercaban al Palacio Episcopal. Como quiera en el número 3 de la calle se encontraba la Vicaría Eclesiástica para solicitar los permisos matrimoniales, surgió en Madrid el dicho que decía “el que no pasa por la calle de la Pasa no se casa”.
Junto al Palacio Episcopal se encuentra un pequeño pasadizo a modo de recodo que unía la calle de la Pasa con la calle de San Junto y que recibe el nombre de Pasadizo del Panecillo, nombre que le viene de la costumbre del arzobispo de Toledo de entregar un panecillo a cada mendigo que acudía al Palacio Episcopal. En 1829 el pasadizo fue cerrado mediante verjas debido a los escándalos que diariamente se montaban como consecuencia de la entrega de los panecillos en la zona.
En el plano de Texeira de 1656, podemos comprobar en rojo la casa de Cisneros, en amarillo el convento del Sacramento, en verde la iglesia de San Justo, en morado la casa de Iván de Vargas, con el número XXXIV aparece el palacio de Camarasa o Cañete y la flecha azul, nos indica el palacio de Uceda

Al hablar de estas dos pequeñas calles, hemos mencionado el Palacio Arzobispal de Madrid, se trata de un edificio de mitad del Siglo XVIII situado en el número 2 de la calle San Justo. Ocupa una manzana de forma triangular, delimitada por la plaza del Conde de Barajas, las calles de la Pasa y de San Justo y el pasadizo del Panecillo.
Es la residencia del arzobispo y de los cardenales de la Archidiócesis de Madrid, y en sus dependencias alberga los departamentos de informática de la Archidiócesis y el archivo diocesano. Además es la sede de los tribunales eclesiásticos y de las oficinas de la provincia eclesiástica.


Para conocer la historia del Palacio, creemos oportuno conocer un poco a sus moradores. Todo comienza en el reinado de Felipe V y su mujer Isabel de Farnesio con la que tuvo tres hijos: El primogénito  Carlos,  antes de llegar a España fue rey de Nápoles, en España reino como Carlos III, el segundo hijo Felipe, consiguió el Ducado de Parma y el tercero Luis de Borbón que había nacido en Madrid en el año 1727, por mediación de su madre ante el Papa Clemente XII consiguió  el arzobispado de Toledo y con solo cinco años allá por el año 1732 fue nombrado cardenal. Nuestro pequeño cardenal fue Arzobispo de Toledo entre 1734 y 1754 año en que dejo la iglesia para casarse con María Teresa de Vallabriga y Rozas.

A continuación de la entrada de la Basílica de San Miguel, el Palacio Arzobispal

Dada la edad del cardenal infante no cabe duda que las decisiones son tomadas por su tutor el marqués de Scotti y Fernando de Lorenzana cardenal de Toledo. La primera decisión es la construcción del Palacio Arzobispal en unos terrenos que al parecer pertenecían al secretario de Felipe II Antonio Pérez. Las casas de Antonio Pérez fueron remodeladas durante los años 1735-1750 dando lugar al actual palacio realizado de acuerdo con la arquitectura barroca madrileña.
Por la inclinación del terreno hacia la calle de Segovia, el edificio dispone de tres alturas en la zona de la plaza del Conde de Barajas y cuatro alturas en la calle San Justo, con esta conformación, el zócalo de granito pasa de tener unos centímetros a más de dos metros de altura, las fachadas se encontraban enfoscadas a excepción del zócalo de granito. El trazado del palacio es bastante sencillo y con poca ornamentación, salvo la portada principal toda ella de piedra con orejetas del barroco madrileño orientada hacia el Oeste frente a la antigua iglesia de San Justo. Con la construcción de la nueva iglesia de San Miguel la puerta principal quedó encajonada por el pasadizo del Panecillo.
Pasadizo del Panecillo

En el año 1788, se remodeló todo el pasadizo del Panecillo a cargo del arquitecto Manuel Bradi, el interior del palacio fue remodelado en 1906 y ya en 2004, se restauraron las fachadas del palacio, para recuperar las trazas originales en granito.
En el interior se conserva una importante colección de obras de arte. Una de las más destacadas, el arca del Siglo XIII donde se depositaron los restos mortales de San Isidro antes de su traslado a la Catedral de la Almudena en el año 1993.
El edificio, está incluido en el Registro de Bienes de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid como monumento de protección integral.
Entrada Basílica de San Miguel

Junto al Palacio Arzobispal, se encuentra la Basílica Pontificia de San Miguel. El templo de pequeñas dimensiones, es un claro ejemplo de las construcciones más importantes del barroco de tendencia italiana, destacando sobre manera la forma convexa de su fachada y la originalidad de su planta. El templo, empezó a construirse en el año 1739 por iniciativa  del cardenal infante Luis Antonio de Borbón y Farnesio, que costeó la construcción con un presupuesto de 1.421.000 reales. En 1745 se concluyó el edificio, siendo declarado Monumento Histórico Artístico Nacional el 28 de Noviembre de 1984.

Portada de la Basílica de San Miguel

La Basílica de San Miguel se construyó sobre el solar de la parroquia de los Santos Justo y Pastor, que según la tradición, siendo niños murieron como mártires en Alcalá de Henares.
El edificio, en  planta de cruz latina, se debe al arquitecto italiano Santiago Bonavía, o Giacomo Bonavía que  había llegado a España en el año 1731, reclamado por Felipe V para construir el teatro del Buen Retiro.
Algunas fuentes  indican que en proyecto original pudo participar  Teodoro Ardemans, cuyo diseño fue terminado por Virgilio Rabaglio. Llama poderosamente la atención su fachada, de forma convexa, rematada por dos torres con chapiteles, de influencia oriental, y un frontón, igualmente curvo.
Bonavía construyó gran parte del templo como la bóveda, las pilastras, las capillas laterales y la fachada, toda la construcción se realizó en piedra berroqueña. La obras del templo las acabó Virgilio Rabaglio que era ayudante de Sacheti, autor entre otros proyectos del palacio de Riofrío y del coliseo de los Caños del Peral posterior Teatro de la Opera de Madrid. Rabaglio termino la fachada y parte de la decoración interior.
Cristo de Salvador Carmona

La fachada considerada la parte más emblemática del templo, acoge varios grupos escultóricos como  las alegorías de la Fe, Esperanza, Caridad y Fortaleza, realizadas por Roberto Michel y Nicolás Carisana, y situados en los cuerpos superiores de la fachada. En la parte superior de la puerta de entrada, destaca un bajorrelieve, realizado por Carisana, con la representación del martirio de los Santos Justo y Pastor.
Al penetrar en el templo después de haber ascendido las escalinatas de granito, el visitante puede contemplar la planta del templo en forma de cruz latina y una gran nave central,  con seis capillas laterales.
La nave se cubre con una cúpula que se sostiene sobre pechinas de aristas reforzadas. Las bóvedas de la nave están decoradas con frescos de Bartolomé Rusca,  representando a los Santos Justo y Pastor y pinturas sobre los profetas Isaías, Jeremías, Elías y David e Isaías pintados por Hatoy.
Otras pinturas que decoran pechinas presbiterio y cúpula del crucero representando a los evangelistas, fueron realizadas por los hermanos Alejandro y Luis Antonio González Velázquez.
Palacio Arzobispal con la Basílica al fondo

Por último destacaremos una talla representando la imagen del Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón, del Siglo XVIII realizada por el escultor Luis Salvador Carmona, y que sale en procesión los Domingos de Ramos por las calles de Madrid.
Otras muchas obras decoran el templo de San Miguel, pero mejor descubrirlas por uno mismo en cualquier visita que realicemos al templo.
En la cripta, estuvo enterrado el músico Luigi Boccherini hasta que en 1927, Mussolini  llevó los restos a Italia, para ser enterrados en la iglesia de San Francisco en Lucca, su ciudad natal.
En el año 1892 el templo pasó  a la Nunciatura Apostólica con carácter de iglesia pontificia, en compensación por el derribo en 1885 de la iglesia del hospital de Italianos de la carrera de San Jerónimo. Desde el año 1959 el templo pertenece al Opus Dei que acometió una gran reforma bajo la dirección del arquitecto José Antonio Íñiguez Herrero, se suprimieron las capillas laterales, sustituyendo los altares por vidrieras y confesionarios. En la reforma se eliminó, gran cantidad de la  decoración y se construyó una nueva cripta.




Antes de continuar el recorrido por las calles de San Justo y El Sacramento, recordaremos brevemente a la antigua iglesia de San Justo y Pastor que ocupó el espacio de la actual Basílica de San Miguel.
La iglesia de San Justo y Pastor, era una de las diez parroquias que había intramuros en Madrid, según el Fuero de Madrid de 1202.
Tenía torre mudéjar de forma cuadrada y fabricada de ladrillo, con ventanas en sus cuatro alturas y rematada con chapitel. La iglesia disponía de dos edificios y una pequeña torre sobre uno de los pequeños edificios haciendo las funciones de pórtico de la iglesia. En la parte trasera había un pequeño claustro.
Poco más se conoce de la primitiva iglesia, ya que los archivos parroquiales no van más allá del año 1552, si se sabe que era una de las parroquias que en el Siglo XVI había adquirido más relevancia, solo por detrás de El Salvador, Santa Cruz y San Miguel de los Octoes. En la iglesia se enterraron importantes personajes de la época como los Cisneros.
La iglesia de San Justo y Pastor se quemó en el año 1690, pero hasta 1739, no se comenzó la construcción del nuevo templo hoy Basílica de San Miguel.

En la misma calle San Justo, frente a la Basílica, podemos contemplar un moderno edificio que no llama especialmente la atención, se trata de la Biblioteca Municipal Iván de Vargas. Si eres especialmente curioso, llama la atención los escudos colocados sobre las fachadas y por lo tanto no nos queda más remedio que proceder a investigar un poco las raíces del edificio.
El edificio se encuentra situado entre la calle, San Justo, Plaza del Cordón y calle Doctor Letamendi, cuyo primitivo nombre era calle del Tentetieso. En el solar que ahora ocupa la Biblioteca, se encontraba la casa de Iván de Vargas una de las familias con mayor rango del Madrid antiguo, recordemos que en la Plaza de la Paja existe una Casa-Palacio  hoy transformado en colegio que perteneció a la familia Vargas.
Casa de Iván de Vargas año 1928

La primitiva casa  donde vivió Iván de Vargas y su familia en los siglos XI y XII, y muy posiblemente en compañía de uno de sus criados más ilustres, Isidro  Labrador, fue objeto de remodelaciones a cargo de los descendientes a lo largo de los  siglos XVII y XVIII,  que afectaron especialmente a las fachadas.
Las ventanas originales se convirtieron en balcones de forja, destacando especialmente la forja situada en la puerta de entrada.
Los primitivos blasones tardo medievales situados en los muros fueron recolocados junto a otros nuevos de tendencia barroca.
En el Siglo XIX la propiedad de la casa pasó a manos del Doctor Letamendi, un prestigioso médico que antes había cultivado las nobles artes de la literatura y la música.
Ya en el siglo XX, el científico  Doctor Forns, pariente de Letamendi, se quedó con la propiedad de la casa con la idea de que la misma tuviera un uso como museo, pero la idea no prosperó.
Nueva Casa de Iván de Vargas, actual Biblioteca Municipal

Alrededor de los años 50 del pasado Siglo, se derribó una parte del inmueble para agrandar un poco el espacio frente a la Basílica. Al parecer se trataba de un proyecto que contemplaba el montar la portada gótica del antiguo Hospital de la Latina como portada para  una nueva fachada de la Casa de Iván de Vargas.
En el año 1994, a instancias de los propietarios  familia Forns Letamendi, el edificio fue declarado en ruinas.
En el año 1998, el Ayuntamiento de Madrid adquirió la finca por un importe de 2,1 millones de euros y, un año después, la cedió a la Fundación Nuevo Siglo, constituida como foro de debate para el desarrollo urbano y la conservación del patrimonio arquitectónico madrileño.
En el año 2002, se tomó la decisión de derribar por completo la casa, por no considerarse viable su reacondicionamiento, todo esto a pesar de que el edificio estaba incluido dentro del Catálogo de Elementos Protegidos.
Un amable lector (FORNS BADA), me ha pasado información sobre la verdadera historia de la casa y con su permiso reseño a continuación los datos aportados:

La Casa de Iván de Vargas fué adquirida el treinta de mayo de 1912 por mi bisabuelo el pintor y médico Rafael María Forns y Romans a su entonces propietaria Doña Victoria Lorenzo y Rodríguez, quien la heredó de su tío el señor Higinio Macanaz y Maldonado en 1894, como figura en la escritura de compra. Fué por iniciativa de Rafael María Forns que se cambió el nombre de la calle Costanilla de San Justo, antes llamada de Tentetieso, por el de su maestro José de Letamendi, quien falleció en 1897, y que habitaba en el número ocho de la Plaza de las Cortes, no habiendo vivido jamás en la casa de los Vargas. Al morir Rafael Forns Quadras, uno de los dos hijos de Rafael María, legó su mitad de la casa "al pueblo de Madrid" para que la dedicasen a museo del Madrid de los Austrias y a San Isidro. La otra mitad del edificio sería cedida por los descendientes del otro hijo, José Forns Quadras, por una cantidad módica de dinero. Tras ser rechazada por tres veces argumentando el Ayuntamiento de Madrid en 1980 y 1981,que la casa, documentada desde el siglo XV, carecía de valor histórico, la mitad de la casa ofrecida en donación pasó a ser propiedad de la barcelonesa Fundación Letamendi-Forns. Tras otros tres años de inútiles esfuerzos para encontrar un destino cultural a la Casa de Iván de Vargas, fue vendida a unos particulares, que lograron que fuera, absurdamente, declarada en ruinas. En 1998 el ayuntamiento expropia el inmueble a los nuevos propietarios, pagándoles una cantidad más de cuatro veces superior a la que en su día pidiera la familia Forns. En el año 2002, el edificio, que se encontraba en buen estado cuando fue adquirido por los nuevos propietarios, fue mandado derruir hasta sus cimientos por el Ayuntamiento, sin dejar un sólo ladrillo de la fachada original. 
Escudos de los Vargas y casa antes del derribo

El derribo se llevó a cabo sin licencia municipal, siendo Alcalde  Álvarez del Manzano. No es la primera vez que esto ocurre con el patrimonio y lo que es peor no será la última.
La vieja casa de Iván de Vargas ha sido reemplazada por un edificio de 2.884 metros cuadrados de superficie, destinado enteramente a biblioteca. Se ha intentado respetar parte de la fisonomía del viejo caserón, así en la fachada que da la Calle del Doctor Letamendi, se han colocado tres escudos heráldicos, después de una necesaria restauración. Por desgracia la portada original incluido el escudo renacentista, ha sido sustituida por una nueva portada intentando reproducir la original.
Portada original de la antigua casa de los Vargas

El nuevo edificio,  está realizado en madera de iroko y vidrio, lo que le aporta una gran luminosidad  al interior permitiendo contemplar la fachada de la Basílica de San Miguel. Se han conservado dos patios donde se encuentran dos magnolios que sobresalen por encima del edificio y el brocal del antiguo pozo, uno de los cuatro que hay en Madrid relacionados con el milagro de San Isidro.

Escudo y leyenda sobre la puerta de la casa de los Vargas

Al comentar aspectos sobre la casa de los Vargas, aparece la calle Tentetieso, su nombre procede de la empinada cuesta que había entre las calles San Justo y Segovia, también se llamó bajada que va a San Pedro en referencia a la iglesia de San Pedro el Viejo. Ya en 1861, Tentetieso recibió el nombre de Costanilla de San Justo y en 1913 recibe el nombre de Doctor Letamendi en honor al ilustre médico de Barcelona.
En nuestro pasear llegamos al final de la calle San Justo en plena plaza del Cordón, que en tiempos se denominó de los azotados porque en este lugar se azotaba a los condenados de la vecina cárcel de la Plaza de la Villa. En el plano de Texeira de 1656, ya aparece como Plazuela del Cordón,  y aunque no está claro parece que el nombre le viene del cordón labrado que adornaba el palacio del conde de Puñonrostro. El primitivo palacio del conde de Puñonrostro situado junto a la iglesia de San Justo, fue derruido y al día de hoy, el palacio situado en la plaza, recibe el nombre de Palacio del Cordón, que por cierto se puede observar el cordón esculpido sobre la puerta.
La llamada hoy Casa-Palacio del Cordón, es  un edificio de viviendas y que nunca perteneció a título nobiliario alguno. Su primer propietario fue Cristóbal de Alfaro y López, navarro y de profesión platero, que se trasladó a Madrid en el año 1677. La calidad de sus trabajos, le permitió llegar a ser platero de oro de la reina Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos II.
Vista del Palacio del Cordón desde la calle de San Justo

En segundas nupcias se casa con Melchora Inés Montaña y tiene cinco hijos con lo que se trasladan a vivir en una casa de Diego Ladrón de Guevara que tenía en la antigua calle de los azotados actual calle del Cordón, posteriormente adquieren una propiedad en la calle Segovia donde se trasladaron.
Cristóbal de Alfaro muere en el año 1729 y en el reparto de la herencia la manzana número 178 queda a nombre  de uno de sus hijos, Josef de Alfaro. En dicha manzana se construyó la actual Casa-Palacio. No se conoce el nombre del arquitecto que la construyó, es de estilo barroco, presenta dos alturas y una planta baja en la plaza del Cordón pero va ganando altura en los otras fachadas debido al desnivel del terreno. La planta se ajusta a la forma del terreno resultando un trapecio y se desarrolla en torno a dos patios interiores. La puerta principal de acceso destaca por las típicas orejetas del barroco y en la fachada principal se puede observar el cordón franciscano esculpido en la piedra. El edificio tiene otra puerta de acceso por la calle Segovia y una antigua puerta de paso para los carruajes situada en la calle Doctor Letamendi. El tejado está cubierto de teja y lleva buhardillas en la fachada de la plaza del Cordón y de la calle Doctor Letamendi. A destacar la simetría del conjunto en cuanto a la distribución de vanos, balcones y la forja.
Palacio del Cordón

La casa fue habitada por hombres ilustres durante el Siglo XIX como el político Manuel Becerra Bermúdez y el abogado y periodista Alberto Aguilera y Velasco, que fue alcalde de Madrid en los primeros años del Siglo XX. En el año 1910, la casa es adquirida por Antonio Gómez Tortosa diputado en Cortes y todavía al día de hoy, algunos de sus descendientes habitan la casa.
En la década de los 90 del pasado Siglo, el arquitecto Álvaro Mico Pérez, llevo a cabo una reforma en el edificio para sustituir las cubiertas.
Casas de Antonio Pérez

Frente al palacio del Cordón, se encontraban las llamadas Casas del Cordón que pertenecieron a los condes de Puñonrostro, situadas a unos pocos metros  de la Basílica de San Miguel y junto a la Casa de Cisneros de la que la separa la estrecha Calle del Cordón.
Una placa sobre el edificio que ahora se levanta, nos recuerda el primitivo emplazamiento de la residencia del conde de Puñonrostro que por cierto era amigo de Antonio Pérez el secretario de Felipe II que estuvo cautivo en la casa hasta su fuga en 1585.



La casa original fue demolida a mediados del siglo XIX debido a su estado ruinoso. La pequeña calle donde nos encontramos denominada Puñonrostro, se llamó calle de la Carbonera, porque en ella se encontraba el convento del Corpus Christi, más conocido por las Carboneras. Más tarde la calle se llamo Puñonrostro en honor a Juan Arias Dávila a quien Carlos I concedió el titulo de conde de Puñonrostro por su ayuda en la guerra de las comunidades.

El convento del Corpus Christi o de las Carboneras, se encuentra en la calle Puñonrostro a la altura de la plaza del conde de Miranda. Fundado en  año 1607 por doña Beatriz Ramírez de Mendoza, bisnieta de Beatriz Galindo “La Latina”. Las monjas todavía en nuestros tiempos siguen asistiendo todos los días a misa para rogar por el alma de su fundadora. El convento pertenece a la orden de San Jerónimo.
Aunque parezca un milagro  más de cuatrocientos años llevan las monjas jerónimas en su convento  en pleno corazón del Madrid de los Austrias, si el arquitecto que realizó la obra Miguel de Soria despertase, no daría crédito al contemplar en pie su obra, máxime cuando el convento no ha necesitado restauraciones.
Doña Beatriz Ramírez de Mendoza, que pertenecía a la nobleza palatina; seguía la tradición familiar de su bisabuela paterna, doña Beatriz Galindo, conocida como La Latina, que había fundado, en 1509, el monasterio de la Concepción Jerónima, además del hospital de La Latina y el convento de la Concepción Francisca.
Al fondo el convento de  las Carboneras

El convento alcanzo mucha fama gracias a una leyenda que ocurrió en el año 1647, unos niños encontraron en una carbonería un lienzo de la Virgen y se pusieron a jugar con él. El franciscano padre Canalejas lo llevó al convento de jerónimas. El cuadro comenzó a llamarse La Virgen Carbonera que terminaría dando nombre a las monjas.
Durante la ocupación francesa, fueron expoliados los bienes y ajuar litúrgico de la Hermandad de la Virgen Carbonera. No obstante, la comunidad continuó su vida de clausura. Los decretos desamortizadores de Mendizábal, o la posterior Ley del Candado, no afectaron de forma significativa a Las Carboneras.
No ocurrió lo mismo durante la Guerra Civil Las monjas tuvieron que abandonar su convento. Finalizada la contienda las monjas volverán a su convento.
Portada del Convento de las Carboneras

El convento puede pasar desapercibido al pasear por esta zona de Madrid, no hay signos externos como torres o cúpulas que indiquen que se trata de un convento. En la pequeña portada de la entrada, destaca el bello relieve  que representa a San Jerónimo y a Santa Paula adorando la Eucaristía.
El interior se compone de una sola nave, cubierta por una bóveda de medio cañón con lunetos. En el altar mayor podemos observar el retablo conteniendo un lienzo de la Ultima Cena realizado por Vicente Carducho.
Las Carboneras es un  convento de clausura, donde se venden los típicos dulces de las monjas, para ello hay que llamar a una puerta de madera que se encuentra a la derecha de la entrada a la iglesia.
Recomendamos su visita para contemplar la arquitectura de su interior y las pinturas que atesora. 


Entre la calle Madrid y la travesía del Conde se encuentra la calle del Rollo, una vieja calle que debe su nombre a un desaparecido rollo jurisdiccional que hubo allí en el pasado.
Los rollos jurisdiccionales eran unas columnas de piedra que podían estar o no decoradas y que solían estar rematadas por una cruz de hierro.
Calle del Rollo vista desde la Plaza de la Cruz Verde

Estos rollos fueron en un principio uno de los símbolos de las villas que contaban con privilegios pero, con el tiempo tomaron otra función más siniestra, la de “picotas” un lugar en donde se exponían los cuerpos o los restos, normalmente las manos y cabezas, de los ajusticiados.
La mayoría de los rollos fueron derribados en el siglo XIX por un decreto de las cortes de Cádiz pero, todavía hoy, podemos encontrar rollos jurisdiccionales en muchos puntos de España en diferente estado de conservación y que han sobrevivido al paso de los años.
La calle del Rollo tiene una curiosa historia. En principio se llamó calle de los Arcos a la parte inicial, y calle de la Parra al último tramo, en  referencia a los parrales que había plantados.
Las citadas parras fueron un quebradero de cabeza para el maestro López de Hoyos, que desde su  estudio en la calle cercana de  Pretil de los Consejos, observaba a sus alumnos cogiendo las uvas y no asistiendo a las clases. Uno de estos alumnos a quien castigó en repetidas ocasiones por su ausencia escolar fue el mismísimo Cervantes.

Haciendo esquina con la calle del Rollo y con fachada en la calle Sacramento, se encuentra, se encuentra el antiguo palacio del conde de O´Reilly.
La historia comienza cuando el duque de Uceda, Cristóbal Gómez de Sandoval que era válido de Felipe III, compró unos terrenos donde ahora se asienta el palacio de O´Reilly. En sus orígenes, el palacio que nunca fue palacio, se denominaba casas  del convento por pertenecer al complejo de las religiosas Recoletas Bernardas del Santísimo Sacramento. El complejo estaba formado por el propio convento del Sacramento hoy desaparecido, la iglesia, en la actualidad iglesia Castrense, el huerto de las religiosas y las casas del convento.
Palacio de O´Reilly junto a la Plaza del Cordón

Por iniciativa del duque de Uceda, se comenzó la construcción del  convento del Sacramento en el año 1616, hasta que este cayó en desgracia con la muerte de Felipe III. Como no había presupuesto, las obras quedaron paralizadas hasta 1673, año en que se reanudaron bajo la dirección del arquitecto Bartolomé Hurtado. Las casas del convento fueron reformadas en 1725 por Pedro Hernández dándoles el aspecto que hoy podemos comprobar.
Las casas del convento en realidad son dos edificaciones construidas en distintas épocas, la primera es la que se desarrolla en la parte sur adaptando sus fachadas a la tipología del terreno, un declive hacia la calle  de Segovia. El segundo edificio con fachada a la calle del Sacramento es el que mejor representa el típico caserón barroco madrileño.
Este segundo edificio, dispone de dos entradas en los números 3 y 5 de la calle del Sacramento, dispone de zócalo de sillería de granito, incluyendo los huecos del semisótano, el edificio tiene tres plantas, la primera con rejas y las dos superiores con balcones, el tejado dispone de buhardillas. En cuanto a la distribución interior, correspondía a su uso como residencias de las monjas.   
En 1830 la familia Uceda vendió el edificio a la familia Lezcano, que fue pasando de generación en generación durante más de un siglo. En 1913 parte del edificio fue utilizado como Museo Nacional de Artes Industriales, además de albergar el Museo, también estuvo instalada aquí la Comisaría Regia de Turismo y, en la planta baja, desde 1920 a 1923, la redacción del periódico La Libertad. Después de la Guerra Civil, se instaló en el edificio la Organización Nacional de Ciegos.
Situado a la derecha, el antiguo palacio de O´Reilly compuesto de dos edificios

En 1936 Aurora Lezcano y de Saracho, pintora y escritora, se casó con Darío Valcárcel, marqués de O’Reilly de profesión abogado y de origen irlandés  de donde tomó nombre el edificio. Después de la guerra civil se le empezó a conocer como la casa de las gabardinas por hallarse instalados en una parte del palacio los talleres de la Fábrica de gabardinas Valls y Viña.
En los años cincuenta los marqueses venden el edificio a la Inmobiliaria Hispania que alquila una parte del edificio como viviendas. Con el tiempo el edificio se va deteriorando y comienza el abandono de las viviendas.
En 1978 fue adquirido por el Ayuntamiento que, tras restaurarlo bajo la supervisión del arquitecto Joaquín Roldán Pascual, lo destinó al área de Hacienda y Economía.
Después de la reforma, del antiguo edificio sólo queda la fachada principal que se ha respetado escrupulosamente. A pesar de llamarse palacio, no se puede considerar como tal, ya que nunca han existido elementos como salones, grandes escaleras ni otros elementos característicos de los palacios.
En la actualidad en el edificio se encuentra la Agencia Tributaria, la Oficina de Atención al Contribuyente y Delegación Municipal de Hacienda Rentas y Patrimonio.


Casa de Cisneros, fachada de la Plaza de la Villa

Nos encontramos en plena calle del Sacramento y justo frente al palacio de O´Reilly, se encuentra unos de los edificios más emblemáticos de Madrid, se trata de la Casa-Palacio de Cisneros que hace esquina con la calle del Rollo. En la actualidad pertenece al Consistorio madrileño.
Esta casa palacio fue construida en 1537 por el sobrino del cardenal Cisneros, Benito Jiménez de Cisneros,  nacido en el año 1502 era hijo de Juan, hermano de Francisco Jiménez de Cisneros confesor de la reina Isabel la Católica y Regente de Castilla, hasta la llegada de Calos I.
Casa de Cisneros vista desde la Plaza del Cordón

Benito Jiménez de Cisneros, tuvo problemas económicos para terminar el edificio, por lo que tuvo que vender algunas de sus posesiones. Pese a su esfuerzo, falleció sin haber podido disfrutar de su nueva casa en Madrid. La casa fue ocupada por su hijo Francisco al heredarla tras la muerte de su madre.
Realizada en estilo plateresco, lo más destacable del edificio es la fachada de granito que da a la calle del Sacramento donde se encuentra la puerta principal realizada en madera, en el piso superior destaca una balconada corrida con siete ventanales, a destacar en la fachada el escudo de los Cisneros. El acceso por la Plaza de la Villa antigua plaza del Salvador, era la entrada a los corrales, cuadras y cocheras de la casa.


Casa de Cisneros, fachada calle del Sacramento

La casa albergó a personajes importantes de la historia de España. Se dice que aquí estuvo preso el secretario de Felipe II, Antonio Pérez que como recordaremos anteriormente estuvo preso en la vecina casa del conde de Puñonrrostro de donde se escapó. Nuevamente se volvió a escapar a Francia en 1590.
El propietario Francisco Cisneros vende la casa al  arzobispo de Toledo Bernardo de Sandoval y Rojas y a la muerte de este en 1618 la casa es vendida a Pedro Lasso de la Vega, conde de Arcos. En el año 1708 por medio del matrimonio del VII conde de Arcos con XII condesa de Oñate, la casa pasará a depender del mayorazgo de los condes de Oñate y así se mantendrá la propiedad hasta 1909.
En el año 1845 se llevó a cabo una importante rehabilitación debido a su estado ruinoso y para adaptar el edificio como viviendas particulares.
En la casa se dice que nació el conde de Romanones, y tuvo otros ilustres huéspedes como los generales Narváez, Zabala y Polavieja, el duque de Rivas y el marqués de Villamejor.
Pasadizo de unión entre la Casa de Cisneros y la Casa de la Villa

En 1909 el edificio fue comprado por el Ayuntamiento a los herederos de la condesa de Oñate para integrarlo en las dependencias de la Casa de la Villa,  siendo objeto de una profunda restauración realizada por el arquitecto Luis Bellido y González, tratando de devolver a la casa el aspecto original y por la que consiguió numerosos premios. Lo más destacable de la restauración fue la construcción de la fachada que da a la plaza de la Villa, así como el pasadizo voladizo que la conecta con la Casa de la Villa. Después de la Guerra Civil la casa fue de nuevo restaurada por Felipe Trigo. Ya en 1984 el arquitecto Joaquín Roldán Pascual se encarga de la restauración interior para adaptarla a las nuevas necesidades. En los últimos años antes del traslado del Ayuntamiento a la Plaza de la Cibeles, en la casa de Cisneros se encontraba el despacho del alcalde.

En la fotografía del pasadizo, podemos observar en la parte superior derecha aparece una placa con el nombre de calle de Madrid. Aunque parezca mentira es cierto, la calle de Madrid, comienza justo donde se encuentra la placa y termina al fondo de la fotografia junto a las tapias del palacio de Cañete ó Camarasa, no llega a 50 metros, no circulan coches, no tiene portales, en mi modesta opinión, Madrid se merece una calle con algo más de postin.



En la calle Madrid, junto a las dependencias municipales, podemos contemplar un espacio en forma de cascada de agua y a su lado un pequeño jardín con una interesante historia tras de sí. Traemos a este capítulo dedicado a la Calle del Sacramento la historia del jardín por tratarse de un espacio perteneciente al palacio de Camarasa, también denominado palacio de Cañete y al que se accede por la calle Mayor.
En el número 69 de la calle Mayor, se encuentra el denominado palacio del Marqués de Camarasa, que se extiende sobre la manzana  delimitada por las calles Mayor, Traviesa, Sacramento y Duque de Nájera y se construyó entre los siglos XVI y XVII.
El Marquesado de Camarasa es un título nobiliario creado por el rey Carlos I el 18 de Febrero de 1543 a favor de Diego de los Cobos, como regalo por su matrimonio con Francisca Luisa Luna y Mendoza, Señora de Camarasa. El nombre, procede del municipio de Camarasa en la provincia de Lérida.
Palacio de Cañete o Camarasa, con portada en la calle Mayor

La fachada principal del palacio quedó orientada a la calle Mayor y en la parte trasera se construyó un jardín protegido por gruesos muros de ladrillo. El edificio fue construido en ladrillo sobre sillería de piedra, con pocos elementos decorativos y rematado por dos torreones laterales, de forma similar a las construcciones herrerianas.
Presenta diferente altura entre la fachada de la calle Mayor y la de sus laterales debido a que el solar está orientado en dirección Norte-Sur y se adapta al desnivel de terreno que va en sentido descendente hacia la calle del Sacramento. Esto es lo que explica que la fachada principal sólo tenga dos plantas mientras que el resto del edificio tiene tres por la prolongación ascendente del sótano.
Desde sus orígenes ha sido utilizado como residencia nobiliaria, pues sabemos que fue habitado por el Marqués de Falces y de Cañete en el siglo XVIII y posteriormente por los Marqueses de Camarasa. Es por esto, que el palacio es también denominado palacio del Marqués de Cañete.
En 1817 se encargó al arquitecto Fermín Pilar Díaz la restauración de la fachada, de la que sigue conservando gran parte del proyecto original y en la que cabe destacar la sencillez de su portada, flanqueada por dos columnas dóricas y triglifos, y rematada por una balconada corrida del piso principal.
A mediados del siglo XIX el palacio se convirtió en la sede del Gobierno Civil o Político, creado en 1849 como la máxima autoridad en la provincia de todos los ramos de la administración civil.
Jardines de Camarasa

A los pies de la fachada sur, hacia la calle del Sacramento, se extiende un pequeño jardín de planta cuadrangular. Para poder ser observado desde la calle, se ha derribado la tapia de ladrillo que lo protegía, sustituyéndola por una moderna verja metálica, que permite su contemplación.
El jardín con las transformaciones sufridas a lo largo del Siglo XX, ha quedado reducido a un pequeño espacio arbolado, que se articula alrededor de una plaza central, adornada con una fuente. 
En 1985, el Ministerio del Interior, traspasó el edificio al Ayuntamiento de Madrid. Desde entonces ha estado vinculado a la política municipal. Con el traslado del Ayuntamiento de Madrid al Palacio de Comunicaciones, todas estas dependencias perderán la función administrativa que tenían hasta ahora para ser utilizadas con fines preferentemente culturales y museísticos.
En la actualidad se ha convertido en la sede permanente de la Casa Sefarad Israel, institución a la que le han sido cedidos aproximadamente 1.400 metros cuadrados.

El desaparecido convento del Sacramento se encontraba en el número siete de la calle del Sacramento anteriormente calle de Santa María. Fue fundado en 1615 por Cristóbal Gómez de Sandoval, duque de Uceda y valido de Felipe III. Para su construcción, cedió unas casas y fincas de su propiedad y como era muy devoto de San Bernardo de Claraval, lo destinó a monjas cistercienses descalzas, más conocidas como bernardas. El convento, se encontraba muy próximo al palacio de Uceda residencia habitual del duque y ocupado en la actualidad por Capitanía General y el Consejo de Estado.
Podemos observar el Convento a continuación de la iglesia Castrense

El convento, concebido para cerca de cuarenta religiosas, empezó su andadura con seis mojas. Como ya hemos comentado en el capítulo dedicado al palacio de O´Reilly, el duque cedió a las monjas otras casas de su propiedad así como el palacio de O´Reilly para que sirviese de residencia a las monjas y además unas huertas y más tres mil ducados de renta.
La caída en desgracia del duque de Uceda a la muerte de Felipe III, y la muerte posterior del propio duque, llevó la penuria económica al convento, ya que no se cumplieron los deseos del duque a favor de las monjas plasmados en su testamento.
Podemos contemplar el edificio de viviendas que ha sustituido al Convento

La Guerra Civil dejó semiderruido el convento, que fue reconstruido en los años cuarenta y que siguió funcionando como tal hasta que fue derribado en el año 1972. En el solar que había quedado libre, en 1976 se construyeron viviendas particulares bajo el proyecto de  los arquitectos Alfonso Güemes Cobos y Joaquín Díez Resines.
El único recuerdo que nos queda del convento, es un pequeño jardín denominado Huerto de las Monjas, pero cuyo acceso se encuentra semi-oculto para los paseantes, el acceso se encuentra por la calle del Rollo.
En esta ilustración, podemos contemplar el convento detrás de la plaza de la Cruz Verde antes de la Guerra Civil, se puede observar un pequeño campanario

Gracias al tesón del arquitecto Joaquín Roldán Pascual se pudo reconstruir el antiguo jardín del convento, muy deteriorado debido a que los terrenos del mismo habían servido como nave industrial. Se volvieron a reconstruir  los caminos con un pavimento similar al original, se recuperaron los setos y parterres y se plantaron árboles frutales. El jardín se completó con bancos, en el centro del jardín se colocó una  farola que procedía de la Puerta del Sol, se diseñó el brocal de un pozo imitando al original desaparecido, el pozo fue revestido con azulejo sevillano y como medio refrescante, un surtidor y un grupo escultórico rodeado de plantas acuáticas, complementan el conjunto.

En la fotografía tomada  desde la Costanilla de San Andrés, se puede observar el Convento después de la reconstrucción posterior a la Guerra Civil, el pequeño campanario no se volvió a levantar.

El grupo escultórico perteneció a los duques de Montellano y se encontraba instalado en el palacio del Paseo de la Castellana que hoy se encuentra desaparecido como tantos otros palacios de Madrid.

Huerto de las Monjas reconstruido, señalado en rojo el grupo escultórico de los duques de Montellano

La pared del jardín hace medianería con la fuente de Diana Cazadora en la plaza de la Cruz Verde, hasta donde se extendía  el antiguo convento de las monjas bernardas.
El duque de Uceda, que ya había mandado construir el convento de las monjas bernardas, mandó construir junto a su palacio y el convento, la iglesia del Sacramento bajo la supervisión de Bartolomé Hurtado, Manuel del Olmo y Francisco Bautista. La construcción del templo se llevó a cabo entre los años 1671 y 1744. A la muerte de Bartolomé Hurtado en 1696, se hizo cargo de las obras Andrés Esteban hasta su conclusión. Un pasadizo elevado unía el palacio con la tribuna del coro de la iglesia. Tan largo periodo de obras fue motivado por la caída en desgracia del duque a la muerte de Felipe III.
Iglesia Arzobispal Castrense, a la derecha el palacio de Uceda

A partir del año 1979, la iglesia del Sacramento se convirtió en la Iglesia Arzobispal Castrense de la I Región Militar. Se encuentra situada en el número nueve de la calle Sacramento, junto a Pretil de los Consejos ya en la confluencia con la calle Mayor.
Arquitectónicamente, se trata de un típico ejemplo de iglesia del barroco madrileño. Su planta de cruz latina y una sola nave, está cubierta por una bóveda de medio cañón con lunetos en las arcadas. En el exterior destaca la fachada construida en granito por Pedro Rivera, con tres arcos y un bajorrelieve en la parte superior del acceso principal que representa a San Benito y San Bernardo adorando al Santísimo Sacramento.
El Servicio de Armamento y construcciones de la Armada, realizo una profunda restauración del templo cuando este ya pertenecía a las Fuerzas Armadas. En 1982, el templo fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional. 

En la última parte de nuestro recorrido por la calle del Sacramento, hemos tenido muy presente al duque de Uceda y creemos oportuno conocer un poco la vida y abatares del duque y de su padre el duque de Lerma.
Francisco Gómez de Sandoval-Rojas y Borja, I duque de Lerma entre otros títulos nobiliarios fue primer ministro y valido de Felipe III. Su abuelo materno fue Francisco de Borja (San Francisco de Borja).
Fue el hombre más poderoso del reinado de Felipe III. Se hizo inmensamente rico a costa de saber manejar el tráfico de influencias, la corrupción y la venta de cargos públicos. A través de la historia, podemos comprobar que la corrupción es innata en el ser humano ya sea en el Siglo XVII o en pleno Siglo XXI.
El Duque de Lerma de Rubens y escudo de armas

El duque de Lerma fue un autentico mecenas en la ciudad de Lerma, donde empleó gran parte de su fortuna en engrandecerla y embellecerla contratando a los más sobresalientes arquitectos de la época y utilizando los mejores materiales.
Por su cargo de ministro del rey se convirtió en el hombre más poderoso de la corte consiguiendo que el Rey trasladase la Corte de Madrid a Valladolid. El duque fue un adelantado en las operaciones inmobiliarias, comprando propiedades e invirtiendo en su propio beneficio. Algunas de estas propiedades, como la llamada Huerta de la Ribera, se la vendió años después al rey, poco tiempo antes del regreso de la corte a Madrid.
La reina Margarita, esposa de Felipe III, que no era partidaria de los abusos e influencia del duque de Lerma, creó una comisión de investigación (vamos como en la actualidad) que fue descubriendo el entramado de corrupción e irregularidades y empezaron a caer culpables. En esta situación, el duque para salvar su vida, solicita de Roma el “capelo cardenalicio” que se le concede en 1618, al mismo tiempo que el rey le da permiso para retirarse a sus propiedades de la ciudad de Lerma. Murió en Valladolid en 1625, retirado de la vida pública.
 Cuando le fue concedido el cardenalato corrió por Madrid una coplilla que decía: "Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España, se viste de colorado".

Cristóbal Gómez de Sandoval y de la Cerda, hijo del Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma, y de Catalina de la Cerda Camarera mayor de la reina Margarita de Austria, sucedió a su padre como válido de Felipe III.
Poco a poco se hizo un hueco en la corte donde logró la confianza de rey, con el objetivo de suplantar en el cargo a su propio padre. Para ello no tuvo escrúpulos en  unirse a los enemigos del duque de  Lerma, como Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares.
El Ducado de Uceda, es un título nobiliario creado el 16 de Mayo de 1610, por Felipe III, a favor de Cristóbal Gómez de Sandoval y de la Cerda.
Duque de Uceda y escudo de armas.

Cristóbal, había comprado pocos años antes de ser nombrado duque, la villa alcarreña de Uceda, convirtiéndola en el centro de sus posesiones.
El duque de Uceda, al final consiguió los cargos de su padre con el favor de Felipe III. En 1621, con la subida al trono de Felipe IV, fue procesado a instancias de su anteriormente aliado el conde-duque de Olivares y fue desterrado de la corte. Permaneció incomunicado en el castillo de Torrejón de Velasco y se le impuso una  multa de 20.000 ducados por las apropiaciones indebidas.